Porque yo lo valgo

23 de junio de 2011. Josep Monrás (PSC), alcalde reelegido de la localidad catalana de Mollet del Vallès, acude al pleno. En su periplo hasta el edificio municipal le sigue una riada de indignados que le increpan a cada paso que avanza. En la puerta del consistorio lo esperan cientos de representantes del movimiento 15-M. Custodiado por agentes de la policía local, el edil no agacha su cabeza ante los gritos de «sinvergüenza y caradura» que le propinan los vecinos.

Josep entra en el ayuntamiento mirando por encima del hombro. Allí está Teresa, jubilada de sesenta y cinco años, que no puede apartar la mirada del alcalde. Quiere que le devuelvan su voto. Pero la decisión de Monrás está más que tomada. El pleno se reúne para votar. Pese a que Josep no cuenta con la mayoría absoluta, tiene los apoyos de todos los grupos locales, menos ERC, que se abstiene, e ICV, que vota en contra.

Lo ha conseguido: el alcalde es un 10 por ciento más rico. Aunque su iniciativa no se ha cumplido como él había soñado. Este señor quería pasar de cobrar 59.000 a 78.000 euros, un 32 por ciento más de nómina; pero las presiones de la opinión pública lo han dejado en tan solo 65.000 euros anuales. Pobrecillo.

Al alcalde no le tembló el pulso en una rueda de prensa al decir que «el sueldo de 78.000 euros al año es el que toca». Según él, esta decisión es acorde a lo que expone la Federación de Municipios Catalanes (FMC), que recomienda que en un municipio como Mollet, de cincuenta y dos mil habitantes, el alcalde debería cobrar un máximo de 80.600 euros. ¿Les hemos dicho ya que estas recomendaciones de sueldos por parte de las diferentes federaciones de municipios las votan los propios alcaldes? Si votara usted, ¿le parecería razonable un sueldo de 80.000 euros para un alcalde que regenta a cincuenta mil habitantes? Retomemos la comparación, aun a riesgo de ponernos pesados. ¿2.000 euros más que el presidente del Gobierno, que gobierna a 45 millones de españoles? Izquierda Unida ya propuso a principios de año que ningún cargo público pueda cobrar más que el presidente del Gobierno. Ni que decir tiene que la propuesta ni siquiera se tomó en consideración.

Dejando a un lado las recomendaciones de instituciones y el sentido común, el señor Monrás ha perdido mucho, sí, no se equivoque. Este buen hombre, político de pro, que vela por los intereses de sus ciudadanos y por sacar de esta crisis a sus votantes, era el responsable de Deportes de la Diputación de Barcelona en la época en que gobernó el tripartito en Cataluña. Entonces el señor alcalde, y siempre se defiende con esto, dejó de cobrar su salario como regidor, porque tenía que elegir uno de los dos sueldos, así que optó por el más alto, por los 83.000 euros como responsable deportivo de la diputación. Por eso ahora que ya no trabaja en la diputación, lo primero que ha hecho al ser reelegido es subirse el sueldo, a ver si, así como quien no quiere la cosa, su nómina llegaba a parecerse a las anteriores. Y no solo ha aumentado su sueldo: el de los concejales, también.

Lo mejor de toda esta historia es que el regidor asegura que lo que está haciendo es congelar los sueldos tal y como estaban en el año 2007. Claro, don Josep, muy listo, los sueldos que existían antes de bajarlos por la crisis. Porque una cosa solo: ¿usted sabe que estamos en crisis o no? Pregúntele a Teresa, esa jubilada que no vio a su lado cuando entraba al pleno. Ella sí que tiene un mísero sueldo, una pensión congelada de apenas 300 euros al mes. Hable con ella y explíquele el porqué de subirse su sueldo, a lo mejor le comprende.