Diario, 16 de junio de 1920

Diario personal de Samuel Durango.

Miércoles, 16 de junio de 1920

Ayer acabé de positivar todas las placas que tomé del manuscrito y le entregué las copias al profesor. No sé qué pensar de todo esto; la historia que cuenta el códice suena a fantasía, pero Zarco parece tomársela en serio. Supongo que se debe a ese metal prodigioso, el titanio puro; a veces me olvido de él, pero el manuscrito menciona que los escandinavos encontraron fragmentos de metal. Demasiada coincidencia, imagino.

Últimamente suelo pasar mucho tiempo con Katherine Foggart. De hecho, salvo cuando estoy en el laboratorio o juego al ajedrez con el capitán o algún miembro de la tripulación, casi siempre estoy con ella. Kathy es una joven muy agradable e inteligente; le interesa mucho la fotografía y ha insistido en que le enseñe a revelar y positivar, pero aún no lo he hecho. No estoy seguro de que sea correcto que nos encerremos a solas en la bodega.

Conforme avanzamos hacia el norte, los día se van volviendo más largos; tanto es así que ya nunca se hace del todo de noche, pues el cielo permanece hasta altas horas de la madrugada iluminado por las luces del crepúsculo. El capitán Verne me ha dicho que, cuando dejemos atrás el círculo polar, el sol no se pondrá en ningún momento. Por lo visto, en el lugar situado más al norte del planeta, el polo geográfico, sólo amanece y anochece una vez al año.

Hoy vamos a cruzar el círculo polar. Adrián Cairo me ha dicho que, aunque no es lo mismo que cruzar el Ecuador, la tripulación va a dar esta tarde una fiesta para celebrarlo.