Diario, 27 de mayo de 1920

Diario personal de Samuel Durango.

Jueves, 27 de mayo de 1920

Hace mucho que no escribo este diario; tanto tiempo que ya casi no sé cómo hacerlo. Supongo que debería redactar un resumen de lo ocurrido durante los últimos meses, pero no me apetece. Sólo mencionaré dos cosas: mí benefactor, maestro y tutor, Píerre Charbonneau, murió el seis de octubre de 1919, a los sesenta y tres años de edad, y yo abandoné Francia para regresar a mí país.

Llegué a Madrid hace cinco semanas y me instalé en la pensión Cervantes, en el barrio de Maravillas, donde he alquilado dos habitaciones: una para mí y otra para guardar mi material de trabajo, que todavía permanece embalado. Reconozco que al venir aquí no tenía ningún plan en la cabeza; ni siquiera sabía si iba a quedarme en Madrid, y sigo sin saberlo. Digamos que mi situación es provisional, aunque lo cierto es que llevo mucho tiempo viviendo en la provisionalidad. Supongo que debería plantearme volver a practicar mi profesión, alquilar un local, instalar en él un estudio fotográfico y hacerme con una clientela, pero no me siento con fuerzas. Me cuesta centrarme, no logro sentir interés por nada.

No obstante, hace un par de semanas tropecé con algo que captó mi atención: un anuncio aparecido en el periódico ABC. El texto rezaba: «Institución científica SIGMA busca fotógrafo con experiencia. Los candidatos deberán reunir los siguientes requisitos: poseer equipo fotográfico propio, conocimiento de idiomas, buena forma física, predisposición para viajar, frialdad ante el peligro y valor. Los interesados pueden enviar sus currículos a SIGMA, calle de Almagro 9, Madrid».

Me sorprendieron los dos últimos requisitos, «frialdad ante el peligro y valor». ¿Por qué habría de necesitar cualquiera de ambas cualidades un fotógrafo? Ignoro las razones que me movieron a hacerlo —quizá la curiosidad—, pero el mismo día que leí el anuncio envié a «Sigma» (sea esto lo que fuere) una carta con mi historia profesional. No esperaba nada, pero anteayer recibí la respuesta: debo entrevistarme mañana a las diez con el profesor Ulises Zarco en la sede de la institución.

No sé si acudiré a la cita. ¿Estoy buscando un trabajo? No, estoy buscando un lugar donde quedarme. Aunque, bien pensado, quizá lo uno lleve a lo otro; quizá encontrando un trabajo encuentre al mismo tiempo un hogar

Puede que al final acuda a la cita, aunque sólo sea por curiosidad.