Como decía la canción: «España no se acaba donde comienza el mar, todavía hay barca para seguir». Pues igual pasa con la Administración Pública. ¿Creía que todo se acaba en los funcionarios de las consejerías, concejalías y diferentes «ías»? Pues no. La Administración, tanto estatal como autonómica y local, tiene competencia para crear entes. Les queda bien el nombre porque tales creaciones tienen ciertos tintes espectrales. Son organismos un poco fantasmas, hacen cosas propias de la Administración sin estar dentro de ella, porque actúan fuera del control público. Hay diferentes tipos: sociedades mercantiles, consorcios, fundaciones, agencias, organismos autónomos… un gran mosaico de formas jurídicas que lo que favorecen es el oscurantismo de la Administración.
Para ellos todo son ventajas: compiten en el juego económico como una empresa privada en la que se marcan sus propios salarios, sus límites de gasto, etc., pero con las ventajas de hacerlo con dinero público: no les importa perderlo. Como dijo nuestra querida Carmen Calvo, «el dinero público no es de nadie».
Además, el control es muy relativo, porque, por ejemplo, en el caso de las fundaciones cada autonomía las regula de forma diferente. La prueba de que se han convertido en un cajón de sastre que escapa de los tribunales de cuentas de las comunidades: según el Ministerio de Economía en 2003 eran 1.752, en 2011 ya son 2.386. ¿Su deuda? 16.341 millones de euros.
Lo que se consigue con las empresas públicas es una Administración paralela en la que, además de hacer más fácil enchufar a quien se quiera, sus organismos son mucho más serviles a los intereses políticos. Si un funcionario se niega a hacer algo que no considera apropiado a su puesto, no le pueden echar, mientras que si lo hace un trabajador temporal de una empresa pública no le renuevan el contrato. Así de fácil.
Los entes públicos nacían supuestamente para dar una respuesta rápida a las necesidades de los ciudadanos, sin tener que recurrir a la creación de nuevos organismos oficiales, proceso mucho más lento. Pero se ha abusado, se les ha ido la mano tanto que no saben ni lo que tienen. Merece la pena que se descargue de la página web del Ministerio de Economía el listado de los entes autonómicos: es divertidísimo.
Allí encontramos al azar Nieves de Teruel, S. A., cuya finalidad es: «Desarrollo y Explotación Comercial y Turística de Estaciones de Esquí dentro de la Comunidad Autónoma de Aragón».
Así lo dice el registro mercantil de esta sociedad, que tiene un capital social de 9 millones de euros. Hasta ahí, correcto. Pasamos página, y aparece otra empresa, también de la comunidad aragonesa, que se denomina Nieves de Aragón, S. A., con el mismo objetivo. Así que ¿con cuál de las dos nos quedamos? ¿Cuál es la buena? ¿Nieves de Teruel, que vale para todo Aragón, o Nieves de Aragón, que sirve para todo Aragón también? ¿Será cuestión de que los copos son más blancos en una que en otra?
Gracias a este listado nos enteramos de que Canarias tiene su propia Academia de la Lengua. Es una fundación que en 2011 se ha llevado 50.000 euros de subvención, y el año anterior le cayeron 90.000. Vaya por delante que adoramos Canarias, que nos encanta su cielo azul, sus aguas cristalinas y sus valles. Cuando se toca el tema identitario de la lengua, uno tiene que ir pidiendo perdón todo el tiempo para que no le tilden de reaccionario centralista… El caso es que en un diccionario canario encontramos términos como los siguientes:
Bloque: material de construcción.
Chupete redondo: piruleta.
Guiri: extranjero.
Guisar: cocer, hervir.
Otros términos son más locales, ciertamente, pero en fin, de ahí a crear una fundación… Por cierto, que varios parlamentarios canarios se quejaron de que esta fundación no llevaba al día las cuentas. Dicho sea todo ello desde el respeto más absoluto hacia la identidad lingüística.
Un renglón más abajo del listado de entes del archipiélago leemos que hasta diciembre de 2010 existía una fundación para el Instituto Tricontinental de la Democracia Parlamentaria y los Derechos Humanos. ¿Qué le dijimos? Deje de leer novelas convencionales, esta del listado de entes autonómicos es pura novela negra. ¿Sabe por qué? Porque, al parecer, en esta fundación participaba el Parlamento canario, pero curiosamente sus señorías desconocían su existencia. Música de suspense, un poco de niebla… ¿Quién se esconde detrás del Instituto Tricontinental? ¿Es una invasión alien? ¿Está detrás de ella el comandante Spock de Star Trek? Con este nombre, «Tricontinental», ¿qué esperaban? Suena tan futurista como una novela de George Orwell, autor de 1984.
El descontrol es tal que no son extraños los casos como el de la empresa pública Emarsa, en Valencia. Según la investigación judicial, que continuaba a principios de 2012, los gestores de la depuradora de agua dilapidaron 17 millones de euros de la sociedad. Poco a poco se ha ido conociendo que se gastaron 300.000 euros en comidas en cinco años, que se contrataban supuestas traductoras traídas desde Rumanía y se las alojaba en hoteles de lujo.