Diario, 4 de junio de 1920

Diario personal de Samuel Durango.

Viernes, 4 de junio de 1920

Ayer por la tarde, el profesor Zarco me comentó que requerirá de mis servicios al llegar a Falmouth, pues quiere que fotografíe la cripta de san Bowen. Hablé con el capitán para informarle de que iba a necesitar un lugar cerrado y oscuro donde instalar el laboratorio de revelado y me ha ofrecido una de las bodegas. Elizagaray, el primer oficial, ordenó que instalaran allí una mesa improvisada con unas borriquetas y que la atornillaran al suelo. Esta mañana, a primera hora, he trasladado a la bodega las cajas donde está guardado el instrumental y lo he desembalado. He tenido que fijarlo todo a la mesa con mordazas, pues el balanceo del barco ponía en peligro su estabilidad.

En la bodega hace mucho calor; al mediodía salí a la cubierta para tomar el aire y saqué el pequeño ajedrez plegable que me regaló el señor Charbonneau. Estuve un rato solo, analizando posiciones, hasta que pasó por allí el capitán Verne; al verme, comentó que él también era aficionado al ajedrez y me invitó a jugar una partida. Subimos al puente de mando y jugamos dos; gané ambas veces. El capitán, sorprendido, me preguntó que dónde había aprendido a jugar tan bien, y yo le contesté que me había enseñado el señor Charbonneau. Añadí que el señor Charbonneau era un gran aficionado al ajedrez, casi un profesional, y que todos los días, desde que yo era pequeño, dedicábamos unas horas a practicarlo. El capitán comentó que, más adelante, debía ofrecerle la revancha y luego bajamos al comedor, donde nos esperaban los oficiales y el resto de los pasajeros.

Elizagaray ha dicho que llegaremos a Falmouth a última hora de la tarde. Conforme nos aproximamos a Inglaterra, el cielo ha ido encapotándose y no creo que tarde en llover.