El miércoles por la mañana, Nat se llevó la segunda taza de café a la sala de estar y se puso a estudiar las dos fotos de Recuerda. Había extraído con cuidado la estropeada del marco y ahora la tenía apoyada en la repisa de la chimenea al lado de la que le había dado Elaine.
El mal estado de la copia que había sacado de la basura de Scott Covey era más evidente ahora que se hallaba fuera del marco. Parecía que las rayas que la atravesaban estaban hechas con un cuchillo o con un cristal afilado. En el lugar correspondiente al barco había un agujero.
En la otra copia se veía una leve mancha en ese mismo punto, como si Elaine hubiera intentado retocar el negativo pero no lo hubiese conseguido del todo.
—Adiós, papá. —Sus dos hijos, Kevin y Danny, de dieciséis y dieciocho años, estaban en la puerta, sonriendo—. Si estás intentando decidir cuál vas a comprar, yo voto por la de la derecha —dijo Kevin.
—Está claro que a alguien no le ha gustado la otra —comentó Danny.
—Eso creo yo —dijo su padre—. La cuestión es: ¿por qué no le ha gustado? Hasta la noche, chicos.
Debbie entró unos minutos más tarde.
—¿Todavía no lo has descubierto? —preguntó.
—No le encuentro la lógica. Primero, no me parece creíble que Elaine Atkins pensara en serio que Scott Covey podía comprar esa casa. Y cuando se marchó, ¿por qué no la dejó dentro? ¿Por qué se molestó en romperla y recortar el barco? ¿Y por qué intento borrar Elaine el barco de la copia? Tiene que haber un motivo.
Debbie cogió la foto estropeada y le dio la vuelta.
—A lo mejor deberías hablar con el fotógrafo. Mira, el nombre está detrás: Walter Orr. También están el número de teléfono y la dirección.
—Ya sabía el nombre. Me lo dijo Elaine.
Debbie volvió a dar la vuelta a las fotos y se puso a alisar los bordes.
—Mira, aquí debajo pone la fecha y la hora en que la sacaron. —Miró la otra foto—. En la que te dio Elaine no lo pone.
Nat miró la fecha.
—¡Quince de julio a las tres y media de la tarde! —exclamó.
—¿Tiene algo de particular la fecha?
—Ya lo creo. Es el día que se ahogó Vivian Carpenter. Covey llamó a la Guardia Costera a las cuatro y media. —Corrió al teléfono.
Mientras escuchaba el mensaje grabado, una expresión de decepción se apoderó del rostro de Nat. Dejó su nombre y su número de comisaría y terminó diciendo:
—Señor Orr, tengo que hablar con usted urgentemente. —Después de colgar, le explicó a su esposa—: Orr está fuera y regresará a las cuatro, así que esto tendrá que esperar hasta entonces, pero Deb, acabo de darme cuenta de que cuando Marge nos ofreció esta copia dijo que Elaine tenía el negativo, y evidentemente lo ha modificado, de manera que, si esto esconde algo interesante, es posible que no lo averigüemos nunca. ¡Mierda!