Vestida de rojo y con la voz entrecortada, subía al escenario el 22 de mayo de 2011. María Dolores de Cospedal era elegida presidenta de Castilla-La Mancha. La ilusión y el triunfo se vieron empañados días después al conocer los números que le legaba su predecesor Barreda. Según el Síndico de Cuentas, Tribunal de Cuentas autonómico, nada más y nada menos que un agujero negro de casi 7.000 millones de euros de deuda.
Así que María Dolores cogió la tijera, esta vez no para cortar bandas e inaugurar lugares para la foto de precampaña, sino para prometer que en su gobierno se iba a pegar un tajo a todo lo que sobrara. Y así presentó a los diecisiete enanitos, y cómo ella los iba a suprimir de un plumazo. Lo primero, el defensor del pueblo. Porque en España hay diecisiete defensores del pueblo, diecisiete tribunales de cuentas, diecisiete organismos reguladores de la competencia, diecisiete consejos consultivos, ahí es a donde van a parar los ex-presidentes, a esas y otras muchas entidades que se duplican y triplican creando una ensalada de instituciones difícil de aliñar.
Así comenzaron los recortes. Los azules se ponían morados a recortar. El plan de adelgazamiento de nuestra Administración se ponía en marcha. Ni la famosa dieta de salvado podría dejar a nuestras instituciones más esbeltas. Fueron como los fenómenos naturales, en los lugares menos esperados:
Tsunami Cospedal. El fenómeno de los fenómenos, obra de la precursora. Arrastró a su paso a ochocientos interinos y a ocho mil empleados públicos en Educación, en Sanidad y en las empresas de la Administración.
Volcán Murciano. El gobierno de Ramón Luis Valcárcel, encajonado por una deuda de 2.106 millones de euros, reducía el horario de los ambulatorios y 27 millones en Educación. El 30 por ciento de las subvenciones para atención a dependientes e inmigrantes se solidificaba como los ríos de lava.
Tifón en Extremadura. José Antonio Monago soplaba hacia la reducción de coches oficiales y 22 millones en el presupuesto de publicidad.
Huracán Herrera. Fue de esos que se ven en las imágenes de satélite que hacen pensar que se avecina la tormenta perfecta en Castilla y León, pero no. Su ejecutivo solo ha reducido los servicios sociales, 46 millones menos, y la vivienda, 53 millones.
Terremoto Aguirre. Con una fuerza de 18 a 20 en la escala con la que se miden las horas lectivas de los profesores, removía los cimientos de la Educación madrileña. Ahí es donde había que atacar según ella. La Comunidad dejaba de contratar a casi mil interinos.
Maremoto Feijóo. El epicentro de todo pasa por privatizar los hospitales. Corte profundo en Sanidad (245 millones) y en Educación (254). Supresión de la gratuidad de los libros de texto para cuatro de cada diez familias gallegas.
La sequía de Artur Mas. O más bien una helada invernal en Cataluña. Congelados se quedaban todos los sectores en la Sanidad. Menos horas de consultas, de interinos, de medicamentos, doctores y sanitarios en paro o con sus nóminas muy reducidas eran la consecuencia principal, pero sin duda alguna, los más perjudicados fueron los enfermos:
—Aureli, ¿por qué no fuiste ayer al ambulatorio?
—No, es que ayer el médico no estaba, ahora solo pasa consulta los viernes.
—¿Pero no te tiene que dar la receta? Yo fui a pedir cita para la mía.
—No, qué va, si ya no entra ese medicamento, ahora me tomo tila en vez del ansiolítico. Es más barata y más sana.
—¿Y qué vas a hacer?
—Pues mira, por el momento me voy al cine con mi nieto, que ponen la del chico ese que hacía de rapero en la tele, Homes de negre III.
Pues sí, porque don Artur Mas, con una Sanidad patas arriba dio un millón y medio de euros extra, el doble que en 2010, para que más de cincuenta películas norteamericanas se pudieran doblar al catalán. La crisis no parece afectar a este sector. Millón y medio para Hollywood en catalán y Aureli contento de ver a Will Smith en su lengua materna. Eso sí, con la tensión por las nubes.
Así, los gobiernos autonómicos se cargaron cincuenta consejerías y más de doscientos altos cargos, un 30 por ciento del total. Es decir, que quedan por ahí cuatrocientos altos cargos más. A eso vamos.
¿Es necesario que haya una crisis tan gorda como la que tenemos encima para darse cuenta de que sobran cargos y organismos? Nuestros políticos ni han ahorrado ni han recortado gastos superfluos durante la bonanza. Austeridad y recortes de algo que sobra no es ahorro, es simplemente sentido común. Pero ya se sabe, en épocas de escasez hay que ver bien dónde va cada euro.
Tijeretazo histórico de nuestra democracia, 5.000 millones de euros menos en los presupuestos, reducción sobre todo en Sanidad y Educación. ¿Por qué? ¿Es que no hay otras partidas de donde quitar?