Halláronse presentes a la plática la sobrina y ama, y no se hartaron de dar gracias a Dios de ver a su señor con tan buen entendimiento; pero el cura, mudando el propósito primero, que era de no tocarle en cosa de caballerías, quiso hacer de todo en todo experiencia si la sanidad de Don Quijote era falsa o verdadera, y así, de lance en lance, vino a contar algunas nuevas que habían venido de la corte, y, entre otras, dijo que se tenía por cierto que el turco bajaba con una poderosa armada, y que no se sabía su designio, ni adonde había que descargar tan gran nublado; y con este temor, con que casi cada año nos toca arma, estaba puesta en ella toda la cristiandad, y Su Majestad había hecho proveer las costas de Nápoles y Sicilia y la isla de Malta. A esto respondió Don Quijote:
—Su Majestad ha hecho como prudentísimo guerrero proveer sus Estados con tiempo, porque no le halle desapercibido al enemigo; pero si se tomara mi consejo, aconsejárale yo que usara de una prevención, de la cual Su Majestad la hora de ahora desde estar muy ajeno de pensar en ella.
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA,
Don Quiote de la Mancha, año 1605