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Zella es la nueva base adelantada del LRDG. Es un triste oasis situado trescientos kilómetros al interior. Voy en el jeep del sargento Kehoe. No lo han enviado a Nofilia a por mí, sino a buscar a Jake Eaonsmith, quien se supone que debía llegar en un avión desde El Cairo en misión para los americanos (que han desembarcado en Argelia al mando de Eisenhower y Patton), pero ha volado directamente a Marada y ha hecho el resto del camino en camión.

El campamento de Zella está formado por tres grandes carpas y una Nissen a medio instalar que hace las veces de taller, con un aparcamiento delimitado por trincheras y protegido del sol mediante un entoldado coronado por palmeras enanas. Hay un pozo de agua y un estanque de tres metros por tres para bañarse al que llamamos Pequeña Cleopatra. Los camiones, en diversos estados de reparación, asoman el morro por debajo de las redes de camuflaje, hinchadas por un fuerte y arenoso ventarrón. Llegamos a la hora del almuerzo. Hay dos postes de antena de tres metros de altura, pero en lugar de caseta para la radio sólo tienen un par de camiones aparcados debajo de una lona, con unas mesas sobre la arena y unos tableros de mapas pegados con cinta adhesiva a los flancos, ocultos bajo más redes de camuflaje. Junto a ellos hay un generador Cummins que se estremece como una lancha torpedera. Veo el biplano Waco del coronel Prendergast, con las alas plegadas para protegerlas del viento.

—Venga —dice Kehoe—. Vamos a llenar el estómago.

El comedor es una solitaria mesa bajo el ala de una de las carpas, detrás de una lona zarandeada por el viento. El almuerzo está formado por sándwiches envueltos en papel de cera, sujetos con piedras para que no se los lleve el viento. Cada sandwich contiene, como dice el dicho, «más arena que chicha». Me da igual. He vuelto a la vida. Jake está allí, con el hombro vendado, dirigiendo la fiesta.

—Chapman —dice—. ¿Sabes que tengo órdenes de ponerte bajo arresto?

Pero me estrecha la mano con una cálida emotividad, que le devuelvo.

—¿Se encuentra usted bien, señor?

—Nunca he estado mejor.

La última vez que nos vimos tenía una clavícula rota. Fue en Bir el Ensor, el Pulgar Inflamado, después de la incursión.

Pregunto por Collier, Punch, Grainger y Oliphant.

—¿Tiene algún trabajo para mí, señor?

Me envía a la tienda médica. Me dan un camastro en el tercero de tres barracones, junto al teniente Ken Lazarus, al que no conozco y que en este momento está fuera, de patrulla. Duermo durante tres días. Todo este tiempo, el trasiego de camiones no cesa un solo momento. Se organizan y se envían patrullas mientras otras regresan renqueantes. Estoy al cuidado de un cabo llamado Hartley. Es muy amigo de uno de los operadores de radio. Todas las señales están clasificadas como alto secreto, pero en una unidad tan pequeña, todo el mundo acaba por saberlo todo. Hartley me cuenta que mi antigua unidad está decidida a recuperarme ahora que mi comisión de servicio en el LRDG ha terminado. Hay gran demanda de oficiales tanquistas para la próxima ofensiva de Monty. Al mismo tiempo, me informa, el 30.° Cuerpo ha enviado un mensaje a Jake anunciándole la llegada a Zella de dos tenientes de los RAC que acompañarán a las patrullas con el objetivo de evaluar el terreno entre Trípoli y aquí. ¡En otras palabras, mi trabajo original! Cuando estoy lo bastante recuperado como para levantarme, se lo expongo a Jake.

—Jake, ¿cómo puede el 30.° Cuerpo exigir mi regreso y enviar a dos oficiales tanquistas con la misma misión que yo desempeñaba?

—¿Cómo sabes lo que quiere el 30.° Cuerpo?

Cierro el pico.

—¡Por las pelotas del infierno, ¿es que en este sitio es imposible mantener un secreto?!

Al día siguiente, Collier, Punch y Oliphant llegan desde Jalo. Celebramos una reunión. Cuando se enteran de que me van a devolver a la división blindada, piden hablar con Jake. Se lo prohíbo.

Entonces, el día de Navidad (el séptimo que paso en Zella) se cuelga una hoja de operaciones actualizada en el tablón de la oficina de la compañía. Por debajo de «Wilder T1» y «Tinker T2» leo: «Chapman T3».

