El martes por la mañana amaneció nublado y un viento frío obligó a los habitantes de Chatham a revolver los armarios en busca de camisas de manga larga y chaquetas. Era un día de los que Marge, la ayudante de Elaine, decía que «le daban ánimos».
La Agencia Inmobiliaria Atkins tenía varias casas nuevas y Elaine había salido personalmente a sacar fotos favorecedoras de las propiedades. Luego las había mandado revelar y ampliar y el día anterior las había llevado al despacho.
Aquella mañana, al notar que hacía fresco, Marge decidió ir a la agencia antes de lo habitual y aprovechar una hora sin interrupciones para arreglar los escaparates. Llegó a las siete y media y empezó a quitar las fotos antiguas.
A las nueve menos diez había terminado y estaba en la acera observando el resultado de su trabajo con ojo crítico. «Muy bonito», pensó admirando el efecto conseguido.
Las fotos eran muy buenas y reflejaban lo mejor de cada propiedad. En Cockle Cove Ridge había una preciosa casa antigua típica de Cape Cod, en Deep Water Lane, una coquetona casita con el tejado muy inclinado, otra moderna en Sandy Shoes Lane y una docena de propiedades menos llamativas pero también atractivas.
La más importante de todas era una finca en primera línea de mar situada en Wychmere Harbor. Elaine había contratado al fotógrafo aéreo que siempre le hacía este tipo de fotos para tomar una panorámica de la propiedad. Marge la había colocado en el centro del escaparate, en lugar de la foto aérea enmarcada de Recuerda.
Oyó unos aplausos a su espalda y se volvió rápidamente.
—Las compro todas —dijo Elaine saliendo del coche.
—¡Adjudicadas! —Marge esperó a que Elaine acabara de salir y se acercase a ella—. En serio, ¿qué te parece?
Elaine estudió el escaparate.
—Te ha quedado muy bien. Supongo que ya era hora de quitar mi preferida, la foto de Recuerda.
—Si quieres que te diga la verdad, sí. Sobre todo si piensas que los Nichols se la van a quedar.
Elaine abrió la marcha hacia el interior de la agencia.
—Me temo que eso está por ver —dijo—. Me da la impresión de que Menley Nichols no se encuentra del todo bien.
—No la conozco —dijo Marge—, pero Adam Nichols es un hombre encantador. Me acuerdo de lo triste que estaba el año pasado cuando tú lo sacabas por ahí. Alquiló la casita de los Spark que está cerca de tu casa, ¿verdad?
—Exacto. —Elaine vio la foto de Recuerda apoyada en el respaldo de una silla—. Tengo una idea —dijo—. ¿Por qué no se la mandamos a Scott Covey? Si todo se aclara, no me sorprendería que decidiera quedarse en Cape Cod, y a Vivian y a él les gustaba con locura esta casa. Al menos así no se olvidará de ella; por si acaso los Nichols no se la quedan.
—¿Y si no le interesa? Si vuelve a estar disponible, te arrepentirás de habérsela regalado, Elaine.
—Tengo el negativo. Puedo hacer copias.
Se dirigió a su despacho mientras Marge empezaba a guardar las fotos que había quitado del escaparate en un álbum grande que había en la mesa de la recepción. El tintineo de la puerta principal anunció la primera visita.
Era el mozo de la floristería con un jarrón de rosas de largo tallo.
—Para la señorita Atkins —dijo.
—No pensé ni por un instante que fueran para mí —comentó Marge—. Llévaselas, ya conoces el camino.
Cuando el chico se hubo marchado, Marge entró a admirar las flores.
—Son preciosas. Esto se está convirtiendo en una cosa habitual. Pero ¿qué es eso? —En el ramo había una cinta sobre la que había pegado el número 106—. Ya sé que no eres tan vieja.
—Es un detalle de John. Son los días que faltan para que nos casemos.
—Es un romántico, quedan muy pocos como él. Elaine, ¿crees que tendréis hijos?
—Él ya tiene una y quiero creer que Amy y yo estamos empezando a llevarnos mejor.
—Pero Amy tiene diecisiete años y está a punto de irse a la universidad. Si fuera una niña pequeña sería otra cosa.
—Si fuera una niña pequeña, no me casaría con John —dijo Elaine riendo—. No soy nada hogareña. —En ese momento sonó el teléfono. Elaine atendió—. Inmobiliaria Atkins. Soy Elaine Atkins. —Escuchó—. ¡Adam! ¿Hay que llegar a eso? Quiero decir que una vista preliminar suena fatal. Claro que quiero repasar mi declaración. Sí, podemos quedar para comer. ¿A la una? Hasta luego. —Después de colgar, le dijo a Marge—: Parece que hay buenas noticias. Van a celebrar una vista preliminar sobre la muerte de Vivian Covey, lo cual quiere decir que los medios de comunicación pueden estar presentes. Así que es una oportunidad para que todos respaldemos a Scott. —Se levantó—. ¿Dónde está la foto de Recuerda?
—Al lado de mi mesa.
—Se la voy a mandar por mensajero con una nota.
En su papel de cartas personal escribió unas frases con su letra clara y decidida:
«Querido Scott:
»Acabo de enterarme de lo de la vista y aprovecharé la oportunidad para hacer saber al mundo lo felices que erais Vivian y tú la tarde que fuimos a ver Recuerda. Te gustó tanto que quiero regalarte esta foto para que nunca la olvides.
ELAINE».