Entre tanto muerto y tanto camposanto estoy perdiendo hasta la alegría de vivir. Esta tarde me llegué a la parcela a sembrar unos pimientos y unos tomates. Cuatro surcos, pero para una ensalada valen. Hice el cuadro orilla la chabola, por tener el agua a mano, y ya estaba terminando cuando apareció el montaraz. Primero se puso de buenas pero terminó preguntándome con mucha sorna cuándo pensaba edificar. Le dije que edificar qué, y él que la casa, que si no era la chabolilla el chamizo de los aperos. Le dije que la chabolilla era la casa y él que no, que no podía ser, que eso no estaba autorizado. Me mosqueé y que quién era el mandria que se iba a oponer, que la parcela era propiedad, y él que el reglamento, y en último término, el propio presidente me lo diría por carta. Me atociné y le dije cuántas son cinco. La parienta se hacía cruces, que si es que no había pagado el plazo de la parcela. Ya la advertí que como estar estábamos al día, pero hay mastuerzos que les gusta meter las narices donde no les importa.
4 junio
Se me presentó Melecio a última hora. Que en la fábrica lleva tres meses sin cobrar. Ésta sí que es gorda. Que la empresa ha reconocido la deuda y les ha dado buenas palabras pero, lo que el Melecio dice, que eso está muy bien, pero con reconocimientos y buenas palabras no se come. Le pregunté cómo había dejado pasar tanto tiempo sin chistar y él, como de costumbre, levantó los hombros y que a ver qué iba a adelantar descubriendo la hilaza. Este Melecio es como Dios le ha hecho; si no habla es por no morderse la lengua.
6 junio
Esta mañana nos topamos con un chaval de pelo rizado y ojos verdes en la cripta del panteón. Miraba sin dejarlo las fotografías y, al vernos aparecer, se presentó como el Silvio Amado, amigo del Toni. Antes de que el patrón reaccionase, le dijo que imaginaba que sería don Tadeo y que Toni hablaba de él con mucha estima. Don Tadeo dijo que no con la cabeza, pero que, no obstante, un amigo de su amigo era también amigo suyo. Se dieron la mano y el señor Piera se la retuvo. Luego me presentó como su secretario y el Silvio Amado me alargó una mano pequeña y sudada. Cuando salimos, don Tadeo, engolosinado con el Silvio, le invitó a almorzar, pero el Silvio que hoy no, que otro día, que tenía que coger el coche de línea de Aranda. El patrón le preguntó entonces si estuvo con Toni antes de morir, y él que natural, que se veían a todas horas y el Toni siempre decía que don Tadeo había sido más que un padre para él. A última hora me tocó llevar al Silvio Amado a la estación de autobuses. Mano a mano me preguntó desde cuándo andaba con el viejo. No me gustó el tono pero se lo dije. No me di cuenta de la intención hasta que llegué a casa. ¡La leche que ha mamado!
9 junio
Pasé por donde Partenio. Según él, el Justo Redondo, el viejo, no tiene más que un compadre y únicamente con hijos varones. O sea que la rubia esa, me dijo, además de puta es una cuentera. Le dije que la Faustina porfiaba que el Justito y ella eran como hermanos, pero el Partenio me hizo ver que aunque a la fiesta no se invitaron capulinas se habían colado más de tres y más de cuatro pero, unos por otros, ninguno las llamó al orden. Con mucha guasa me preguntó si me había enamorado de la prójima, y, lo que yo le dije, que no se trataba de eso aunque era cierto que me tenía encoñado. El capullo se relamía y me preguntó si tan buena estaba, y cuando le dije que tenía el culo tan duro que no se le podía coger un pellizco, tuvo que morderse la lengua para no pedirme el teléfono.
12 junio
Recibí carta del presidente de El Sardón, un vendehúmos. O sea que en la parcela «no pueden construirse mechinales ni efectuar siembras de hortalizas». Está bueno eso. Entonces ¿en qué se conoce que soy propietario? Don Tadeo, que en toda relación humana hay que contar con los demás, y el jodido de mi sobrino José Antonio, que todo lo sabe, que cualquier asociación ha de regirse democráticamente, o sea por mayorías. Ya cargado, le pregunté si es que ni siquiera podía hacer de vientre en una parcela de mi propiedad, y él que si daba olor o a la gente le disgustaba verme las cachas, tampoco; que nadie podía regirse por la ley de la selva. Le pregunté si es que no me quedaba otro remedio que edificar un chalé, y él que una de dos: edificar o vender la parcela, no había otra opción. Me han hecho la santísima.
14 junio
Estuvimos un rato en el parque. El patrón dijo que el Silvio Amado no le parecía mal muchacho. Le conté que al despedirle el otro día en la estación de autobuses me había preguntado por el tiempo que llevábamos juntos él y yo. A don Tadeo se le alegraron las pajarillas y que si no fuese tan viejo pensaría que estaba celoso. ¡No te giba! ¡En buena nidada ha ido uno a caer!
