Iguales, sí… pero con diferencias

La sanidad es una mina a la hora de encontrar absurdos sobre las competencias autonómicas. Es una de las materias que se transfirieron de forma más alocada. Los gobiernos regionales tenían prisa por controlarla, porque es a la que más rentabilidad electoral se le puede sacar. Quizá usted no pase en toda su vida por un juzgado, pero ¿cuántas veces lo ha hecho por un ambulatorio? Seguro que muchas más. Lo malo es que además de haber abundantes absurdos, algunos son sangrantes y, de no ser porque hablamos de vidas humanas, sería como para crear un concurso.

Desde que nacemos hasta que morimos, y esto no es una frase hecha, nos encontramos con diferentes políticas sanitarias responsables de que, por ejemplo, en el País Vasco el porcentaje de cesáreas sea de un 12 por ciento, mientras que en Extremadura es de un 31 por ciento, o que a la hora de los cuidados paliativos, las denominadas leyes de muerte digna solo estén reguladas en Andalucía y Aragón.

Vale, con o sin cesárea, el caso es que ya hemos nacido, y ahora ¿qué?

—Pues a vacunarse —respondería el pediatra.

—Muy bien, y ¿cuándo y con qué vacuna empiezo?

—Eso depende de dónde hayas nacido.

—¿Cómo? Pero vamos a ver, ¿no nos han hecho a todos los bebés en serie? Hermosotes, sonrosados… ¿Me estás diciendo que a mí, con lo rico y mono que soy, que mira cómo abro la boquita, no me vas proteger de la misma forma que a otro que vive en Madrid o en Andalucía?

—Pues no, así que madura —concluiría el pediatra.

Madurar. Una buena idea para aplicar al propio sistema de vacunas, que no es uniforme: cada una de las diecinueve comunidades actúa por su cuenta. Como dicen todos los pediatras: la vacunación generalizada y sincronizada es una de las medidas preventivas más eficaces. Ha ayudado a erradicar enfermedades como la viruela y a reducir de una forma «impresionante» los casos de otras como la difteria o la poliomielitis. Esto es de sentido común. Sin embargo, no parece que lo sean para las autoridades, pues las diferencias a la hora de vacunar son notables. Solo en Ceuta, Melilla y Cataluña, por ejemplo, dispensan la vacuna de la hepatitis A. El País Vasco, en cambio, es la única comunidad que apuesta por la de la tuberculosis. Además, los calendarios también son diferentes. La vacuna de la varicela, vaya como ejemplo, es absolutamente recomendable a temprana edad, pero solo Madrid, Navarra y Melilla la dispensan a los quince meses. En el resto se administra en la adolescencia y en el caso de que no se haya pasado la enfermedad.

No solo las vacunas tienen un mapa diferente. También las pruebas a los recién nacidos. En Madrid se realiza de forma habitual la de la fibrosis quística, una enfermedad que afecta sobre todo a los pulmones y al páncreas y que se detecta con una prueba de talón. Esta patología genética grave sigue siendo la más frecuente de occidente. Las asociaciones de afectados han pedido la implantación de la prueba en todos los lugares y de forma obligatoria. Javier, uno de los padres de estos enfermos, cuenta su historia. Él es de Valencia; cuando nació su hija, no tenían implantada la prueba: «Le detectaron la enfermedad cuando tenía cinco años. Antes estuvimos yendo a médicos que nos daban siempre la misma respuesta: tos de las vías altas. Si hubiese nacido en otra comunidad donde hicieran la prueba de manera sistemática, habrían detectado antes la enfermedad y prolongado, así, su esperanza de vida. Ella sigue viva aunque el daño está hecho y necesitará un trasplante de pulmón».

Al igual que Valencia, tampoco Cantabria, Castilla-La Mancha, La Rioja y Ceuta tienen implantada la prueba de la fibrosis quística. Rafael Carrión, de la Asociación Valenciana de Fibrosis Quística, dice que parece algo inminente que se empiece a realizar. Sin embargo, tampoco olvida el desconocimiento que tienen los consejeros y altos cargos de lo que se hace o no en su propia consejería: «A un alto cargo le dije que cómo era posible que en Valencia no se hiciese la prueba. “¿Cómo que no hacemos la prueba?”, me contestó —comenta Carrión, y continúa—: Se quedó muy sorprendido e inmediatamente llamó a un asesor y le escuché decir: “Además, esto no debe costar mucho, ¿no?”. Es decir, ni lo saben y ni se lo habían planteado. Tiene que ser un tío de fuera el que se lo recuerde».

El senador popular Jesús Aguirre lanzó una propuesta en la cámara alta para implantar un calendario de vacunación común a toda España. Con esta iniciativa también se pretendía abaratar los costes, porque si se comprara un gran volumen de dosis al mismo tiempo se ahorraría dinero. Lo sorprendente de todo esto es que, pese a ser un problema reconocido por todas las comunidades, el Senado la rechazó.