De esas tardes cálidas y perfumadas me quedan la risa de las mujeres recluidas y la nostalgia de las cosechas. Echo de menos también las anécdotas diversas y los cotilleos. ¿Cuál ha sido la última repudiada del pueblo? ¿Qué se ha hecho de los dos epilépticos? ¿Quién tiene en la actualidad el rabo más grande y a quién ha convertido en cornudo su pastor? ¿Siguen intercambiándose recetas para curar el exceso de transpiración, el mal aliento, las pérdidas demasiado abundantes, las vaginas excesivamente secas o demasiado húmedas, los pelos del pubis que crecen al revés y provocan infecciones? ¿Habrá vendido a buen precio Imchouk sus secretos a los médicos y charlatanes de las ciudades? ¿Se ha resignado a hacer como las demás, confiar sus pobres miserias a la villanía de los tabloides? Lo ignoro. No leo los periódicos de Tánger. Por respeto a Driss.