Las recomendaciones de sueldos no parece que importen mucho en Santa Eulària des Riu (Santa Eulalia del Río), en Ibiza. Este municipio, dividido en cinco parroquias, es el segundo más grande de la isla, con una población total de treinta mil habitantes. Un pueblo tranquilo, pintoresco y que es el enclave ideal para el veraneo de miles de familias. Pues bien, su alcalde, don Vicent Marí (PP) percibe un salario bruto de 56.994 euros al año. Los seis concejales con dedicación exclusiva ganan 46.000 euros. Además los siete cargos de este consistorio pueden sumar a sus retribuciones mensuales hasta 695 euros más en conceptos de indemnizaciones por viajes, gasolina, o gastos de representación tales como comidas de trabajo. Si lo multiplicamos por doce meses, el alcalde cobra entre sueldo y honorarios un total de 65.334 euros al año.
Podría pensarse que treinta mil habitantes son muchos y eso requiere esfuerzo. Pues a ver qué le parece el siguiente caso: El Rosario, dieciocho mil habitantes, en Tenerife. Su alcalde cobra 72.800 euros anuales frente a la recomendación de la Federación de Municipios, que es de 36.200 euros. ¿Que tampoco le parece mucho? No se preocupe, hay ejemplos para aburrir. Veamos este otro: La Pola de Gordón, en León, que no llega a los cuatro mil habitantes. El regidor cobrará 1.800 euros al mes por media jornada de trabajo, si fuese dedicación exclusiva cobraría 3.600. Pero es que además tiene sus comisiones informativas, por las que se cobra 30 euros si se asiste, y 100 euros si se acude a la junta de gobierno, y 120 si se acude a un pleno del ayuntamiento.
En Cataluña la Federació de Municipis propuso que se publicaran por norma las retribuciones íntegras de los cargos políticos, con sus pluses por asistencia a otros órganos administrativos y la parte que derivaban al partido. Pero ahí se quedó todo, en una propuesta. Excusas políticas hay varias, como la que vimos en el televisor de una cafetería. Lo decía Duran i Lleida, de CiU, que se erigía en portavoz del cabreo que parecen tener todos los políticos con usted y conmigo, aparte de con el resto de España. «Estamos cansados de este ataque continuo, la opinión pública cree que somos una cuadrilla de vividores. Los políticos están mal vistos. Pero estamos muy mal pagados. Por eso cada día es más difícil encontrar gente válida que quiera dedicarse a la política. Estamos peor pagados que en el resto de Europa», dijo el portavoz de CiU en un tono bastante elevado.
—Curioso —nos dijo Pepe, el camarero—, a mí me pasa lo mismo, que cobro la mitad que un camarero francés.
—A nosotros también —dijimos concluyendo la conversación y marchándonos pensando en lo curiosa que es la gente. Muy pocos quieren ser presidente de la comunidad de vecinos y, sin embargo, para ir en la lista de una alcaldía o comunidad autónoma no faltan candidatos. ¿Será porque pagan? Algunos expertos opinan que si bajasen las remuneraciones de los alcaldes solo los ricos se dedicarían a la política.
En muchos pueblos de España ser alcalde cuesta dinero y prestigio. Primero porque no se cobra, y segundo porque la gente piensa, por culpa de la corrupción tan extendida, que se está beneficiando de su cargo. Pero no es la norma. El despilfarro en nóminas está ocurriendo en una situación coyuntural en la que los ayuntamientos no tienen, literalmente, ni un duro. Si nos vamos hasta Morón de la Frontera, en Sevilla, y buceamos en su página web municipal, nos encontramos con un titular alarmante: «Situación grave del Ayuntamiento de Morón».
Allí leemos unas declaraciones de su actual alcalde, Juan Manuel Rodríguez (PSOE): «Nos hemos encontrado con una desagradable herencia, porque no solo hemos heredado la deuda, sino también el cansancio de unas administraciones y entidades ante un ayuntamiento que no ha cumplido con sus compromisos de pago».
El susodicho ayuntamiento no paga las facturas y sufre cortes de luz y de telefonía; tiene más de tres millones de deuda con la empresa concesionaria de la gestión del agua en el municipio; además debe un millón y medio de euros a la hacienda pública y cuatro más a la empresa concesionaria de la limpieza viaria en el municipio.
Dentro de este desaguisado y esta situación insostenible, que según don Manuel Rodríguez ha heredado del anterior equipo gobernado por el PP, el alcalde cobra 54.540 euros anuales, 4.545 al mes, por su función. Y lo crean o no, ha puesto de su parte, porque ha rebajado su sueldo nada más y nada menos que un 17 por ciento, 900 euros menos al mes de lo que cobraba su predecesor, Morilla. El nuevo consistorio ha dejado en 687.000 euros anuales los gastos en sueldos. Desde luego es todo un ahorro en una situación crítica. Por cierto, todo este gasto en cargos públicos se hace en una localidad, otra vez, de treinta mil habitantes.
En este elenco de grandes nóminas y gastos costeados por los contribuyentes hay excepciones y curiosidades. En Teruel, la capital de provincia menos poblada de nuestro país, 35.241 habitantes, el alcalde Manuel Blasco, que tiene dedicación exclusiva, no cobra nómina. No, no se haga ilusiones, no ha sido por elección propia. El político es senador y es incompatible recibir las dos pagas. Si volvemos a la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y leemos su Código de Buen Gobierno vemos que recomienda «la dedicación exclusiva de los alcaldes y alcaldesas de los municipios de más de dos mil habitantes». Pero el alcalde de Teruel no tiene dedicación exclusiva, porque lo tiene que combinar con su trabajo de senador. Nos preguntamos: si un alcalde como el de Morón cobra casi 55.000 euros anuales para una población de treinta mil, ¿será porque tiene mucho trabajo? ¿Si el de Teruel, con los mismos habitantes, no cobra porque combina dos trabajos, es porque no hay tanto que hacer? ¿Qué diferencia hay entre las dos ciudades para que uno se dedique en exclusiva por un pastón y el otro no? Y por último, ¿puede ejercer su función de senador el turolense? Desde luego, un trabajo que se hace a medias no es un trabajo completo. Pero lo olvidábamos, al Senado se va si se puede; si no, no pasa nada.