51. El plan

El gallo muerto, cómo lo habían matado y por qué lo habían hecho pesaban en el ambiente, que se había tornado aún más sombrío.

Incluso Hardwick parecía apagado, de pie ahora junto a las puertas correderas, mirando a través del campo del lado occidental a Barrow Hill. Miró a Gurney, que estaba sentado a la mesa con Esti.

—¿Supones que el disparo procedía del lugar que señalaste antes, en lo alto del sendero?

—Eso diría.

—La posición de la casa…, la colina, los bosques, las sendas…, todo es bastante similar a mi casa. La única diferencia es que disparó a mi casa por la noche, y a tu gallo a plena luz del día.

—Exacto.

—¿Se te ocurre alguna razón para eso?

Gurney se encogió de hombros.

—Solo lo obvio. La noche es el momento más dramático para cortar la electricidad. Pero si quieres disparar a una de nuestras gallinas, necesitas hacerlo a la luz del día. Por la noche están encerradas en el granero.

Mientras Hardwick parecía reflexionar sobre esto, se hizo un silencio. Lo rompió Esti.

—Estáis suponiendo que Panikos os ha dado a los dos la misma advertencia: que os apartéis del caso, porque os tiene en el punto de mira.

—Algo así —dijo Gurney.

—Bueno, dejadme que haga la gran pregunta: ¿cuánto tiempo pasa desde que dispara a tus gallos a…? —Dejó que su voz se fuera apagando de manera significativa.

—Si de verdad quiere que nos retiremos, y lo hacemos, quizá no haga nada más. Si no nos retiramos, podría actuar con rapidez.

Esti tardó un par de segundos en asimilarlo.

—Vale. ¿Qué hacemos? ¿O no hacemos?

—Seguimos adelante. —Lo dijo como si anunciara que iba a rellenar el salero: su tono no podría haber sido más monocorde—. Empezamos dándole una razón convincente para matarme. Además de una fecha límite cercana. No hemos de elegir la ubicación. Eso ya corre de su cuenta.

—¿Te refieres a aquí? ¿En tu casa?

—Sí.

—¿Cómo imaginas que va…?

—Hay montones de posibilidades. ¿Mi apuesta? Tratará de prender fuego a la casa conmigo dentro. Probablemente con un artefacto incendiario detonado a distancia, como los que usó en Cooperstown. Luego, cuando salga, me disparará.

Esti tenía los ojos como platos.

—¿Cómo sabes que irá primero a por ti y no a por Jack? ¿O incluso a por mí?

—Con la ayuda de Brian Bork, podemos señalarle la dirección correcta.

Como esperaba, Hardwick protestó, e insistió en que él ya era una amenaza para Panikos, con lo cual sería más fácil situarse él mismo como objetivo creíble, pero ese ya no era un argumento de peso.

Aparentemente, el gallo había inclinado la caza hacia Gurney.

Ahora tenían que discutir sobre los detalles, las responsabilidades y la logística.

Una hora más tarde, con una mezcla de determinación y recelo, acordaron un plan.

Esti, que había estado tomando notas durante la discusión, parecía la menos cómoda de todos. Cuando Gurney le preguntó qué le preocupaba, ella vaciló.

—Quizá… podrías repasarlo otra vez. Si no te importa.

—¿Importarle? —gruñó Hardwick—. Sherlock adora toda esta mierda de la estrategia. —Se levantó de la mesa—. Mientras lo repasáis una vez más, yo voy a hacer algo útil, como ciertas llamadas. Necesitamos subir a Bork a bordo lo antes posible, y asegurarnos de que en SSS tienen el material que necesitamos.

Scranton Surveillance & Survival (SSS) era una especie de supermercado tecnológico y de armamento que ofrecía sus servicios a una clientela de empresas de seguridad, paranoides antigubernamentales y locos de las armas en su variedad de jardín. Su logo, SSS, estaba compuesto de tres serpientes que exhibían sus colmillos. Los vendedores llevaban boinas y ropa militar estilo comando. Gurney había visitado el lugar una vez por curiosidad, y se quedó con una sensación desagradable de universo alternativo. No obstante, era la fuente más conveniente para la clase de material electrónico que necesitaban.

Hardwick se había ofrecido a ir a comprar lo que necesitaban, pero primero quería asegurarse de que tenían el material en existencia. Se volvió hacia Gurney.

—¿Dónde hay una señal de móvil más fuerte aquí?

Después de dirigirlo por la puerta lateral al otro extremo del patio, Gurney regresó con Esti, que continuaba sentada a la mesa. Parecía inquieta.

Gurney se sentó delante y repasó el plan con ella.

—El objetivo es dar a Panikos la impresión de que yo voy a salir el lunes por la noche en Conflicto criminal, donde revelaré todo lo que he descubierto sobre el asesinato de Spalter, incluido el secreto explosivo que Panikos ha estado tratando de mantener oculto. Jack está seguro de que puede convencer a Brian Bork y a RAM-TV de que pasen anuncios promocionando esta revelación durante todo el domingo.

