El tiempo

Nosotros lo inventamos, pero él pasa

Existe un concepto amado por el hombre, pero desdeñado por la mujer: el tiempo.

A ellas, cuando son niñas, les da igual el tiempo. A un niño, no, a un niño le regalas un reloj digital el día de su primera comunión y se vuelve loco: «Mamá, son las doce treinta y siete, ¿seguro que no quieres que te avise a ninguna hora en especial?». Una madre de hijo con reloj digital sufre mucho hasta que descubre cómo utilizar eso a su favor:

—Luisito, baja la basura.

—No quiero.

—Venga, que te cronometro.

Entonces te pones todo tenso. «Venga, dime cuándo salgo». Ella mira su reloj de agujas, con el que es imposible cronometrar nada, y te dice: «¡Ya!». Y sales corriendo, bajas la basura, y subes en el ascensor empujando la puerta para que vaya más rápido. Casi exhausto, cuando estás a punto de llegar a la meta, ves que… ¡tu madre ya no está! ¡Se ha ido! ¡Acabas de batir el récord del mundo de bajar la basura y tu madre no está ahí para dar fe! La buscas:

—¡Mamá, mamá!

—¿Qué?

—¿Cuánto hice?

Y la muy madre mira el reloj y dice… «Ah… Eh… Doce».

¡Qué poco respetan las mujeres el tiempo! Se ve muy claro cuando una pareja convive y dice ella: «Voy a lavarme la cabeza, tardo un segundo». Y no es cierto. Ella ya se ha lavado la cabeza otras veces y un segundo no es eso, un segundo es la duración de 9 192 631 770 periodos de radiación correspondientes a la transición entre los dos niveles hiperfinos del átomo de cesio 133 en condiciones normales.

Paradójicamente, para una mujer sólo hay una unidad de tiempo mayor que el segundo, el segundito: «Voy a lavarme la cabeza, secarme el pelo, peinarme y vestirme, es un segundito». Vivimos en universos temporales distintos, por eso es tan difícil el orgasmo simultáneo.

Todo esto da pie a malentendidos. Te llaman eyaculador precoz. ¿Eyaculador precoz? De eso nada, ¡yo soy un adelantado a mi tiempo!

Sobre cómo las mujeres se refieren al tiempo hay una cosa que me indigna, que digan la edad de los bebés en muchos meses:

—¿Cuántos años tiene?

—Veintiséis meses.

¿Cuánto es veintiséis meses? ¡Dilo en años! Los científicos inventando maneras de medir el tiempo súper minuciosas, los suizos haciendo relojes, los aztecas haciendo calendarios solares, Playboy haciendo calendarios también, y ellas haciendo caso omiso.

Otra vejación que cometen las chicas con el tiempo:

—Por cierto, el otro día vi a tu amigo Fermín.

—¿Cuándo?

—El otro día.

¿Qué es eso de el otro día? ¡Cuándo fue el otro día! El otro día puede ser anteayer, o hace dos años. Excepto el día de hoy, todos los demás días son otros días. Vamos a ver, si en un examen de Historia te preguntan cuándo se descubrió América y pones «el otro día», ¿está bien?

Lo que pasa con el tiempo es que es un invento muy antiguo y ya está viejo.