En cuanto Alvirah divisó a Willy solo junto al tocón de Lem y Viddy, el alma se le cayó a los pies. Abriéndose paso entre la multitud de espectadores, llegó hasta él.
—¿No has visto a Opal? —preguntó.
Consciente de lo preocupada que estaba su mujer, Willy trató de suavizar la situación.
—Aquí no está, querida, pero apuesto a que en estos momentos se encuentra en nuestra cabaña haciendo la maleta y lamentando no haber desayunado con nosotros.
—Me habría llamado al móvil. Le dejé un mensaje en la cabaña. Willy, los dos sabemos que le ha pasado algo.
Los Reilly llegaron junto a ellos. Al ver la cara de Alvirah, Regan comprendió que Opal seguía sin aparecer.
—¿Por qué no vamos a vuestra cabaña? —propuso Regan—. Puede que Opal se perdiera mientras esquiaba y haya regresado ahora mismo al hotel.
Alvirah asintió.
—Ojalá tengas razón. Crucemos los dedos.
Se alejaron a paso rápido del claro, que seguía abarrotado de cámaras de televisión y periodistas.
Antes de llegar a los coches, el móvil de Alvirah sonó. Todo el mundo contuvo la respiración mientras Alvirah contestaba.
Era Charley Evans, el redactor jefe de Alvirah.
—Alvirah, esta historia está creciendo por minutos. Aparece en todos los canales de noticias por cable. Gente de todo el país está enviando correos electrónicos para expresar su indignación hacia la persona que robó el árbol. Los telespectadores dicen que el árbol representa una parte de América y quieren que les sea devuelto.
—Me alegro —dijo Alvirah con escaso entusiasmo.
Solo podía pensar en Opal. El siguiente comentario de Charley, sin embargo, le puso los pelos de punta.
—Y en cuanto a Packy Noonan, agárrate. Su compañero de cuarto del centro de reinserción estaba viendo la noticia sobre el árbol robado de Stowe y lo de que Packy fue visto subiendo a una furgoneta con matrícula de Vermont. Llamó a la policía y les contó que la otra noche Packy había hablado en sueños. Al principio masculló: «He de recuperar la petaca».
—«He de recuperar la petaca» —repitió Alvirah—. Bueno, supongo que lleva trece años sin beber. Probablemente se ha pasado todo este tiempo soñando con más de una copa.
—Pero lo más interesante fue lo que dijo después —prosiguió Charley.
—¿Qué dijo?
—No dejaba de repetir «Stowe». El compañero de cuarto no pensó en el pueblo hasta que esta mañana relacionó Stowe con la matrícula de Vermont.
—¡Dios mío! —Exclamó Alvirah—. La amiga que te dije que perdió dinero en la estafa ha desaparecido.
—¿Desaparecido?
Alvirah advirtió que las antenas Charley se disparaban ante la posibilidad de una buena historia.
—Esta mañana se marchó temprano para hacer esquí de fondo y todavía no ha vuelto. Hace ya varias horas que hubiera debido encontrarse con nosotros.
—Si tropezara con Packy Noonan, ¿crees que lo reconocería? —preguntó Charley.
—Como si fuera su hermano.
—Sé que estás preocupada, Alvirah —dijo Charley—. Espero que tu amiga aparezca pronto. Pero mantenme informado —se apresuró a añadir.
Alvirah explicó a los demás lo que Packy había dicho en sueños.
—¿«He de recuperar la petaca»? —Preguntó Regan—. No necesita una petaca para tomarse una copa. Tiene que significar otra cosa.
—Mucha gente utiliza petacas para guardar alcohol y poder echar un trago rápido cuando nadie los ve —intervino Nora.
—Nora, recuerdo que tu tío Terry lo hacía —dijo Luke—. Era un genio a la hora de beber a hurtadillas.
—Papá, ¿te importaría esperar a que me haya casado para compartir estas historias familiares tan conmovedoras? —preguntó Regan.
—Espera a conocer a mis parientes —dijo Jack a Regan con una sonrisa antes de recuperar la seriedad—. Me preguntó por qué Packy Noonan soñaba con una petaca.
—Me encantaría saber qué importancia tiene la petaca para Packy —dijo Alvirah con impaciencia—, pero ahora mismo lo que de verdad me preocupa es que mencionara Stowe.