15 junio
Me llegué donde la Faustina y le di los 25 billetes a cambio del otro cliché. La foto está un poco velada pero no deja de ser comprometida. Luego, mientras ella bordaba un cojín, la fui cercando con que si el Justo Redondo sólo tenía un compadre, con que si en Castrillo no la conocían, con que si tal y que si cual, pero la zorra de ella tan fresca, para todo encontraba salida. Así es que cuando le solté la bomba, o sea que el Justo ni siquiera había oído mentarla, ella como quien oye llover, que a ver qué iba a decir ahora el cabronazo ese. La dije que ella había dicho que eran como hermanos y ella que eso, que eran, pero su padre y el Justo habían regañado dos semanas atrás por una cuestión de lindes y ahora ni se hablaban. En estas la Faustina se pinchó con la aguja y se chupó la yema del dedo. Creí que se había puesto nerviosa, pero qué va, que desde entonces su padre y el Justo eran como dos extraños, que se tropezaban en la cantina y no creyera que se daban los buenos días. ¿Quién miente? ¿Él o ella? Y ¿qué adelanto yo con que el Partenio le ponga al Justito contra las cuerdas? ¿Voy a cobrar por ello? Con no volver por la calle Morería asunto resuelto. Pero, según me largaba, me vino la idea a las mientes. Y ¿si la Faustina estaba jugando con dos barajas? ¿No podría ser la propia Faustina, si la seguía los pasos, la que me llevara donde el mamacallos del Adrián? Pues no me lo pensé dos veces. Ya en la calle me colé en un portal, frente a los portones de la trasera y, como esperaba, a los cinco minutos salió ella. La tía iba pidiendo guerra, enseñando hasta el culo por la raja de la falda (unos muslos que se van del mundo, las cosas como son). La seguí de lejos, entre los coches, pero en la tercera bocacalle agarró un panda, y me dejó con un palmo de narices. El coche no era nuevo pero tampoco viejo y, aunque había poca luz, juraría por mis muertos que tenía dos 8 en la matrícula.
Ella, naturalmente, ni enterarse. Pero si mañana la aguardo con el R-11, puedo averiguar dónde para de una puñetera vez.
16 junio
A las 8 menos cuarto agarré el R-l1 y me planté en la calle Morería. Dejé el coche en doble fila y me metí en el portal 18 frente a los portones de la trasera. Pero dieron las 8 y nada, luego las 9 y nada, y finalmente las 10 y allí no apareció un alma. A las y diez, más mohíno que otro poco, agarré el llamador y le pegué dos golpes al portón con repique y todo. Pero no acudió nadie. Volví a pegarle con toda mi alma y tres cuartos de lo mismo. De regreso, encontré otra multa en el parabrisas y la guardé para la colección.
17 junio
Volví con el coche donde la Faustina. En dos horas no apareció nadie en la calle Morería. La zorra esta me está dando el pego. ¿Dónde coños se mete ahora? ¿Es que ha cambiado su casa de citas?
19 junio
Me quedé otra vez de plantón en la calle Morería. Los portones parecen condenados. No asoma un alma allí. Por la razón que sea la Faustina no viene ya por la sierra.
21 junio
Llamé tres veces al 206060. En la última se puso un maromo y le pregunté por la vira. El cipote, de malos modos, que aquello era una sierra y no había mujeres allí. Callé la boca por no armar la polca, pero lo cierto es que no sé por dónde tirar. ¿Dónde se han metido la vieja y la Faustina? ¿No he hablado veinte veces con ellas en este mismo número? Las buscaré debajo la tierra si hace falta pero a mí este capullo no me la pega.
23 junio
La parienta y yo llegamos hoy a un acuerdo sobre la parcela. Así que cuando la dije que no había otra alternativa que edificar o vender y que hoy un chalé medianejo rondaría los veinte kilitos, le faltó tiempo para decirme que fuera buscando comprador. Se la ofreceré al Partenio, que anda en fondos.
25 junio
Al Partenio se le ahogaba hoy con un pelo. Dice que el Justito porfía en subirles dos pelas la pieza y eso puede desbaratar el negocio. Le pregunté si no daban salida a toda la mercancía, y él que no, que lunes y miércoles había sobrante. Le aconsejé que cargasen ellos las dos pelas al comprador, y él que en eso andaban pero les da rilis que la clientela se retraiga. En el peor momento le solté lo de la parcela, si no le interesaría, y el cipote que qué podía hacer él en una parcela que no pueda hacer en casa. Cuando le pedí que se lo propusiera al Arcadio, me salió con que al Ovejero, con la proposición del Justito, no le cabe un piñón en el culo.
27junio
Doña Asunción que perdonase el retraso pero que, con lo de Zaragoza, la cuenta de este mes había resultado muy laboriosa. No me cogió de sorpresa cuando me dijo que mis honorarios, con unas cosas y otras, ascendían a 74.600 pelas. Y todavía faltan por liquidar la pensión de la noche aquella y la señal que pagué al Garrido por la ambulancia. Recuerdo que en el Centro, un catedrático por oposición embolsaba, pela más, pela menos, 36.000 líquidas incluidos los obvencionales. Ya sé que estoy hablando de los tiempos del Diluvio, pero hace medio año en FUTESA sin ir más lejos, no llegaba yo a las ciento cincuenta incluidas extras y horas. A ver qué tienen que decir la Sonia y el Lorenzo ahora. Le di las gracias a la señora pues ha contado como horas de servicio inclusive las que pasé durmiendo en Zaragoza.
30 junio
Hoy me remangué y bajé a la calle Morería. Me puse a dar mamporros en la trasera hasta que abrió un gicho en camiseta con los brazos como troncos. Que qué tripa se me había roto, el tío, que qué manera de golpear, que si creía que era sordo. Le dije que disculpase, que buscaba a una tal Faustina, y él que aquello era una sierra y no curraban mujeres. Le anticipé que había estado con ella allí mismo, no hacía todavía dos semanas, y él que si no sería yo, por un casual, el panoli del teléfono. Le dije que tate, y él, entonces, que ya estaba bien, que si volvía a mentar a esa mujer me iba a poner la cara como un ecce homo. Traté de apaciguarle pero leches. Aquí están todos conchabados o lo han estado hasta ayer, que para el caso es lo mismo.