La economía es un asunto demasiado importante como para dejarlo en manos de los políticos. No lo decimos nosotros, lo dice Keynes, tal vez el economista más prestigioso de todos los tiempos. Al leerlo pensamos que no era para tanto, hasta que en 2004 nos golpeó en la cara una frase que nos hizo cambiar de opinión: «El dinero público no es de nadie». Su autora: Carmen Calvo, entonces ministra de Cultura. Así que ya sabe, para los políticos usted y yo somos «nadie».
El 15 de enero de 2007 se publicó en el periódico El País una entrevista al entonces presidente, José Luis Rodríguez Zapatero. Una de las respuestas acababa así: «En 2009 o 2010 superaremos a Alemania en renta per cápita». El periodista reiteró la pregunta:
—¿Dice que vamos a superar a Alemania en renta per cápita?
—Sí. Claro que sí. Sí.
—¿En solo dos o tres años?
—Sí, sí. De aquí a 2010 les podemos superar perfectamente. Igualar y superar ligeramente.
Sí señor, eso es lo que se llama conocer la situación. Bueno, que no se rían los del PP, porque Rajoy estuvo toda la campaña electoral diciendo que no subiría los impuestos y fue lo primero que hizo como presidente del Gobierno.
El caso es que si entonces alucinamos al leerlo, no queremos ni pensar lo que tuvo que ser escucharlo en directo. En fin, ese día nos acostamos con enormes ganas de que llegara 2010… hasta que llegó. De camino a esa fecha, en el verano de ese 2007, Pedro Solbes, entonces ministro de Economía, aseguró que «los efectos de la crisis hipotecaria estadounidense tendrán un impacto relativamente pequeño en España». Y apostilló Zapatero, ya acercándose a 2008: «No hay atisbo de recesión económica». Entonces pensamos que no debíamos preocuparnos: claro, si en 2010 vamos a tener más dinero que un alemán, no habrá problema.
Ante tanto frenesí de buenas perspectivas y predicciones tan esperanzadoras, la mayoría nos compramos una casa cuando costaba el doble de su valor, un coche de alta gama, reformamos la cocina y nos fuimos de viaje al Caribe. Todo gracias a nuestro amado banco, que cada vez que nos acercábamos a la ventanilla no paraba de darnos créditos. Además, por cada uno que nos concedían, el director se llevaba una comisión. Todos contentos. Por fin llegó 2010, y no saben con qué ganas tomamos las uvas esa Nochevieja. Pero a la cosa no se le vio el color. Llegó 2011 y el 2012, y ya no es que pintara mal, es que no había ni para pintura: más de cinco millones de desempleados, el paro español triplicaba con creces el alemán y su crecimiento económico era ocho veces mayor que el nuestro. Nuestra renta per cápita estaba no solo por debajo de Alemania, sino de la media europea. Por tanto, no es de extrañar que muchos de nuestros jóvenes salgan de las facultades como clones de Alfredo Landa al estilo Vente a Alemania, Pepe y huyan buscando alguna profesión que no encuentran aquí.
¿Sabía que ya desde 2008 son más los que se van de España que los que vienen? ¿O que la inmigración que más ha crecido en el Reino Unido es la de universitarios españoles? No nos llame desleales, pero a tenor de todos los datos que hemos analizado estamos francamente muy jorobados. Además, dentro del pozo en el que estamos también hay clases, porque, dependiendo de la comunidad en la que se viva, y en lo que al bolsillo se refiere, tampoco todos los españoles somos iguales.