Guardianes de las riquezas de los pobres
Existen unos seres mansos, dóciles y encantadores, pero que resultan letales si se ingieren a deshoras o si se meten varios en una funda de almohada y te golpean con ella en el tórax: los candados.
Los candados se han erigido como los guardianes de la riqueza de los pobres. Cuando los pobres creemos que tenemos algo que es sumamente valioso, le ponemos un candado.
El primer candado que conocemos es el de diario de niña adolescente, que es un traidor. Viene con dos llavecillas pero eso se puede abrir con cualquier cosa, con un alfiler, una cucharilla, un clip, un pez espada… Los fabricantes de diarios han llegado a un pacto con las madres de niñas adolescentes, a fin de que puedan leer los diarios de sus hijas, y corregirles la ortografía si fuera menester. Por ejemplo, la niña pone: Ayer conocí a Quitín, Tivi y Richi y nos fuimos en moto al centro comercial, la madre lo lee y ya les pone los puntos sobre las íes a Quitín, a Tivi y a Richi.
Con el paso del tiempo nos reconciliamos con los candados. El que tiene una bici le pone una cadena con un candado, el dueño de un kiosco de helados le pone un candado. Los obreros ponen un candado en las puertas de las obras… Eso no lo entiendo, ¿será para que no entre nadie a terminarlas?
Los punkis se ponen un candado en la nariz para que no se la roben. Hubo una época en la que se robaban mucho las narices de punkis, porque se les atribuían poderes afrodisíacos. Entonces en el mercado negro podías encontrar polvo de nariz de punki. Dependiendo de lo que se hubiera metido el punkí en la nariz, podía tener efecto afrodisíaco, desatascar cañerías o quitar las manchas de óxido.
En el verano proliferan los candados. Vas a la playa y todo tiene candado, desde las sillas y mesas de las terrazas hasta el pato con asas que hay en la puerta del bar para montarte y echarle monedas. Ese que hace: «Glin, glin, glin… chuip, chuip, chuip…». ¿Para qué le ponen candado a eso? ¿Realmente la gente roba esos patos? No me pega a mí que quede bien con el resto de los muebles de la casa de un ladrón. Además, aunque te lo lleves a casa, cada vez que te quieras montar tienes que echar moneda.
¿Para qué ponen candados a las tumbonas de playa? ¿Quién puede ser tan rico como para tener su piscina particular, su chalé o su playa privada, pero tan miserable como para robar una tumbona usada?
El colmo son los arcones de hielo de las gasolineras, esos que tienen el oso polar dibujado. Cuando la gasolinera está cerrada el arcón está amarrado con una cadena y setenta candados. Yo creo que tienen al oso polar adentro.
¿Quién va a robar hielo en verano? Sales de la gasolinera y como no tengas los cubatas preparados en el coche, antes de llegar al botellón ya se te ha derretido.
También le ponemos candado a la moto: el pitón. Ese candado es muy venenoso, si te comes uno entero puede producir diarreas. Y según qué motos hay veces que el pitón es más caro que la Vespino que guardan.
En definitiva, los candados sirven para que los pobres nos protejamos de nosotros mismos. Ya lo dijo el célebre apicultor: «El candado es un candado para el hombre».