16

Mi conciencia iba y venía y yo no dejaba de abrir y cerrar los ojos. Y cada vez que los abría, tenía una nueva imagen ante mí.

Ojos abiertos: el bosque sucediéndose a gran velocidad.

Ojos cerrados: Connor y yo construyendo un castillo de arena.

Ojos abiertos: la espalda de Connor.

Ojos cerrados: Connor y yo esquiando por primera vez.

Ojos abiertos: el rostro preocupado de Rafe.

Ojos cerrados: Connor asumiendo las culpas cuando rompí el jarrón de cristal favorito de mi madre.

Ojos abiertos: Kayla obligándome a beber agua.

Ojos cerrados: Connor cogiéndome de la mano cuando mi abuela murió.

Ojos abiertos: Lucas ordenándome que luchara.

Ojos cerrados: Connor dándome mi primer beso.

Ojos abiertos: el doctor Rayburn mirándome los ojos con una pequeña linterna.

Ojos cerrados: Connor y yo enrollándonos en la última fila del cine.

Ojos abiertos: luces brillantes, una mesa dura, gente mirándome desde arriba.

Ojos cerrados: Connor bailando conmigo en la fiesta de graduación.

Ojos abiertos: mi madre llorando y acariciándome el pelo.

Ojos cerrados: Connor declarándose como mi pareja.

Ojos abiertos: mi padre, el duro de mi padre, con lágrimas en los ojos.

Ojos cerrados: Connor y yo bajo una luna llena.

Ojos abiertos: Connor tumbado en una cama junto a la mía.

Esa vez mis ojos permanecieron abiertos. Lo miré extrañada, pues apenas recordaba haber recibido un balazo.

—¿Eres real?

Me sonrió.

—Sí.

—¿Dónde estamos? —Mi voz sonó como si proviniera de otra habitación o de otra dimensión, como si no estuviera allí conmigo.

—En Wolford.

Me rasqué la cara.

—Esto no tiene gracia. Deberías transformarte y curarte.

—Lo hice. —Levantó el brazo y vi una aguja con una especie de tubo saliendo de ella—. Esto es para ti. Has perdido mucha sangre.

—¿Me estás dando sangre?

—Sí, somos del mismo grupo sanguíneo.

Creo que dije «gracias» antes de sumirme en el tranquilo reino del olvido. Oí a Connor decir:

—De nada.

La siguiente vez que me desperté, mi madre estaba sentada junto a la cama. Me puso una pajita en la boca y me obligó a sorber. Era la mejor agua que había bebido nunca.

—Estoy cansada —murmuré, preguntándome cómo podía estar cansada cuando parecía que había estado durmiendo todo el tiempo.

—Has pasado por una experiencia terrible. En un día o dos podrás levantarte. —Con los dedos me peinó el cabello hacia atrás—. Connor te salvó la vida, ¿sabes?

Fruncí el ceño.

—¿De veras? Pensé que había sido el médico.

—Connor no dejó que los demás pararan ni una vez en el viaje hasta aquí. Te dio su sangre. Viene a verte varias veces al día.

—¿Qué eres? ¿Miembro de un grupo de presión? —pregunté.

Mi madre soltó un bufido de impaciencia. Cerré los ojos y me volví a dormir.

Pero mi madre tenía razón. Estaba recuperando mis fuerzas. Al final de la tarde del día siguiente, ya estaba lista para más aventuras.

—Ya me siento con fuerzas suficientes como para salir de la cama —le dije a mi madre. Hice amago varias veces de apartar las sábanas, pero ella no dejaba de subírmelas hasta la barbilla. Resultaba de lo más irritante.

—Creo que otro día en cama es lo que necesitas.

—Mamá. —Entorné los ojos—. Necesito salir de aquí antes de volverme loca.

—Al estar tan cerca de tu luna llena, tu cuerpo probablemente sea más resistente. Supongo que, si te lo tomas con calma, si no intentas hacer algo muy cansado, no pasará nada.

—Bien. Solo me sentaré, pero necesito hacerlo fuera de esta habitación. —Aparté la sábana; ella volvió a subírmela.

—Quiero hablar contigo de tu primera… transformación.

