Bienvenidos a mi palacio

Si cuando los políticos se van de visita tienen que aparentar subidos a sus flamantes autos, más se tiene que demostrar cuando reciben a otros cargos en sus propias oficinas. Antiguos palacios, sedes de diseño ideadas por los mejores arquitectos, decoración estilo zen, chill out para dar una imagen más desenfadada, mullidos sillones y ordenadores a la última. Son los despachos, los lugares de trabajo de nuestros políticos, ubicados en las mejores zonas de las ciudades, para que quien acuda allí sea partícipe del poder que ostentan. Afortunadamente, los españoles no tenemos que presenciar construcciones tipo los «Siete Caprichos» estalinianos de Moscú, muestra del poder en la capital rusa del régimen de Stalin, que construyó siete edificios idénticos como fiel reflejo de su dominio, pero sí que tenemos que aguantar que los gobiernos autonómicos gasten en ladrillo cantidades ingentes de dinero para albergar a su prolífica población de cargos políticos, disgregados dentro de nuestras ciudades.

En concreto, 500 millones de euros, según denuncia el PSOE, es lo que ha costado ubicar el Ayuntamiento de Madrid en el palacio de Cibeles. El 29 de marzo de 2011, Alberto Ruiz-Gallardón abría al público las puertas del recién reformado edificio. Custodiado por la diosa Cibeles, el palacio alberga los despachos de los miembros del consistorio y oficinas, y tiene una parte para que los ciudadanos puedan visitarlo. La cúpula acristalada, con vistas a la más emblemática plaza de la capital, es la oficina del alcalde desde el 5 de noviembre de 2007. Para poder trasladarse, el edil tuvo que suscribir en 2003 con el entonces ministro de Hacienda Cristóbal Montoro un acuerdo por el que cambiaba Cibeles por el edificio de las Cariátides, en la calle Alcalá 49, para ubicar allí el Tribunal Constitucional. También tuvo que donar a cambio al gobierno central otro edificio o suelo apto para edificar para ubicar el Ministerio de Ciencia y Tecnología, para lo que se alquiló por tres años un edificio de la calle Capitán Haya de Madrid. Ya ve el trueque, te cambio oficina por palacio. El coste de mudanza, obras, remodelación, alquiler de otro edificio… No se sabe con certeza cuánto ha costado todo. Jaime Lissavetzky del PSOE ha bautizado la obra como el «palacio de los Secretos», porque lo de los 500 millones de euros es una cifra estimativa, como siempre en este país, no se sabe bien cuánto pagan o dejan de pagar.

El cambio de edificio y esta gran inversión, según Gallardón, solo tiene una motivación, recuperar el edificio de la Villa, ese que había albergado durante cuatro siglos al gobierno municipal de la ciudad, y que estaba muy destrozado por tanto ajetreo político entre sus paredes. Aunque para cascado el Parlamento británico, uno de los más antiguos del mundo, y a nadie se le ha ocurrido cambiarlo.

Desde 2007, el despacho de Cibeles de Gallardón, y ahora de doña Ana Botella, heredera de la tan anhelada estancia, es una oficina pentagonal, de ochenta metros cuadrados, rodeada de impolutas sillas giratorias blancas, con una mesa de tres metros y medio de largo que reposa sobre cilindros dorados, y coronado por una lámpara tubular de 1962, de los diseñadores Achille y Pier Giacomo, dos de los grandes. La alcaldesa trabaja día a día rodeada de un halo mucho más minimalista (que, en términos de la calle, quiere decir medio vacío y austero, pero muy caro).

Desde entonces las obras de habilitación del palacio no han parado. Lo último ha sido crear zonas de descanso públicas, para que las disfruten todos los madrileños y visitantes, un área de descanso que ha costado 286.000 euros. La zona ha sido definida por su diseñador como chill out (que quiere decir, para los profanos en diseño, un almohadón para echarse, a juego con cortinas voluptuosas, pero a lo fashion, y también muy caro).

Al menos en Madrid ya están instalados, porque lo de los catalanes es otra historia. El Gobierno catalán gasta más de 250 millones de euros al año en alquiler de oficinas. ¿Alquiler? ¿Qué pasa, es que se van a trasladar a otro lugar? La Generalitat tiene graves problemas para pagar a sus funcionarios, pero tiene sus sedes y oficinas en las zonas más exclusivas de la ciudad condal, como si esto de la deuda y la crisis no fuera con ellos.

