El trabajo para esclarecer los últimos días de vida de Sam Dahlberg comenzó enseguida. Había que interrogar a toda la gente que se encontraba en Stora Karlsö en el momento de los hechos. Karin telefoneó a su viejo amigo Martin Kihlgård, de la Brigada Central.

—¡Hola, Karin! —gritó al otro lado de la línea.

Tras las frases de costumbre sobre la vida en general, él le preguntó qué deseaba.

—¿Has oído algo sobre el hombre hallado muerto en Stora Karlsö?

—¿Sam Dahlberg, el director? Sí, alguien lo mencionó en el pasillo. ¿Qué ha pasado?

—Según un testigo, se trata de un asesinato. Un windsurfista vio con sus propios ojos cómo alguien lo empujó hacia el precipicio. Pero se encontraba demasiado lejos para saber si se trataba de un hombre o una mujer, y aún menos cómo era la persona. —Guardó silencio—. ¿Qué haces? ¿Estás comiendo?

La pregunta era más que justificada. Apenas podía oír lo que decía su colega en Estocolmo, pues era evidente que tenía la boca llena.

—Disculpa, pero tenemos tanto trabajo que apenas nos queda tiempo para comer. Asesinato, dijiste. ¿Estáis seguros?

—Bueno, el testigo es digno de crédito.

—¡Vaya! ¿Tenéis algún sospechoso?

—Por desgracia, no. Si te soy sincera, no tenemos ni idea. Pero esperaba que nos pudierais ayudar, sobre todo con los interrogatorios. Aunque imagino que si tenéis tanto trabajo no podréis hacerlo.

—Para ti siempre tengo tiempo —afirmó Kihlgård, mientras masticaba—. Dime, al menos, qué necesitas.

Karin le explicó en pocas palabras cuál era la situación.

—Bueno, veo que tenéis mucho que hacer. Pero, si te soy sincero, no creo que ahora pueda enviarte ayuda. Estamos trabajando en el asesinato de las carreras de trotones, ya sabes.

—Sí, claro. —Karin conocía bien la historia de los inexplicables asesinatos, durante los últimos meses, de varios entrenadores de trotones, que había hecho cundir el pánico en el mundo de los caballos. El último había tenido lugar hacía una semana, y la Policía apenas tenía pistas.

—Pero deja que vea qué puedo hacer. ¿Vale?

—Por supuesto. Hazlo. Cruzo los dedos.