Cuántas veces se habrá encontrado con el «enterao» de turno que, para demostrarle lo «buscavidas» que es, le suelta cosas como:
—He conseguido un vuelo a Girona por 15 euros. Un chollo. Me ha salido baratísimo.
Aparte de las sorpresas que le esperan en sobreprecios por facturación de maletas o impresión de billetes, hay otra «alegría» de la que, posiblemente, nunca llegue a enterarse. Puede usted replicarle:
—Ya te lo cobrarán cuando hagas la declaración de la renta, ya…
Seguramente le mire sin entender lo que le dice, pensando que usted es un envidioso, incapaz de moverse por Internet para encontrar semejantes ofertas.
Pero usted lleva razón. Muchos aeropuertos infrautilizados pagan con dinero público a aerolíneas como la irlandesa Ryanair para que aterricen en ellos. Lo hacen para que los aviones traigan visitantes a la ciudad. Faltan estudios que confirmen si los pasajeros que aterrizan realmente se quedan o si alquilan un coche o cogen un tren hacia su destino final. Algunos apuntan, como en el aeropuerto de Santander (Cantabria), que más bien son los habitantes locales los que cogen las maletas para irse de visita al extranjero. En el caso de Girona, en cinco años se pasó de menos de un millón de viajeros anuales a los casi cinco de 2010, gracias a los vuelos low cost. Pero todo tiene un precio, en estos casos se llaman «subvenciones para la promoción turística».
Por el último acuerdo de la Generalitat de Cataluña, la Diputación de Girona y la Cámara de Comercio, habrían de pagarse 7 millones de euros por cada año que Ryanair aterrizara en Girona. Tal es la necesidad de mantener activos estos aeropuertos que las aerolíneas de bajo coste tienen la sartén por el mango. Basta con que amenacen con dejar de volar a un aeropuerto para que la comunidad siga pagando subvenciones. Todo con tal de evitar que quede como un erial, como el de Ciudad Real, y tener que reconocer el fracaso de una infraestructura inútil.
Veamos un caso: en Girona, el anterior gobierno tripartito prometió a Ryanair ayudas de 11,5 millones de euros si traía cuatro millones de viajeros. Pero cuando llegó CiU dijo que no estaba muy de acuerdo, que si la crisis, que si no había dinero… Así que la compañía amagó con irse. Entonces, antes de tener otro aeropuerto fantasma, el gobierno de Artur Mas cerró a comienzos de 2012 un acuerdo con Ryanair por el que esta recibirá una subvención de 8 millones de euros anuales. En el lote se incluyen terrenos para que la aerolínea levante un hotel y un hangar.