2 de mayo de 2011. Elecciones autonómicas. En juego 68.462 concejales, 8.116 alcaldes, 1.040 diputados provinciales, 157 consejeros de cabildos insulares y 14 presidentes autonómicos.
22.00 horas. El balcón de la calle Génova, en Madrid, está que se cae. Abajo, miles de simpatizantes del PP agitan las banderas, en una explosión de euforia que no cesa hasta altas horas de la madrugada. Arriba, en su sede nacional, la cúpula del PP celebra, con saltitos desacompasados, una victoria sin precedentes. Gallardón y Aguirre, alcalde y presidenta de Madrid, se funden en un abrazo sin fin. Atrás quedan los desacuerdos y los rencores. Sobre todo para Alberto, que ve más cerca su sueño de ser ministro y dejar la política local. Acaban de ganar las elecciones de forma aplastante, su partido ha conseguido ocho millones de votos, lo que se traduce en 12 millones de euros para las arcas del PP. Sí, cada voto que emitimos los ciudadanos lleva acompañada una subvención al partido. Además, hasta para esto somos diferentes, varía según donde estemos empadronados. Por ejemplo, el voto de un madrileño supone 1,01 euros para las arcas del partido que lo recoja, pero en Castilla y León su voto solo vale 68 céntimos.
Aquella noche electoral, la otra cara, la de la sede nacional del PSOE, en la calle Ferraz, era un páramo. Nadie esperaba en sus aceras para aclamar a sus políticos. A las 23.26 horas apareció Zapatero en Moncloa. Corbata roja, semblante cariacontecido y unas palabras que sonaban más entrecortadas que nunca: «Hemos tenido el apoyo de seis millones de ciudadanos, estamos muy orgullosos del trabajo de los socialistas que han perdido y han ganado». Paliza en las urnas, pero recuerde, en política, perder es también ganar… dinero. El PSOE recaudó 10 millones de euros por los seis millones de votos que se consiguieron. Porque en plena crisis las subvenciones estatales a los partidos políticos en 2011 subieron un 9,1 por ciento.
Pese a esto, los socialistas, evidentemente, estaban tristes. Habían perdido el apoyo del pueblo y los meses próximos iban a ser muy duros. Mantener el asiento en el Parlamento, en un consistorio o en una consejería es garantía de vivir holgadamente y sin preocupaciones durante al menos cuatro años. Y eso, en los tiempos que corren, es un chollo. Por eso el 22-M todo era júbilo, por haber conseguido la presidencia de la comunidad autónoma más grande, o por hacerse con el ayuntamiento más pequeño. Porque salir elegido en política es uno de los mejores trabajos que le puede caer: «Se ofrece trabajo de más de 3.000 euros al mes, podrá compatibilizarlo con su actual empleo, período vacacional de casi cuatro meses, dietas, coche a su disposición, teléfono móvil y ordenador portátil. No es obligatorio acudir todos los días a su puesto, salvo casos muy puntuales».
Si usted es político, aparece en las listas de su partido y sale elegido para ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados, está de suerte: le ha tocado el trabajo de su vida. Su asiento le reportará 44.213 euros al año si vive en Madrid. Pero no se preocupe, si usted es de otra comunidad, no tiene que trasladarse a la capital, ni buscar piso de alquiler, ni matricular a sus hijos en un colegio madrileño. Recibirá 2.600 euros mensuales, 55.652 al año, estando en su ciudad de origen y trasladándose al Parlamento cuando sea necesario, y si no va un día, aunque haya una votación importante, nadie se lo echará en cara. Si usted no es político, pero tiene hijos en edad universitaria, no lo piense más, no les pague una carrera, alístelos a un partido, aunque no tengan ninguna ideología concreta, porque está claro que, con cinco millones de parados, el futuro está en la política.
Trabajo seguro, buen sueldo y viajes a costa del contribuyente. Además, los diputados solo tienen que cotizar un máximo de once años para llevarse 2.232 euros cuando cumplan los sesenta y cinco años, mientras que un español de a pie necesita treinta y siete años. El reglamento de nuestra Cámara Baja dice en su artículo 8.1 que «los diputados percibirán una asignación económica que les permita cumplir eficaz y dignamente su función», y para cumplir su función tienen que tener también los traslados pagados y percibir unas dietas acordes a su labor. ¿Es o no es un chollo? ¡Ah! Y también iPads, un milloncete de euros de nada que se gastó la Diputación Permanente del Congreso para que sus señorías disfruten durante las sesiones.
Pues imagínese esas condiciones multiplicadas por diecisiete parlamentos a una media de cien diputados autonómicos por cada región. Y en este caso no es como en el fútbol, en primera o segunda división, porque los diputados regionales tampoco tienen las manos vacías. Comencemos por Madrid. En las pasadas elecciones autonómicas UPyD consiguió ocho escaños en la Asamblea de Madrid. Lo primero que hizo el partido de Rosa Díez fue pedir, en una llamada a la austeridad, que se rebajaran los diputados de la cámara regional de ciento veintinueve, que hay en la actualidad, a cien. También solicitó que los parlamentarios rebajaran sus sueldos un 10 por ciento. Solo por jurar su cargo, un ordenador portátil, teléfono con gastos pagados y cursos de informática e inglés gratis. Lo del teléfono móvil es universal para la mayoría de los diputados de todas las comunidades. El récord se lo lleva la Comunidad Valenciana. ¿Sabe cuánto gastaron los diputados de Les Corts en llamadas? 500 euros mensuales de media. El Parlamento valenciano emitió facturas por valor de 20.000 euros mensuales por el consumo de sus noventa y nueve diputados, 781.029 euros al año solo en teléfono. Al menos ahora les han ajustado los gastos a un máximo de 140 euros al mes. Si se pasan, tendrán que desembolsar la diferencia de su bolsillo.
Sigamos con los asamblearios madrileños. El paquete de extras viene con una tarjeta de pago con 30 euros diarios para peajes, abono de transporte gratuito y 250 euros al mes para taxi… Fíjense qué elenco de posibilidades de movilidad en una región uniprovincial. Aunque muchos a lo mejor no saben para qué sirve el abono de transporte, teniendo en cuenta que el propio ex-consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid, José Ignacio Echeverría, no sabía que existía el bono metrobús. Pero claro, hay que disculparlo, él viaja en coche oficial.
El sueldo medio de los diputados en la Comunidad de Madrid es de 3.607 euros al mes para los que ser parlamentario es su única dedicación en la vida. Si combinan su trabajo en el escaño con otras actividades privadas cobran 1.276 euros, el doble que el salario mínimo. Si un parlamentario madrileño viaja a otras regiones, percibe 94 euros diarios, si viaja al extranjero, 122 euros cada jornada que está fuera. Si además es portavoz de su partido, le corresponden unos 1.800 euros más al mes.
Cojamos otro parlamento al azar, por ejemplo, Navarra. Pese a que en 2011 bajaron sus sueldos entre el 7 y el 15 por ciento, los parlamentarios de la mesa y de la junta con dedicación absoluta cobran 55.602 euros anuales. Los parlamentarios rasos, un global de 49.422 al año.
En el caso de las dietas hay para todos los gustos. En el año 2010, once diputados del PSOE del Parlamento andaluz justificaron gastos en dietas por un importe de 7.158,20 euros. Concretamente, el diputado por Almería Manuel García Quero cobró 2.181 euros solo en desplazamientos.