La guerra cada uno por su lado

Decía De Gaulle, el líder francés de la posguerra europea, que «la política más cara, la más ruinosa, es ser pequeño». Vamos a un ejemplo que todo el mundo entiende: el fútbol. A principios de 2011 el Ministerio de Industria ofreció al F. C. Barcelona llevar en sus camisetas, a cambio de varios millones de euros, la siguiente leyenda: «Visit Spain, visit Barcelona». Pero «no hubo forma de llegar a un acuerdo», como dijo el entonces ministro, Miguel Sebastián. Sin embargo, el que sí aceptó fue el Real Madrid, con el eslogan: «Visit Spain, visit Madrid». Fue entonces cuando desde el Barça se acusó al Real Madrid de ser un club favorecido por el gobierno. Finalmente, la junta directiva del Barcelona prefirió llevar en el pecho «Qatar Foundation», patrocinando así una tiránica dictadura petrolera en la que, por ejemplo, las relaciones homosexuales están castigadas con latigazos y penas de cinco años de prisión.

Nos hemos convertido en un país de una mentalidad paleta en la que al vecino del pueblo de al lado se le tira al pilón. Si no, no se entiende que, por ejemplo, un consejero de Agricultura de la Generalitat de Cataluña, Josep Maria Pelegrí, dijese a mediados de 2011 que «si entramos en un restaurante y consumimos vino de La Rioja, no estamos ayudando al empresariado catalán». Pero ¿es que este hombre no se acuerda de la que se montó con el cava catalán en las Navidades de 2005? Entonces las ventas cayeron por culpa de un boicot de los consumidores en rechazo a declaraciones de este tipo. Destacaban las del vicepresidente de la Generalitat Carod Rovira, que entre otras muchas dijo que prefería que el Comité Olímpico Internacional no le diese las Olimpiadas a Madrid.

Perlas de este tipo hay un montón. Por citar las primeras, las del ex-presidente Jordi Pujol. En 1976 en su libro La immigració, problema i esperança de Catalunya decía que «el andaluz es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que desde hace cientos de años pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual».

Una de las últimas perlas es la de Josep Antoni Duran i Lleida, que dijo en octubre de 2011 que los campesinos andaluces «reciben un PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo». Entre medias está el llamamiento de Lluís Soñe, de ICV (Iniciativa Catalunya Verds), para «apadrinar a un niño extremeño», e incluso casos como Manuel Milián, ex-diputado autonómico del PP en Cataluña, que dijo que «Cataluña, y lo he dicho muchas veces, es la teta que alimenta a España». Por cierto, el tema teta se repite bastante, también Carme Ruscalleda, la famosa cocinera catalana, en una entrevista en El Mundo se inclinaba por esta imagen: «Me imagino que la gente de fuera de Cataluña debe de pensar que se les va a cerrar un grifo, o que se les va a quitar una teta, y los catalanes estamos hartos de ser esa teta».

El caso es que un estudio de la Generalitat, elaborado por Modest Guinjoan y Xavier Cuadras, concluía que la secesión de España tendría más beneficios que costes. Preveía que en el caso de un boicot al 40 por ciento de productos catalanes por parte de los consumidores y un 20 por ciento por parte de las empresas del resto de España equivaldría a una caída de la economía de un 4 por ciento. Pero como, según ellos, el déficit fiscal de Cataluña respecto a España es un 9 por ciento, al final saldrían ganando.

Llegados a este punto, le proponemos una prueba: ¿cuántos nombres de lander alemanes, de departamentos franceses o de provincias italianas es capaz de decirnos? Y eso que los tenemos aquí al lado. Ahora hagamos lo mismo con cualquier otro país del mundo: Argentina, Canadá, Japón… Pues lo mismo pasa con nuestras comunidades. Si les preguntamos a los extranjeros sobre cuáles son nuestras regiones, no tienen ni idea. Sin embargo, nos gastamos un dineral en ir cada uno por nuestro lado pretendiendo convencer a todo el mundo de lo contrario. Ejemplos hay para aburrir. Así, en la feria anual de vinos Prowein de Düsseldorf, en Alemania, uno va y se encuentra con los vinos de Argentina, que iba representada por un único organismo, Wines of Argentina, y dentro de su stand las diferentes denominaciones. Lo mismo pasa con Chile, unidas todas sus bodegas en Prochile, y así todos los países menos uno. ¿Adivina cuál? Efectivamente, el nuestro. Para no faltar a nuestra fama de ejército de Pancho Villa, en el que va cada uno a la suya, el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) tenía un stand para representar a las bodegas españolas en Wines from Spain, pero cada comunidad prefirió desmarcarse de él. Así nos podíamos encontrar representaciones del IPEX (Instituto de Promoción Exterior de Castilla-La Mancha), IVEX (Organismo de Promoción del Comercio Internacional de la Comunidad Valenciana), EXCAL (Exportaciones de Castilla y León), Vinos de Cataluña, etc. Créanos, algunos de los visitantes al vernos pensaron que habían bebido más de la cuenta.

Lo mismo sucede en otros sectores. Pese a que nos podemos creer los mejores en el sector textil por tener empresas como Inditex, lo cierto es que la moda española es desconocida. No lo decimos nosotros, sino una consultora, Interbrand, que asegura que esta «tiene falta de capacidad o espíritu asociativo, al ir cada comunidad autónoma por su lado, por la falta de promoción como país». De hecho, señala el informe, en el exterior, se desconoce que marcas como Zara, Desigual, Custo o Loewe son españolas.