Nunca habíamos tenido esa charla… ni tampoco sobre sexo.

—Mamá, ya es un poco tarde. Ya he hablado con Kayla. Me lo ha contado todo. No tengo miedo.

—Deberías —dijo con severidad. Me cogió por sorpresa, pero luego sus facciones se suavizaron y me apartó el pelo de la frente—. Sabes que tu padre y yo tenemos en muy alta estima a Connor.

—Lo sé.

—Y sé que has estado pasando mucho tiempo con ese chico, Rafe. No es el momento de volverse rebelde, Lindsey. Durante la transformación se produce un vínculo. El amor se fortalece. Se sella un pacto. Un pacto hasta la muerte.

—Lo sé, mamá. ¿Por qué crees que me asusta tanto que pueda estar equivocada con respecto a Connor?

—No estás equivocada con respecto a Connor. Rafe sería el error.

—¿Cómo puedes estar tan segura?

—Porque te conozco. Y también a esos dos chicos. Connor es el adecuado para ti.

En otras palabras, jamás aceptarían a Rafe. Brittany tenía toda la razón. Nuestras tradiciones rayaban lo arcaico.

—Gracias por el consejo, mamá. —Esta vez, cuando aparté las sábanas, no me las subió.

—Solo quiero que seas feliz —dijo.

Con dificultad conseguí salir de la cama y me dirigí dando tumbos hacia el baño. El muslo me seguía doliendo.

—Yo también.

Ya dentro del baño, me quité las vendas y observé mis heridas. Estaban curándose bastante bien. El doctor había hecho un buen trabajo con los puntos, por lo que después de todo no me quedaría una fea cicatriz. Si las heridas no estuvieran completamente curadas para la transformación, la luna llena se encargaría de ellas.

Me lavé, me peiné y me apliqué una ligera capa de maquillaje. Me puse unos pantalones cortos y un top sin tirantes para que nada me rozara las heridas. Me parecía que necesitaban tanto el aire fresco como yo. Luego fui a buscar a los demás.

Estaban en la biblioteca, alrededor de una mesa, estudiando un enorme mapa del parque nacional. Incluso Brittany estaba allí. Pero mi atención se desvió hacia Connor y Rafe. Connor, el del pelo rubio; Rafe, el del oscuro. Connor, el de la sonrisa constante; Rafe, el que rara vez sonreía. Connor, la constante en mi vida; Rafe, el nuevo y excitante elemento.

—Eh, estás viva —gritó de repente Brittany con verdadero entusiasmo.

—Gracias a ellos —dije mientras me acercaba a la mesa.

—No puedo creerme que fuerais tras los de Bio-Chrome mientras yo me dedicaba a guiar a excursionistas.

—No fuimos exactamente tras ellos. Tan solo los seguimos para intentar averiguar dónde tenían el laboratorio. Probablemente te lo pasaras mejor con Daniel.

Negó con la cabeza.

—No es un perdedor, ni nada parecido, pero no quiero estar con él.

—Pero, Brittany…

—Estaré bien.

Vale, no quería hablar de ello. Supuse que en el menú habría temas más importantes que tratar.

—¿Habéis hablado de cómo deshacernos de ese laboratorio? —pregunté.

—Eso es lo que estamos intentando decidir —dijo Lucas.

—Supongo que no esperaréis hasta la siguiente luna llena… —sugerí.

Connor se apoyó contra la mesa.

—Lo cierto es que estábamos diciendo que no hay motivo para apresurarse. No van a proclamar a los cuatro vientos que existimos, porque quieren mantenernos en secreto el tiempo que les sea posible.

—Quieren mantener su trabajo en secreto —añadió Kayla.

—Entonces, ¿cuál es el plan? —pregunté.

Lucas suspiró.

—No estoy seguro aún. Aunque el laboratorio no está en terreno del parque nacional, sí está rodeado de bosque. Quemar el lugar no funcionaría porque corremos el riesgo de quemar también el bosque.

—Entonces tenemos que encontrar un modo de destruirlo sin destruir también nuestro hogar.

—Exacto.

—Voy a hablar con los mayores. Independientemente de lo que decidamos, hacerlo durante el lado oscuro de la luna probablemente será lo mejor.