Voy a buscar a Jake para darle las gracias, pero se ha marchado a Argelia en un vuelo que salió al amanecer. Bill Kennedy Shaw, ahora al mando de la unidad, me muestra el mensaje que Jake ha enviado al 30.° Cuerpo referente a mi estado: «Operación aún en curso. El oficial será devuelto inmediatamente a su finalización».

El cuartel general de avanzada del LRDG se traslada de Zella a Hon, otro grupo de oasis. Vamos con él. Se están enviando patrullas desde los dos sitios. La primera oleada deberá reconocer los caminos al oeste de Sirte, Wadi Zem Zem y Misurata, y luego rodear Trípoli por la izquierda. La segunda se adentrará más en la propia Túnez, buscando un modo de rodear Gabès y la línea Mareth.

Lo que sigue, una copia de la hoja de operaciones, está entre mis notas del 26 de diciembre de 1942. No recuerdo por qué me lo llevé conmigo, aunque supongo que fue porque intuí algo histórico en lontananza. Son las patrullas, con los nombres de sus respectivos oficiales:

Wilder TI

Tinker T2

Chapman T3

McLauchlan R1

Talbot R2

Lazaras SI

Henry S2

Spicer Y1

Hunter Y2

Bruce G

Birdwood India 1

Rand India 2

Nangle India 3

Me dan tres camiones y seis hombres nuevos, todos ellos infantería de élite del 6.° Batallón de Granaderos de la Guardia, recién llegados de un curso de instrucción impartido por nuestros antiguos maestros Willets y Enders. El resto lo forma nuestra propia patrulla: Collier, Punch, Grainger y Jenkins, pero no Oliphant, que ha sufrido una infección ocular y ha tenido que ser evacuado a El Cairo.

Hon, adonde nos trasladamos el 26 de diciembre, es el cuartel general más lujoso que he conocido hasta la fecha: una colonia de oasis en miniatura que ha servido de base de operaciones para la Compañía Motorizada del Sáhara, equivalente italiano del LRDG. Cuenta con barracones, hospital, aeródromo, e incluso cancha de tenis. ¿Dónde están todos?

Popski, que, según me cuentan, acaba de llegar a Zella, está preparándose para unirse a la patrulla S1 al mando del teniente Lazaras (mi compañero de enfermería) en una misión de reconocimiento del Jebel Nefusa, al sur de Trípoli. El teniente Hunter y la Y2 también están allí, preparándose para salir después de Año Nuevo hacia la misma región. Nick Wilder partirá desde Zella, pero en dirección a Túnez. Su T1 será la primera patrulla que explore la línea Mareth. Tinker, con la T2, está aún reconociendo las carreteras al este de Trípoli.

El VIII Ejército ha acampado para pasar la Navidad al oeste de Nofilia. Monty anda corto de combustible; sus ingenieros están reparando el puerto de Bengasi y construyendo aeródromos lo más de prisa posible. Rommel, según nos han dicho, con la 21.ª División Panzer y la 90.ª División Ligera, está levantando posiciones defensivas alrededor de Beurat y Wadi Zem Zem. La 15.ª División Panzer permanece en vanguardia.

Queridísima Rose:

Es posible que ésta sea la última carta que pueda enviarte durante algún tiempo, aunque, como es natural, seguiré escribiéndote todos los días y guardaré las cartas para cuando cambie la situación. ¡Olvidé decirte que aún tengo el manuscrito de Stein! Me lo dejé en Jalo y creí que lo había perdido para siempre. Sin embargo, en Navidad lo recuperé gracias al sargento Collier, quien lo encontró junto con otras cosas mías.

Los hombres reciben la llegada de 1943 con una fiesta que dura toda la noche. Desde mi brote de ictericia no puedo beber una sola gota de alcohol. No me importa. El tiempo nos ha dado un respiro, lo mismo que a mí la fiebre. Estoy bien, salvo por las llagas de los brazos y las piernas, y el estómago, que sigue un poco revuelto. Pero doy gracias por sufrir sólo esas pequeñas molestias. Los días son ahora de mucho viento, y las noches, atrozmente frías.

Mientras parten las patrullas y los hombres que se quedan siguen trabajando en los preparativos, todo el mundo se mete en los asuntos de los demás. Los oficiales interrogan a los otros oficiales sobre los últimos rumores; los subordinados interrogan a los de su propia graduación. Todos queremos saber qué se prepara y si va a ser muy duro.