Opal no estaba en la cabaña ni había pasado por allí para hacer la maleta. Todo estaba tal como Alvirah y Willy lo habían dejado. La nota de Alvirah seguía sobre el mostrador.
Corrieron hasta el hotel y preguntaron en recepción.
—Nuestra amiga Opal Fogarty ha desaparecido —dijo Alvirah—. ¿Les han informado de alguien que haya sufrido un accidente haciendo esquí de fondo?
La chica de recepción se mostró preocupada.
—No, pero le aseguro que patrullamos los caminos constantemente. Pediré a la gente de la tienda deportiva que salga a buscar a la señorita Fogarty. ¿Cuánto hace que se marchó?
—Salió de nuestra cabaña esta mañana temprano y habíamos quedado en desayunar juntos a las ocho y media. De eso hace casi tres horas —explicó Alvirah.
—Haré que salgan ahora mismo con las moto-nieves. Si no aparece pronto, llamaremos al Centro de Salvamento de Stowe.
Centro de Salvamento de Stowe. El nombre no presagiaba nada bueno, pensó Alvirah.
—Opal hizo esquí de fondo los dos últimos días —explicó a la recepcionista—. ¿Podría averiguar si los instructores que tuvo el sábado y el domingo por la tarde están por aquí? Nosotros solo esquiamos con ella por la mañana.
—Voy a preguntar. —La recepcionista levantó el auricular, llamó a la tienda deportiva y procedió a indagar. Instantes después, colgó—. El instructor con quien la señorita Fogarty esquió ayer dice que no ocurrió nada extraño durante la excursión. La instructora del sábado tiene el día libre, pero no informó de ningún problema cuando regresaron.
—Gracias —dijo Alvirah. Dio su teléfono móvil a la recepcionista y le pidió que la llamara de inmediato si recibía noticias de Opal. Luego se volvió hacia los rostros preocupados de sus amigos—. No tengo el menor interés en visitar mi arce ahora mismo y sé que vosotros debéis marcharos. Os llamaré en cuanto Willy y yo sepamos algo.
Regan miró a Jack.
—Yo no tengo que volver. Me quedaré y ayudaré a Alvirah y Willy a buscar a Opal.
—Yo también me quedo —le secundó Jack.
Nora los miró con impotencia.
—Ojalá pudiera quedarme, pero he de tomar un avión mañana a primera hora. —Meneó la cabeza—. No puedo cancelar la comida.
—Nora, no te preocupes —dijo Alvirah—. Y Regan, tú y Jack no tenéis que quedaros.
—Nos quedamos —contestó, tajante, Regan.
—No te preocupes tanto, cariño —dijo Willy a Alvirah—. Todo se arreglará.
—Pero Willy —gimió Alvirah—, existe la posibilidad de que Packy Noonan ronde por aquí. Ha incumplido su libertad condicional y Opal ha desaparecido. Si sus caminos se cruzan, no sé lo que Packy sería capaz de hacer a Opal. Sabe que ella le odia y que estaría encantada de verle de nuevo en la cárcel. Incumplir la libertad condicional es razón suficiente para encarcelarle de nuevo.
—Alvirah, ¿tienes una foto de Opal contigo? —preguntó Regan.
—Ni siquiera tengo una foto de Willy.
—¿Salió la foto de Opal en el periódico cuando ganó la lotería?
—Sí. Así fue cómo el idiota de Packy Noonan se enteró de que tenía dinero y decidió ir por ella.
—En ese caso, podemos obtener la foto a través del ordenador y hacer copias para enseñársela a la gente y preguntarle si la han visto —propuso Regan.
—Regan y yo nos encargaremos de eso —se ofreció Jack—. Luke y Nora, sé que tenéis que hacer las maletas y partir. Alvirah y Willy, ¿por qué no nos reunimos en vuestra cabaña dentro de media hora? Luego distribuiremos la cara de Opal por todo el pueblo.
—Tengo un terrible presentimiento —reconoció Alvirah—. Me siento culpable por haberla invitado a venir. Desde el momento en que llegamos tuve el presentimiento de que algo iría mal.
Era como si pudiera oler el gas que ya empezaba a penetrar en la casa donde Opal y Milo dormían bajo los efectos de varios somníferos.