Jan Paley recibió con sorpresa y alegría la llamada de Menley Nichols aquella tarde. Menley le preguntó por las casas antiguas que tuvieran alguna leyenda.
—Por antiguas quiero decir buenos ejemplos de arquitectura y por leyendas me refiero a historias sobre una presencia inexplicable, un fantasma —le explicó Menley.
Jan accedió de buena gana a ser su guía. Inmediatamente se sentó a hacer una lista de los lugares a los que pensaba llevarla.
La casa Dillingham, de Brewster, era una. Se trataba de la segunda más antigua de Cape Cod. A lo largo de los años, algunas de las personas que la habían alquilado habían afirmado que les había parecido ver a una mujer cruzar la puerta de una de las habitaciones. El Dennis Inn era otra posible visita. Los propietarios hasta le habían puesto un mote al espíritu juguetón que constantemente causaba estragos en la cocina. Lo llamaban Lillian.
Podían ir a ver a Sarah Nye, la amiga de que le había hablado a Menley en la fiesta de Elaine. Sarah estaba convencida de que vivía con la mujer para quien fue construida la casa en el año 1720.
¿Y la casita de Harwich cuya planta baja era ahora el taller de un decorador? Los dueños afirmaban que albergaba a un fantasma y estaban convencidos de que era una chica de dieciséis años que había muerto allí en el siglo XIX.
Jan hizo unas llamadas, fijó las horas de las visitas y volvió a llamar a Menley.
—Ya está todo listo. Pasaré a recogerte mañana a eso de las diez.
—Estupendo. Oiga, Jan, ¿sabe algo de una muñeca antigua que tenía Phoebe Sprague? Henry le ha dicho a Adam que insiste en que es de aquí.
—Ah, ¿la ha encontrado? —Exclamó Jan—. Cuánto me alegro. Tom la halló debajo de los aleros de la buhardilla. Sólo Dios sabe cuánto tiempo llevaba allí. Phoebe quería enseñársela a un anticuario. En sus investigaciones había encontrado indicios de que podía ser de Mehitabel. Yo no me había dado cuenta de que ya empezaba a fallarle la memoria y guardó la muñeca en algún sitio y luego no la encontraba.
—¿Por qué pensaba que había pertenecido a Mehitabel? —preguntó Menley.
—Phoebe me dijo que en unas memorias que había leído se decía que cuando el marido se llevó a su hija, se veía a Mehitabel en el balcón de la viuda con una muñeca en brazos.