La primera pista nos la proporciona Tinker, cuya patrulla llega desde Geddahiah pocos días después de Navidad. La T2, atacada por aire y por tierra por un grupo de coches blindados, ha perdido seis hombres y dos camiones. Casi el mismo día y casi en el mismo punto, la patrulla del capitán Tony Browne se ha adentrado en un campo de minas del que sale con un oficial muerto y Browne gravemente herido. Lo reemplaza el teniente Paddy MacLauchlan, quien, pocos días después, cae en una emboscada tendida por coches blindados alemanes cerca de Wadi Tamet; MacLauchlan pierde un camión y cuatro hombres, capturados por el enemigo. Pocos días después, la Y2 de Hunter, atacada por una escuadrilla de ME-110, tendrá que regresar antes de haber alcanzado su zona de operaciones.

—Las cosas están poniéndose al rojo vivo —dice Kennedy Shaw, quien extrae la observación del informe del propio Tinker, en el que éste afirmaba haber visto el número 288 en los dos vehículos de ocho ruedas que lo seguían.

Nunca he visto un comedor de oficiales más competitivo que el del Long Range Desert Group. Por un lado, los jefes de patrulla arriesgan la vida para ayudar a sus camaradas oficiales, pero al mismo tiempo no pueden soportar que otro los supere. Todos los oficiales creen que su patrulla es la mejor y él mismo es el hombre idóneo para el puesto.

Mi viejo compañero de tienda, Tinker, es el más competitivo de todos. La salida anticipada de Nick Wilder hacia la línea Mareth lo ha puesto muy nervioso. Apenas acaba de volver al cuartel cuando empieza a trabajar para salir de nuevo. Su deseo se cumple el 16 de enero, cuando su patrulla y la T2 parten de Hon como escolta para dos camiones de tres toneladas que llevarán combustible y un grupo formado por artificieros y árabes de Popski (pero no al propio Popski, que está ya con el grueso de sus hombres en algún lugar de las proximidades de Wadi Zem Zem). Una vez recibidos estos refuerzos, Popski se reunirá con Tinker en una posición que a éste se le notificará por radio. A continuación, las unidades de Tinker y Popski avanzarán conjuntamente hacia la línea Mareth.

En cuanto a mi patrulla, estamos preparados para partir el 3 de enero, con la adición de un nuevo jeep Willys y el soldado Holden, el conductor original de Collier. Pero las órdenes no dejan de cambiar a lo largo de los quince días siguientes. Estoy agradecido por la demora; cada hora adicional me permite recuperar peso y fuerzas.

En este momento, la misión de la línea Mareth lo es todo para mí. Paso varias horas al día consultando los mapas franceses e italianos que, aunque casi inútiles, son la única información topográfica sobre Túnez de que disponemos, y hablando con los demás jefes de patrulla y suboficiales que están preparando sus propias misiones. Kennedy Shaw y sus dos cabos veteranos estudian febrilmente sus propios mapas, basados en las señales que a diario recibimos de las pocas patrullas —principalmente las de Nick Wilder y David Stirling, de los SAS— que están reconociendo el área ahora mismo.

En resumen, la siguiente oleada de patrullas estará operando seiscientos cincuenta kilómetros tras la línea actual del frente, al este de Trípoli. Cruzaremos Tripolitania entera de este a oeste y penetraremos en Túnez al sur del Jebel Nefusa, la gran media luna de colinas cuyas estribaciones septentrionales se estrechan en un punto próximo al mar, al sur de Gébes, un lugar de las colinas de Matmata llamado Ksour de Mons.

Nuestra misión es encontrar un camino para cruzar esas colinas.

Al este de ellas se encuentra la llanura costera, interrumpida al sur de Gébes por el cuello de botella de la línea Mareth. Al oeste de las colinas se extiende una segunda planicie, desierta y desguarnecida según los mapas franceses, que nos permitiría rodear la línea defensiva entera.

Esta segunda planicie es la que quiere conocer Monty.

Quiere saber si un millar de carros de combate y cañones podrían llegar hasta allí. ¿Hay rutas que atraviesen las colinas? ¿Ha fortificado Rommel los pasos? ¿Cómo es de practicable el terreno al otro lado? ¿Están los alemanes allí y, en caso afirmativo, en qué número?

Kennedy Shaw ha troceado esta tarta en porciones tan grandes como la mitad de Irlanda. Cada una de nuestras patrullas cogerá una de ellas y procederá a explorarla exhaustivamente para elaborar un mapa del territorio asignado.

—Ya está —dice—. Es la gran fiesta.