Después de la excursión a Fårö, Karin entró en su despacho. Encendió el ordenador y comprobó el horario de los vuelos a Estocolmo del día siguiente. Quedaban plazas en el de las 10.30, y luego podía regresar a las 17.30. Así dispondría de seis horas en la capital. No soportaba esperar más. Mientras estaba ocupada en la investigación, no podía quitarse a Hanna von Schwerin de la cabeza. Karin no pensaba ponerse en contacto todavía con los padres adoptivos, lo que más deseaba era verla a ella. No quería darse a conocer al principio; solo echar un vistazo. Reservó un billete de ida y vuelta a Estocolmo. Tendría que ser el domingo, era cuando mejor le iba. Esperaba que Hanna no se hubiera ido de vacaciones, pero tendría que correr ese riesgo. En ese caso, por lo menos, vería la casa donde vivía su hija.

Kihlgård y Knutas tendrían que ocuparse de todo. Satisfecha de haber tomado por fin una decisión, se recostó en la silla y colocó las manos detrás de la nuca. Fantaseó sobre cómo sería su hija. Pronto cumpliría veinticinco años. El nombre no tenía por qué significar tanto. Quizá fuera una chica completamente normal.

El timbre del teléfono interrumpió sus pensamientos. La llamada procedía de la Policía de la ciudad de Ventspils, Letonia. Sorprendentemente, el comisario que telefoneaba hablaba sueco. Antes de que ella pudiera preguntar, le explicó que su madre había nacido en Suecia.

—Llamo porque esta mañana hemos hallado el cadáver de un hombre en una barca, al sur del puerto, aquí en Ventspils. Dos chicos lo encontraron mientras buscaban ámbar en la playa. Es probable que el hombre sea sueco.

—¿Qué les hace pensar eso?

—Nos hemos pasado el día buscando a personas desaparecidas en Letonia que coincidan con la descripción. No las hay. El siguiente paso es hablar con nuestros países vecinos. Y por lo que respecta a Suecia, pensé que lo mejor sería empezar por la Policía de Visby, ya que lo más seguro es que la barca procediera de Gotland. Está justo enfrente.

Karin sintió cómo crecía la tensión.

—¿Cuántos años tiene el hombre?

—Diría que unos setenta. Parece una persona curtida, un viejo pescador. También había aparejos de pesca en la barca.

—¿Presentaba alguna herida?

—Sí, todavía no ha llegado el forense, pero según la opinión de nuestro técnico, es probable que el hombre muriese a causa de un fuerte golpe en la cabeza. Recibió varios impactos y presenta contusiones. Y lo más seguro es que llevara un tiempo en la barca, el agente de la Científica cree que, por lo menos, lleva muerto una semana.

—¿Me puede dar una descripción?

—Un metro sesenta y nueve de estatura, cabello oscuro, sin apenas canas. Flaco y nervudo. Ni bigote ni barba. Vestía pantalones oscuros, sandalias y un jersey azul. Tenía una llave en el bolsillo. En la barca había unos prismáticos y un termo de café junto a algunos aparejos de pesca.

Karin tragó saliva. La descripción coincidía al cien por cien.