Las fotocopiadoras

Clonando documentos desde 1980

Ya tenía yo ganas de escribir sobre unos pequeños seres bastante gigantescos: las fotocopiadoras. Ese tamaño no tiene razón de ser. Es el único electrodoméstico que sigue teniendo el mismo tamaño que cuando se inventó. Es un aparato que sólo sirve para copiar un folio y tiene el tamaño de dos lavadoras adultas. Eso es como si la cafetera tuviera el tamaño de un surtidor de gasolina.

Las fotocopiadoras son de ese material poroso de los años ochenta color crema. Eso no dura limpio ni un día. Vamos a ver, ese aparato va a estar en un sitio inhóspito, ¡hazle un color más sufrido! De lo contrario es como ir a la guerra con traje de comunión. Y eso que la fotocopiadora va a estar en un sitio peor que la guerra.

Los sitios de hacer fotocopias son posiblemente los lugares más horribles sobre la faz de la Tierra, son como Mordor. Una especie de zulo con esa luz de tubo de neón tartamudo que hace «tiling, tiling, tiling», y ese ruido de «muuu» constante. Ves al tío que trabaja allí y piensas: «Pobre, ya se ha acostumbrado».

La temperatura que hace allí es rara, es como un calor mecánico. Y hay un olor también raro, como a sudor de folio. Falta oxígeno. Y es allí adentro donde vive el reprógrafo. Se llama así. La Ciencia de la Fotocopiadora se llama Reprografia y su profesional es el reprógrafo. El nombre es horrible también, parece un insulto: «¡Reprógrafo!».

—Creo que el hijo de los del cuarto es reprógrafo.

—¡Qué indecencia! Debería estar en la cárcel.

El pobre reprógrafo es un alma torturada. El reprógrafo macho ha perdido la sensibilidad en las retinas. Hace las fotocopias mirando a la luz fijamente, le da igual. Esos tíos son los únicos que pueden mirar a los eclipses sin una radiografía. Incluso pueden leer la Biblia en un sillón de masaje.

Sabemos muy poco de esa luz de las fotocopiadoras. Sólo sabemos una cosa: no broncea. Si os fijáis bien, los hombres que hacen fotocopias están esmaltados con esa blancura mortecina del reprógrafo macho. Esa blancura extrema, casi radioactiva… Yo creo que si apagas la luz brillan en la oscuridad.

Y a su lado, la reprógrafa hembra. ¿Cómo es la mujer reprógrafa? Es de culo generoso. Tiene el síndrome del dinosaurio de Toy Story. A veces engañan. Sucede el efecto «chica del Telediario». Están detrás del mostrador y de cintura para arriba son guapas y delicadas, pero les dices: «Me acercas un momento esos folios», salen del mostrador y…

Hay que decir que ambos reprógrafos son seres superiores capaces de hacer cosas imposibles. Todos hemos intentado hacer una fotocopia ampliada, o reducida, y es imposible entenderse con el aparato. Y ya no digamos un DNI en la misma hoja por las dos caras y que coincidan. Eso es la alta costura de la reprografía y sólo los reprógrafos lo pueden hacer. Pero poco a poco, este arte decenario se está perdiendo. La fotocopiadora ha tenido una hija que le va a quitar el puesto: la impresora.

La impresora es una fotocopiadora que ha estudiado Informática. A veces nos aprecia y a veces no. En ocasiones nos dice un piropo, como: «Tiene usted una cola de impresión», pero a veces se enfada, se pone caprichosa y habla como el Papa, en tercera persona: «La impresora no responde». ¿O será que tiene una especie de representante que la mantiene al margen y nos dice: «No, mira, es que la impresora ahora no responde»?

En esa ingenua arrogancia viven las impresoras. Pero una noche surgirán los operarios de fotocopiadoras ultrajados, vendrán los reprógrafos y reprógrafas unidos de la mano brillando, en la oscuridad y mirando a través de las paredes para llevarse todas las impresoras a un lugar secreto y volverán a dominar el mundo.