En el transcurso de las investigaciones sobre el delito de la «doble W», entre el 3 y el 7 de noviembre de 1875, el inspector de Seguridad Pública Corrado Archibugi fue a dar, por casualidad, con la vieja leyenda romana de la «porta de reto»; es decir, una «puerta trasera» del Vaticano, donde cada noche un par de espías confidentes del Papa le contaban las tropelías de los romanos.

En el transcurso de dichas investigaciones se enteró de paso de que existía una puertecita similar en el Palazzo Braschi, lugar ideal para los interrogatorios, al haber sido en el pasado sede de la Presidencia del Gobierno, del Ministerio del Interior y de la Dirección General de Seguridad Pública.

No obstante, al concluir su investigación, Archibugi le confesó a su prometida: «Pensaba que había descubierto la porta de reto en el Palazzo Braschi y que podría sacarle partido, pero, en cambio, he descubierto una puerta que lleva directamente a las tinieblas».

Y las tinieblas caerían: quince años después.