10 de mayo de 2011. Diez y media de la mañana. Una compañera de trabajo llama al gabinete de prensa de los Mossos de Esquadra, la policía autonómica de Cataluña:
—Bon dia.
—Buenos días, te llamaba para concretar el reportaje de los cursos de los mossos, el de los alumnos de instituto sobre el tema de matrimonios forzados y trata de blancas. ¿Cómo quedamos mañana?
—Espera un momento.
Un silencio se hace al otro lado de la línea. Pasan unos minutos y se pone otro responsable del gabinete de prensa.
—Mira, que no va a ser posible al final.
—¿Por qué? Si ya tengo cerrado el billete del AVE para mañana —dice nuestra compañera perpleja.
—Pues porque no lo vamos a hacer si tiene que ser en castellano.
—¿Perdón?
—Nosotros no lo vamos a hacer en castellano porque nuestra naturaleza es hablar en catalán y si no es así no lo hacemos.
—Pero… esto es una televisión nacional, no pretenderéis que tenga que traducir, se supone que son cursos muy interesantes, que es una propuesta que estáis haciendo los mossos que está fenomenal… —La compañera seguía comiéndoles la oreja.
Y esta fue su respuesta:
—Bueno, para nosotros es como si viniera la BBC inglesa.
Jarrazo de agua fría. Silencio. Cogió el teléfono nuestra jefa de departamento. Media hora de charla, al final una solución:
—Bueno… —respondía el responsable de gabinete—, hay un mosso que se brinda a hacerlo en castellano, pero es su decisión personal, que sepáis que no es lo normal.
Todo solucionado gracias a la buena fe de un agente. La periodista ya estaba metiendo cintas, preparando la cámara y cogiendo los billetes cuando el teléfono volvió a sonar. Otra vez el de prensa.
—Oye mira que no va a ser posible, si queréis catalán bien, si no nada.
—Pero ¿esto es cachondeo o qué? Sinceramente no lo entiendo.
—Bueno, es que el instituto de Terrassa al que va a ir a dar la charla el mosso ha dicho que nada de nada, que lo tiene que hacer en catalán.
¿Y sabe qué es lo peor de esta historia? Que el reportaje era sobre charlas que van dirigidas a niños inmigrantes y de otras culturas en las que los matrimonios forzados o la trata de blancas son problemas muy graves. Todas las diapositivas, toda la ponencia, los folletos, etc., están en catalán. A lo mejor un niño de once años llamado Mohamed lo domina, pero si quieren que le llegue el mensaje, ¿no será mejor ponerlo en árabe? Por supuesto, el reportaje al final no lo pudimos hacer. Ya dijo Pujol en una entrevista a Com Radio, en 2009, que lamentaba que los mossos se dirigieran cada vez más en castellano, que el cuerpo no daba importancia al uso del catalán y que la policía autonómica fue creada «para ser una referencia de identidad de Cataluña».
El tema de los mossos y la lengua llega a un límite tal que se han dado situaciones de lo más rocambolescas.
9 de febrero de 2011. Ronda Sant Pau, Barcelona. Dos guardias urbanos, la policía local de toda la vida, están haciendo un servicio de vigilancia en dicha calle. A lo lejos una moto aparece a gran velocidad, zigzagueando entre los coches. Se abalanza sobre uno de ellos y obliga al conductor a frenar bruscamente. Los guardias, alertados por el chirriar de las ruedas, se ponen en alerta y siguen al motorista. Su velocidad era tal que no pudieron pararle hasta la calle Comte de Urgell, comprobando que iba a noventa kilómetros por hora. Reproducimos cómo fue esa conversación. El motorista habló en catalán, pero lo hemos traducido al castellano para que usted lo entienda:
Guardia: Identifíquese, ¿lleva la documentación?
Motorista: Soy un mosso fuera de servicio.
G: Ya señor, pero usted iba a noventa kilómetros por hora y eso es conducción temeraria.
M: Mi idioma es únicamente el catalán. No le entiendo.
G: Señor, no le quiero faltar al respeto en ningún momento, el castellano me sale de forma natural y espontánea.
El mosso comenzó a indignarse y alterarse ante la mirada perpleja del guardia urbano. Es entonces cuando comenzaron los insultos.
M: Tú eres un fascista y lo que estás haciendo es una represión lingüística al catalán. Es una vergüenza para la policía de Cataluña que haya agentes con este comportamiento fascista.
El mosso siguió amenazándole con ir a los medios para hacer pública la represión del catalán.
Al lugar acudieron un sargento y un inspector de los mossos y un cabo de la Guardia Urbana. Lo primero que hicieron fue un control de alcoholemia, y el mosso estaba limpio. En la denuncia en el juzgado de guardia el mosso dijo que el urbano le había dicho que «esto es España y te hablo en español».
Y así quedó aquella jornada de dimes y diretes con seis agentes en medio de la calzada, discutiendo por la lengua, dejando a un lado el motivo de su detención: ir a más de noventa kilómetros por hora en una vía que tiene limitada la velocidad a cincuenta.
El tema del tráfico y la lengua da para mucho.