Sigamos con la ciencia y no salgamos de Galicia, vayamos a O Porriño, Pontevedra. Allí se terminó en abril de 2002 un complejo para la observación y estudio de las aves del parque natural de As Gándaras. El edificio, que contaba con aulas y salón de actos, costó 420.000 euros, de los cuales 300.000 los aportó la Unión Europea y el resto la Xunta. Una vez finalizado el centro, nunca se inauguró. ¿Que ningún político se apuntó al corte de una cinta? Pues así fue. El ayuntamiento de la localidad no lo quiso porque no tenía medios para mantenerlo. Otra vez el lío de administraciones. ¿No le podían haber consultado antes de construirlo? Aquí, en cuanto te despistas te plantan un centro de estudio de aves, debió de pensar el alcalde. El complejo ahora está en ruinas. Lo peor es que se ha tenido que devolver la subvención de la Unión Europea. El caso es que a finales de 2008 la Xunta volvió a reclamar una ayuda europea para restaurarlo.
Uy, uy, uy… esperemos que lo anterior no sea un déjà vu y que el museo de Galicia, que costó 56 millones de euros, no siga el mismo camino. Se inauguró en noviembre de 2011 sin ninguna exposición en sus diecisiete mil metros cuadrados de superficie. Se espera, como agua de mayo, que la primera muestra llegue en el verano de 2012. Hasta entonces no pierda la oportunidad y pásese a admirar… sus paredes blancas.
La subvención europea al proyecto de O Porriño no es nada comparada con lo que nos encontramos al leer, el 1 de junio de 2011, en el Boletín Oficial número 124 de la provincia de Jaén lo siguiente: «Licitación Obra: CO2010-284». La frecuencia cardiaca se dispara cuando a continuación señala a qué obra se refiere: «Creación y dotación del Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez. Proyecto cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional». Sí, las caras de Bélmez, la casa de fachada blanca con humedades en el piso y que algunos se empeñan en decir que son imágenes de la Virgen. Todavía recordamos el reportaje que hicimos sobre esa casa que se caía a cachos y que los científicos califican como un fraude. No podemos olvidar cuando nos reunimos con una cantidad infinita de herederos de la vivienda, eran tantos… Nos ofrecieron comprarla por unos 600.000 euros. «Tú cobras entrada por pasar y vas a ganar dinero a espuertasssss», decía el mayor de los hermanos. Según el BOP (Boletín Oficial de la Provincia) el coste presupuestado de la obra es de un total de 768.457,43 euros —qué graciosos quedan esos céntimos que siempre figuran en los presupuestos y que luego cuelgan en los carteles que anuncian la obra; nos hacen creer que hasta el último euro está controlado—. Pues en este proyecto de apariciones marianas un 5 por ciento lo paga el ayuntamiento, un 25 por ciento la diputación y el 70 por ciento restante la Unión Europea.
¿Cómo consiguieron esto último?
El FEDER (Fondo Europeo de Desarrollo Regional) destina ayudas públicas a las regiones más desfavorecidas. Este establece qué prioridad tienen las autonomías españolas para recibir fondos europeos y lo publica en su «mapa de ayudas», válido hasta 2013. En él constan como autonomías prioritarias para recibir inversiones, como las de las caras de Bélmez, Extremadura, Canarias, Andalucía y Galicia. Eso significa que casi todos los proyectos que proceden de allí los ponen en la bandeja de «aprobados». Las últimas de la lista son Navarra, Cataluña, País Vasco y Madrid. Lo que significa un «no concedido». Al final, España ha recibido desde su entrada en 1985 en la Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea, ayudas equivalentes a 120.000 millones de euros. Si actualizamos el valor del dólar de 1945 a nuestros días, equivaldría a un plan Marshall y la mitad de otro. Este fue el programa de ayuda de Estados Unidos a toda la Europa Occidental, salvo España, después de acabar la Segunda Guerra Mundial. El problema es que ahora las ayudas de la Unión Europea tocan a su fin.
Así que dese prisa y solicite una, porque lo de las caras de Bélmez no es una excepción. También por la zona, en Noalejo, se va a subvencionar un museo de un curandero. Ya sabe: váyase solo a un monte perdido de alguna autonomía con carácter prioritario y, como antaño hacían los pastores, baje de él gritando que se le ha aparecido la Virgen. En cuanto encuentre a varios acólitos, ya puede ir solicitando una ayuda para la construcción de un complejo para el estudio del fenómeno. Como ve, cuela. Quizá si vendiésemos la luz eléctrica como un producto mágico y no como un avance científico, tendríamos más suerte en una infraestructura tan vital como es la energía.