—Eso ha sonado un poco a Misión imposible —dijo Connor.

—Y así será —confirmó Lucas—. Tendremos que ser muy cuidadosos, no solo destruir el edificio, sino también lograr que Bio-Chrome nos deje en paz.

—¿Crees que son conscientes de que todos los serpas son cambiaformas? —preguntó Rafe—. ¿Crees que todo el mundo está en peligro?

Centré mi atención en Rafe y este me sostuvo la mirada. Leí en sus ojos un desafío: «Haz tu elección». Lo cierto era que ya lo había hecho.

—No creo que lo sepan ni que lo hayan averiguado —dijo Lucas—. No creo que sepan cuántos somos. Además, siguen sin tener pruebas. Nunca han visto a ninguno de nosotros transformarse. Si encuentran nuestra ropa, ¿qué? Quizá sí estén algo más convencidos de que lo que quiera que le contara mi hermano a Mason sobre los cambiaformas es cierto. Pero son científicos; trabajan con hechos.

—Entonces, ¿cómo vamos a desalentarlos para que no vuelvan a por nosotros? —preguntó Kayla.

Lucas negó con la cabeza.

—No tengo ni idea. Pero algo se nos ocurrirá. Tenemos tiempo.

Concluyó la reunión. Kayla y él se marcharon a hablar con los mayores. Brittany también se marchó, al igual que Rafe, aunque este lo hizo a regañadientes.

—¿De veras creéis que podemos convencerlos para que nos dejen en paz? —le pregunté a Connor.

—Probablemente no, pero podemos intentarlo. —Bordeó la mesa y me cogió de la mano—. ¿Te encuentras bien?

¿Física a emocionalmente?, pensé.

—Un poco cansada. —Opté por la respuesta física. Era mucho más fácil de abordar.

—¿Te apetece dar un paseo?

No tenía ganas. Sabía que mis energías descendían con rapidez, pero asentí. Tenía que explicarle algunas cosas a Connor. Era mi mejor amigo, además de Kayla. Era mi amigo desde hacía muchísimo tiempo.

Salimos y caminamos hasta donde comenzaban los árboles. Aunque una verja de hierro forjado rodeaba Wolford, el terreno era lo suficientemente grande como para poder adentrarse en el bosque y aun así seguir protegidos por la verja (o todo lo protegidos que podíamos estar considerando que las balas podían atravesarla). Siempre me había considerado invencible, pero ahora sabía que la muerte podía llegar de manera rápida e inesperada.

—Tengo un regalo de cumpleaños para ti —dijo Connor—, pero tendrá que esperar hasta tu transformación.

Había sido mi cumpleaños mientras estaba recuperándome. Ni siquiera lo recordaba.

—No tienes que regalarme nada —dije.

—Lo sé, pero quería hacerlo.

Dejó de caminar, se metió la mano en el bolsillo del vaquero y sacó una cajita de terciopelo. El corazón me dio un brinco.

—Oh, Connor.

—Ábrelo.

Con las manos temblorosas, lo abrí. Dentro había una cadena de oro con una perla pequeña y perfectamente redonda colgando.

—Es precioso.

—Se supone que representa la luna llena —dijo.

Lo miré.

—Es perfecto. Gracias.

—Sabía que te gustaría.

Sabía tanto de mí. No podía creerme lo mucho que me había emocionado su regalo. Quizá era porque, al haber estado cerca de la muerte, todo me parecía mucho más importante. Cuando me cogió de la mano, mis dedos se entrelazaron con los suyos.

Dimos varios pasos en silencio. En otros tiempos podíamos pasarnos horas sin hablar, y a mí siempre me había parecido la cosa más natural del mundo. Ahora era como si montones de pensamientos nunca expresados se agolparan entre nosotros.

Aparté esas ideas de mi cabeza y me concentré en las propiedades sanadoras del bosque. Ya estaba comenzando a sentir que mis fuerzas regresaban, y eso era bueno porque, cuando llegara la luna llena, tendría que hacer frente a una dura prueba que requeriría de toda mi energía. Pero, antes, necesitaba que me respondiera a una pregunta.

—¿Te has preguntado alguna vez si no te declaraste demasiado pronto? —pregunté.