Según la Memoria de Arrendamiento y Compras de Inmuebles de 2010, el gasto llegó a los 256 millones de euros en alquileres. Lo peor de todo es que estos alquileres se remontan a la época de Jordi Pujol. Vamos a enumerar algunos:

Hay más. Las oficinas gubernamentales de la calle Mallorca cuestan 213.724 euros; la Delegación de Gobierno en Bruselas, 592.023 euros más. Entre centros escolares y oficinas judiciales arrendadas por el gobierno, Educación gasta 86 millones de euros y Justicia 95 millones más. Solo en comisarías de los mossos los catalanes pagan con sus impuestos 29.300.000 euros en alquileres. No es cuestión de abrir un debate sobre si es mejor alquilar o tener un edificio en propiedad. Dicho esto, ¿hasta qué punto nos podemos permitir que nuestras administraciones se endeuden permanentemente alquilando propiedades en zonas y/o edificios exclusivos? ¿No sería una forma válida de revitalizar nuestras ciudades colocar los órganos de gobierno en aquellos barrios donde no pidan un riñón por la instalación de despachos públicos? Por ejemplo, la Asamblea de Madrid se construyó en el sur de la ciudad, cerca de un barrio de realojados.

Y aquí va la pregunta del millón: ¿quién demonios decide que se gobierna mejor en el Palau del Mar que en Terrassa? Un ejemplo: desde hace años uno de los edificios más imponentes de Madrid, el de la Bolsa, es visitado a diario por cuatro brókers prejubilados y un equipo de limpiadores que mantiene el parqué impoluto. Un parqué que desde hace mucho tiempo ya no pisan los agentes de bolsa, que trabajan a distancia gracias a las nuevas tecnologías. Parece ser que el continente guarda ya poca relación con el contenido.

¿Se acuerda de la oficina del ex-presidente Ibarra, la que, según facturas conseguidas por el periódico El Mundo el 30 de mayo de 2011, supuso un gasto de 2 millones de euros desde que se abrió en el año 2007? Pues antes no se ha contado lo elegante que es: en ella hay un sofá de diseño Le Corbusier, valorado en 3.000 euros, que es el ideal para reposar después de un intenso día de trabajo; un perchero costó 567 euros; una lámpara, 679; un cenicero-papelera, 222 euros (no se puede fumar en los centros de trabajo, ¿no?), y por último hay una bonita alfombra roja valorada en 1.800 euros. Son algunos de los gastos de los 471.072 euros que se han dejado en decorar y habilitar el local del ex-presidente. Al principio alquilaron la oficina por unos 2.000 euros mensuales, pero en el año 2009 se decidió ejecutar la compra por un valor de 500.000 euros, entre obras y seguridad se fueron 150.000 euros y en equipamiento 290.788 euros. Pero los gastos de la oficina no incluían solo los de su continente, sino también los de su personal. Según la denuncia de El Mundo, por ejemplo, se gastaron 5.400 euros en nueve uniformes que se compraron al personal de la oficina y conductores… todo, recuerde, pagado por la Asamblea de Extremadura.

Pero ni tanto ni tan calvo. En Bilbao, donde se hace todo a lo grande, han dicho nunca más a pagar el alquiler por albergar su sede municipal. ¿Y qué es lo que han decidido? Pues construirse un edificio de diez mil metros cuadrados como nueva sede. Está edificado al lado de la actual casa consistorial, en un terreno que era un aparcamiento en superficie. Toda la infraestructura municipal está reunida en un macroedificio diseñado por arquitectos autóctonos de prestigio y dicen que les va a costar a los bilbaínos 23 millones de euros. Parece que de ahorro nada. A un millón de alquiler anual, durante veintitrés años podían haber gastado solo un millón al año. En época de crisis, una cosa es cambiarse a algún edificio de por ahí que salga gratis, y otra muy distinta edificar algo nuevo con una inversión tan alta. Eso no es precisamente ahorrar. Pero espere, un momento, el otro edificio se va a quedar para actos protocolarios e institucionales… Entonces, ¿seguiremos pagando el millón de euros de la actual sede? Nadie lo sabe, ni dice nada. Por supuesto, el coste total exacto de las obras no ha trascendido. Otra vez oscurantismo y presupuestos que luego se engordan, como ocurre con cualquier obra o reforma en su casa, que le dicen que va a costar tanto y luego sale por mucho más. En fin, todo sea porque en la nueva sede todos los trabajadores gozarán de cristaleras para dar luminosidad a sus puestos de trabajo. Eso sí, comodidades que valen 23 millones… o lo que sea.