El león de Comarre
(The Lion of Comarre, 1968)
Escribí El león de Comarre en junio de 1945. Fue aceptado rápidamente (¡y pagado!) por mi primer editor británico, Walter Gillings; por desgracia no tuvo oportunidad de utilizarlo. Tres años más tarde, mi nuevo agente Scott Meredith lo vendió a Thrilling Wonder Stories, que lo publicó en agosto de 1949.
Entonces se perdió de vista hasta que fue publicado en 1968 con A la caída de la noche, por Harcourt Brace. Fue una combinación adecuada, porque los dos cuentos tienen mucho en común. En ambos casos, el protagonista es un joven rechazado por un medio demasiado utópico, y que va en busca de novedades y aventuras.
Recuerden que este cuento lo escribí antes de los explosivos albores de la era del ordenador; al releerlo me hizo gracia ver que había situado la primera máquina pensadora en el siglo XXI, Desde luego, en 1945 no se me había ocurrido imaginar que sólo cuarenta años más tarde habría empresas que venderían artículos rotulados, tal vez prematuramente, como «inteligencia artificial».
No tengo la menor duda de que el verdadero artículo estará en el mercado en el curso del próximo siglo. Mientras tanto, hay una gran oferta de estupidez artificial a precios razonables…
Me alegró, también descubrir que en la vieja libreta donde registré mis escritos de aprendiz, hay después de El león de Comarre un ensayo proponiendo el empleo de satélites geoestacionarios para la teledifusión mundial.
¿Qué fue de aquella loca idea?