Connor ladeó la cabeza, como si el hecho de mirarme desde un ángulo diferente pudiera ayudarle a descifrar mi extraño estado de ánimo.

—No. Siempre he sabido que tú eras mi pareja. Te quiero, Lindsey. Siempre te he querido.

Ahí estaban. Las palabras que podía decir con tanta facilidad. Algo que Rafe nunca había dicho. Lo cierto era que no me imaginaba a Rafe diciendo esas palabras, pero eso tampoco significaba que no las sintiera. Solo significaba que no se mostraba tan dispuesto a revelar sus emociones como Connor.

Connor me sostuvo la mirada y pude ver entonces el daño que mis dudas le habían hecho. Y, sin embargo, nunca se había rendido; siempre me había puesto a mí por encima de todo.

—Tu luna está al caer, Lindsey. Tienes que tomar una decisión.

Negué con la cabeza.

—No, no tengo que tomarla. Ya lo he hecho. —Respiré profundamente—. Te escojo a ti, Connor. Te quiero.

Pareció asombrado.

—¿Y Rafe? ¿Y tus dudas?

Negué con la cabeza.

—Te elijo a ti. Y mis dudas ya no están. Sé que va a sonarte extraño, pero creo que haber recibido un disparo puede haber sido lo mejor que me ha podido ocurrir. Me ha dado la oportunidad de reflexionar. He visto el caleidoscopio de mi vida y, por muchas veces que lo girara, siempre te veía a ti.

Connor sonrió de oreja a oreja.

—¿Lo dices en serio?

Sonreí.

—Lo digo en serio.

Me abrazó y me besó con emoción y entusiasmo. Cuando finalmente paró, yo estaba mareada.

—Estaba pensando en que fuéramos a la guarida de la cascada para tu transformación —dijo.

La primera transformación siempre ocurría en el bosque, lejos de otros cambiaformas. Los chicos pasaban por ello solos. Se iban y, cuando regresaban, estaban cambiados. Las chicas iban a un lugar cerrado con su pareja. La zona alrededor de la cascada era una de las más bonitas del bosque. Nuestra guarida estaba oculta tras la cascada. Era mi lugar favorito por muchos motivos. Mi padre había llevado a mi madre allí. Añadía más romanticismo a la ocasión.

—Suena genial.

—Si vamos a ir a la cascada, deberíamos marcharnos por la mañana. Si te sientes con fuerzas —añadió.

Asentí.

—Estaré bien. —De repente me sentí muy cansada—. Pero ahora mismo necesito tumbarme.

Me cogió de la mano y comenzamos a andar de regreso a la mansión. ¿Por qué tenía la sensación de que me estaban observando?

Miré de reojo a un lado. Y allí estaba el hermoso lobo negro, mirándome.

Cuando me levanté de mi pequeña siesta, Brittany estaba sentada junto a la ventana, contemplando la penumbra. Me había tumbado en la habitación que por lo general compartía con Kayla y con ella. Me sentía lo suficientemente fuerte como para no necesitar ningún tipo de atención médica (y librarme un tiempo de mi madre también era un aliciente extra).

Con un bostezo me incorporé en la cama y me coloqué las almohadas detrás de la espalda.

—¿Adónde vas a ir para tu transformación?

—No a la cascada. —No se volvió para mirarme.

—Brittany, ¿quién va a ir contigo?

No respondió. Siguió allí, sentada. Me bajé de la cama, caminé hacia la ventana y me senté sobre una almohada gruesa.

—No puedes pasar por ello sola.

—Es solo una leyenda.

—¿Y si no lo es?

Me miró con cierta dureza.

—Entonces se trata de una táctica evolutiva bastante mierdosa. Es algo totalmente sexista. Si los chicos pueden pasar por ello solos, nosotras también.

—Podías pedírselo a… Rafe.

Sus ojos se llenaron de tristeza.

—¿Entonces has escogido a Connor?

—Siempre ha estado a mi lado.

—¿Es ese un buen motivo? ¿Lo quieres?

—Sí, lo quiero.

—Pero ¿lo quieres lo suficiente?

—Brittany, ¿cuál es tu problema? ¿Te gusta? ¿Es eso lo que ocurre? —Ya se lo había preguntado antes, pero nunca me había respondido.

