Plantas de algas tomar
Las algas no se llevan bien con el ser humano. Las plantas normales nos suelen dar su aroma o sus frutos… pero lo único que nos dan las algas es asco.
Las algas son el único defecto de la playa. Se mete una chica en el agua y la pobre sale con una guirnalda verde, como un espumillón. Un día salió Falete con una estrella de mar en la cabeza y parecía un árbol de Navidad.
Las algas son las únicas plantas que odian las mujeres. ¿Por qué? Porque no hay que regarlas. Los humanos somos así, sólo damos cariño a los seres indefensos.
Por ejemplo, a las palomas, que son objetivamente repugnante —incluso más que las algas—, se les puede echar miguitas, y por eso hay gente que les coge cariño. A los mandriles esos del culo rojo les puedes echar cacahuetes, a los perros les puedes echar un hueso, a las patatas les puedes echar ketchup… A las algas no les puedes echar ni ketchup. Bueno, no sé, ahora resulta que se comen.
Las algas eran de las pocas cosas que quedaban por probar si eran comestibles. Quedaban las piedras, el fuego, las nubes y las algas. Dijo uno: «A ver si esto es comestible…». Me encanta ese momento, cuando alguien se come algo por primera vez. El primer gallego que se comió una centolla, por ejemplo. Qué miedo, ¿no? Se mueve y tiene ojos y camina y parece una araña y huele a pescado y caga arena… «Voy a ver a qué sabe». Y luego, todo el mundo: «¿Qué tal está?», y ese gallego, irónico: «Es asquerosa. No se os ocurra probarla».
Está claro que la idea de comer algas fue de un japonés. Todos sabemos que Japón es una isla muy pequeña y que están muy apretados. Allí no hay sitio para vacas, ni cerdos, ni comida de verdad, ni nada. Y los pobres tienen que comer algas, miñocas o libélulas…
Aquí hay algo que yo no entiendo: si Japón es tan pequeño y están todos tan apretados… ¿dónde meten todas las instalaciones de Humor amarillo? La tabla de planchar que gira, las zamburguesas, el laberinto del Chinotauro… No parece que les quepa todo eso. ¿Dónde lo meten? Porque el barrizal ése… Eso es inmenso, se tiene que ver desde la Luna, o como mínimo desde el Google Earth. Insto ahora mismo a la gente que tiene instalado Google Earth a peinar Japón (que es pequeñito) hasta que aparezca el laberinto del Chinotauro. ¡Tiene que estar ahí! El laberinto y al lado el chino vestido de Coronel Tapiocca que mira hacia arriba. A lo mejor no lo hacen en Japón y lo hacen en una isla del Pacífico. Imaginad que se estrella un avión allí… Para mí que el final de la serie Perdidos es que están en la isla de Humor amarillo. Encaja todo.
A lo que íbamos: comer algas puede parecer una buena idea al principio, parecen lechugas marinas. Es como si formaran parte de una gigantesca ensalada que es el océano. Además, entre la sal del mar y el aceite que echan los petroleros, la ensalada está aliñada. Y todo lo que vive en el mar es sano, verduras y pescado. Por eso los padres de la Sirenita no la dejaban salir a la superficie, porque iba a andar por ahí inflándose de porquerías.
Aquí la gente no tiene algas en casa. Aquí, la gente, al gas lo tiene en bombonas. Volved a leer el chiste, no os lo creéis, ¿verdad? ¡Qué pasa! Es muy difícil hacer humor de algas. Algo es algo. Y alga es alga. Y halagar a las algas es algo también. Y si yo hago este halago es sólo por una cosa. Porque quiero que no la abandones… amor mío, al alga. Al alga, al alga. Al alga, al alga…