Karin se encontraba en su despacho y hojeaba el informe preliminar de la autopsia. Resultaba difícil determinar la hora de la defunción, pero el forense creía que Stina Ek llevaba muerta dos semanas. La causa del fallecimiento se debía a fuertes golpes en la cabeza con un objeto pesado, probablemente una piedra. Karin se sintió mal. Las heridas de la cabeza eran abundantes, no se pudo aclarar mucho más ya que el cuerpo había empezado a descomponerse a causa del calor y la humedad. No obstante, el médico forense pudo hallar rastros de heridas en forma de hematomas y arañazos en brazos, cuello y tórax. También tenía piel debajo de las uñas, lo cual indicaba que hubo un forcejeo. Se habían tomado muestras de ADN y Karin le había pedido al Laboratorio Nacional de Criminología que se diera prisa, aunque el resultado tardaría, por lo menos, un par de días.

Karin sacó los informes forenses de Sam Dahlberg y Valter Olsson. Dedicó las horas siguientes a comparar todos los datos que había conseguido hasta el momento sobre los tres asesinatos. ¿Era posible establecer que se trataba del mismo autor? Por lo visto, Stina Ek había sido asesinada antes que Sam Dahlberg, así que se la podía descartar como asesina. Tanto Valter Olsson como ella habían muerto a causa de golpes en la cabeza, aunque este no presentaba heridas. ¿Qué tenían esas tres personas en común que llevó a alguien a quitarles la vida?

Claro que había muchos lazos entre Sam y Stina. Eran vecinos, pertenecían al mismo círculo de amistades, eran muy buenos amigos. Pero ¿Valter?

Lo único que se le ocurrió fue Ingmar Bergman. Sam era un fanático del director y Stina se había hecho socia de los Amigos de Bergman. Olsson había sido su vecino durante años, desde que Bergman construyó la casa en Hammars en los años sesenta. El anciano parecía haber tenido una buena relación con él. ¿Esa amistad le había costado la vida?