Miró de nuevo a través de la ventana.

—Eso no importa. Él solo está interesado en ti. Me convertiré en la loba solitaria. Seré legendaria. Quizá una nueva era comience conmigo y podamos terminar con todas esas tonterías de las parejas predestinadas.

—¿De verdad crees que son tonterías?

—Creo que estamos anclados en el pasado. Creo que necesitamos vivir en el siglo XXI. —Me miró—. Tú también podrías pasar por ello sola y escoger a tu pareja después.

Negué con la cabeza.

—Ya he escogido a mi pareja.

Se puso de pie.

—Probablemente deberíamos bajar ya a cenar.

Miré por la ventana y vi a Rafe junto al bosque.

—Bajaré en un rato.

Esperé hasta que deduje que Brittany ya había llegado al comedor antes de salir de la habitación y bajar las escaleras que conducían al exterior. Corrí por la hierba hasta el bosque, que se perdía con rapidez entre las sombras a medida que el sol descendía y la luna creciente empezaba a ponerse.

Me metí entre los árboles.

—¿Rafe?

Con ese sigilo tan propio de él, apareció de repente delante de mí. Me apoyé contra un árbol.

Rafe estiró el brazo sobre mi cabeza y lo apoyó contra este. Me acarició la mejilla.

—Así que sabías que estaba aquí. Eso quiere decir que has venido a verme.

Asentí y miré sus bonitos ojos de color marrón oscuro. No quería hacerlo, no quería hacerle daño, pero se merecía oírlo de mi boca.

—Connor y yo nos vamos mañana a la cascada. —Dios, qué duro es esto—. Solo quería que lo supieras… voy a ir con él.

—Entonces lo has escogido a él —dijo con pasmosa tranquilidad. Fue una afirmación más que una pregunta.

—Se suponía que era él. Siempre ha sido así —dije.

—¿Por qué? ¿Porque es lo que tus padres quieren?

—No, porque es lo que yo quiero —dije, molesta porque todo el mundo parecía creer que mis padres eran responsables de mis acciones—. Es un buen tío.

—Sí. —Rio con fuerza—. Eso lo hace más difícil.

—Supongo que, de lo contrario, lo habrías retado y matado, ¿no?

—¿Si fuera un imbécil? En un abrir y cerrar de ojos, sí.

Mi corazón se aceleró.

—Bueno, no lo hagas —le ordené muy seria—. No quiero que le hagas daño. Y si estás buscando una compañera, Brittany está disponible.

—No siento por Brittany lo que siento por ti. ¿Es que no lo entiendes?

—Rafe, quizá si hubiéramos comenzado a fijarnos el uno en el otro más pronto…

Rompió a reír de nuevo.

—Me he fijado en ti desde el colegio, pero siempre estabas con Connor. Nunca le has dado una oportunidad a nadie más.

Hasta ese verano ni siquiera había considerado a nadie más, no había querido a nadie más. ¿Qué me pasaba? Siempre había sido Connor.

—Me dijiste que no te habías fijado en mí hasta este verano —le recordé.

—Estos sentimientos tan fuertes no me golpearon hasta este verano, pero siempre me he fijado en ti. Cuando la luna llena llegue y tú estés con Connor, piensa en lo que podías haber tenido —dijo.

Entonces me besó profundamente. Sabía que tendría que haber protestado, que tendría que haberlo apartado. Pero lo abracé, consciente de que ese sería el último beso que compartiríamos. Quería que durara para siempre, aunque sabía que no podía ser.

Cuando se apartó, sentí lo que siempre sentía cuando estaba con Rafe: confusión. Quizá debería hacer lo que Brittany me ha sugerido, pensé, pasar por la transformación sola y decidir después quién debería ser mi pareja. Pero entonces recordé lo que Kayla había dicho acerca de lo maravilloso que era pasar por ello con alguien que te importaba, con alguien a quien querías.

—Adiós, Rafe —dije en voz baja y me alejé de él.

No intentó detenerme. Y pensé que probablemente eso lo decía todo.

Porque, en lo más profundo de mi ser, sabía que Connor sí habría intentado detenerme.