XX
Martín Fierro y sus dos hijos,
entre tanta concurrencia,
siguieron con alegría
celebrando aquella fiesta.
Diez años, los más terribles,
había durado la ausencia—
Y al hallarse nuevamente
era su alegría completa.
En ese mesmo momento
uno que vino de ajuera,
a tomar parte con ellos,
suplicó que lo almitieran.
Era un mozo forastero
de muy regular presencia,
y hacía poco que en el pago
andaba dando sus güeltas
Aseguraban algunos
que venía de la frontera,
que había pelao a un pulpero
en las últimas carreras;
pero andaba despilchao,
no traía una prenda buena;
un recadito cantor[86]
daba fe de sus pobrezas—
Le pidió la bendición
al que causaba la fiesta,
y sin decirles su nombre
les declaró con franqueza
que el nombre de Picardía
es el único que lleva.
Y para contar su historia
a todos pide licencia,
diciéndolés que en seguida
iban a saber quien era.
Tomó al punto la guitarra,
la gente se puso atenta
y ansí cantó Picardía
en cuanto templó las cuerdas.