—Pero ¿qué haces el lunes, cuando se supone que tienes que aparecer en el programa? ¿Qué vas a revelar?

Gurney rehuyó la pregunta.

—Si tenemos suerte, el juego habrá terminado para entonces y no tendremos que enfrentarnos al programa real. La cuestión es el anuncio de nuestra supuesta revelación y la amenaza que sentirá Panikos, la presión que se le vendrá encima y el plazo límite para silenciarme antes del programa del lunes.

Esti no parecía más tranquila.

—¿Qué van a decir en realidad esos anuncios?

—Trabajaremos en eso después, pero la clave será hacer que Panikos crea que sé algo grande sobre el caso Spalter, algo que nadie más sabe.

—¿No supondrá que habrás compartido lo que has descubierto con Jack y conmigo?

—Probablemente. —Gurney sonrió—. Por eso estaba pensando que tú y Jack podríais necesitar morir en un accidente de coche. A Bork le encantará esa parte de la promoción. Tragedia, controversia, drama…, todas las palabras mágicas de RAM-TV.

—¿Accidente de coche? ¿De qué demonios estás hablando?

—Se me acaba de ocurrir. Pero me gusta. Y decididamente reduce los posibles objetivos para Panikos.

Esti le miró con escepticismo.

—En mi opinión, eso suena exagerado. ¿Estás seguro de que la gente de RAM-TV estará de acuerdo con esa mierda?

—Acudirán como moscas a esa misma sustancia. Estás olvidando que a RAM le encanta la mierda. La mierda dispara las audiencias. La mierda es su negocio.

Esti asintió.

—Así que todo esto es como un embudo. Todo está orientado para canalizar a Panikos hacia una decisión, una persona, una ubicación.

—Exactamente.

—Pero es un túnel bastante endeble. Y el contenedor al que va el embudo, podría tener agujeros en él.

—¿Qué agujeros?

—Digamos que tu embudo funciona, Panikos oye anuncios de promoción el domingo, se lo traga, cree que conoces su secreto, cree que Jack y yo ya no somos una amenaza (por el accidente de coche o lo que sea), cree que sería una buena idea eliminarte, viene aquí a hacerlo… ¿Cuándo? ¿El domingo por la noche? ¿El lunes por la mañana?

—Apostaría por el domingo por la noche.

—De acuerdo. Digamos que viene a por ti el domingo por la noche. Quizá se adentra en el bosque a pie, quizá en un quad. Quizá con bombas incendiarias, quizá con un arma…, o con las dos cosas. ¿Es así?

Gurney asintió.

—Y nuestra defensa contra eso cuál es. ¿Cámaras en el campo? ¿Cámaras en el bosque? ¿Transmisores enviando mensajes aquí, a la casa? Jack con una Glock, yo con una Sig, tú con tu pequeña Beretta. ¿Lo estoy entendiendo?

Gurney asintió otra vez.

—¿No me he dejado nada? —preguntó Esti.

—¿Como qué?

—Como llamar a la caballería para que nos salve el culo. ¿Tú y Jack habéis olvidado lo que ocurrió en Cooperstown? Tres enormes casas calcinadas, siete personas muertas, una cabeza desaparecida. ¿Tienes amnesia?

—No será necesaria la caballería, cielo —la interrumpió Hardwick, que había vuelto del patio sonriendo—. Solo una actitud positiva y el mejor equipo de vigilancia por infrarrojos del mercado. Acabo de conseguir un contrato de alquiler de corta duración para todo lo que necesitamos. Además de cooperación total de nuestros colegas de RAM-TV. Creo que el plan demente de Davey para convencer al lobo de atacar al cordero podría funcionar.

Esti se quedó mirando a Hardwick. ¿Es que había perdido el juicio?

Él se volvió hacia Gurney y continuó, como si le hubieran pedido explicaciones.

—Scranton Surveillance & Survival lo tendrá todo preparado para que lo recojamos mañana por la tarde a las cuatro.

—Lo que significa que volverás cuando oscurezca —dijo Gurney—. No es un gran momento para poner cosas en el bosque.

—No importa. Tendremos el domingo a primera hora para desplegarlo todo. Luego nos pondremos en posición. El productor de Bork me ha contado que empezarán a pasar anuncios durante los programas de entrevistas del domingo por la mañana, luego durante todo el día, justo hasta las noticias de la noche.

—¿Lo harán? —El tono de Esti era acre—. ¿Sin más?

—Sin más, nena.

—¿De verdad no les importa que sean todo tonterías inventadas?

La sonrisa de Hardwick se volvió casi incandescente.

—Ni un poquito. ¿Por qué iba a importarles? A Bork le encanta la sensación de crisis que genera todo esto.

Esti asintió levemente; el gesto mostraba más resignación que acuerdo.

—Por cierto, Davey —dijo Hardwick—, yo en tu lugar sacaría el gallo muerto del lavadero. Apesta.

—Sí, me ocuparé de eso. Pero primero (me alegro de que me lo hayas recordado)…, la cosa es que tenemos un pequeño añadido para los anuncios de RAM-TV: un desgraciado accidente de automóvil.