5

—¿Qué ocurre?

Emma se había despertado sola en la cama. Tras un breve instante de pánico ciego había encontrado a Michael en el otro extremo de la autocaravana, sentado detrás del volante y contemplando a través del parabrisas la penumbra del hangar. Las manecillas del reloj en el salpicadero marcaban casi las cuatro. Cuando él la oyó, la miró brevemente y después volvió a fijar la vista en el exterior.

—No ocurre nada —contestó—. Sólo estaba pensando, eso es todo.

—¿En qué?

—Ya sabes, lo de siempre.

—¿Qué es lo de siempre?

—Toda esta mierda —respondió, haciendo un gesto hacia el exterior de la autocaravana. Emma se sentó a su lado. Sonaba cortante y distante, lo que no era nada habitual en él.

—¿Soy yo? ¿Te he disgustado…?

—¿Por qué supones siempre que todo tiene que ver contigo, Em? ¿Qué podrías haber hecho para hacerme enfadar?

—No lo sé. Quizá si hablas conmigo y me explicas lo que va mal, podría ayudar…

Michael se dio la vuelta para encararse con Emma y se la acercó. Ella temblaba de frío.

—No es nada que hayas hecho. Créeme, eres prácticamente lo único que no me preocupa en este preciso instante.

—Es que cuando me desperté y vi que no estabas, empecé a pensar… ya sabes lo que ocurre…

—Lo sé.

Emma guardó silencio durante un momento.

—Entonces, ¿exactamente en qué estabas pensando?

Michael hizo un gesto con la cabeza en dirección a las pesadas puertas de entrada, que separaban a los pocos afortunados del interior de las enormes masas de carne putrefacta en el exterior de la base.

—Los cadáveres.

—¿Qué les pasa?

—¿Recuerdas cuántos había ahí fuera cuando llegamos aquí?

—Miles, ¿por qué?

—Jack dijo que creía que hoy había los mismos ahí fuera, o quizá más.

—Lo sé, le estaba escuchando. ¿Y?

—Aunque llevamos semanas aquí enterrados, siguen encontrándonos.

—Sabíamos que eso iba a ocurrir…

—Lo sé, pero si son capaces de encontrarnos cuando estamos en silencio y escondidos, ¿qué demonios va a ocurrir ahora? ¿Qué es lo que va a pasar ahora que esos malditos idiotas han empezado a salir con sus armas y sus lanzallamas y Dios sabe qué más? Creo que hasta el último cadáver que se encuentre relativamente cerca va a acabar al otro lado de esas puertas, intentando entrar. Y vendrán más, y más aún. Y cuantos más haya ahí fuera, más presión sufrirá esta base simplemente para seguir en funcionamiento. Tarde o temprano tendrán que salir de nuevo a la superficie y entonces no harán más que empeorar las cosas. Es un círculo vicioso y los ineptos capullos al mando aquí ni siquiera se dan cuenta. Seguirán en él hasta que todo este jodido lugar se caiga a pedazos.

—¿Crees que va a ocurrir de verdad?

—Creo que es inevitable —respondió Michael despacio, su tono bajo y desapasionado—. Ya lo he dicho antes. Puede ocurrir mañana, pasado mañana o el día después. Puede pasar en la próxima hora o puede que no ocurra durante semanas. De lo que estoy seguro es de que al final ocurrirá.