Cuando la anciana se marchó, llevándose la bandeja con el plato y la jarra, la camisola y la corona, Luke sacó las piernas de la cama. Plantó los pies descalzos en el suelo y mantuvo las pantorrillas apretadas contra la pared de la estructura de la cama hasta que comprobó si era posible mantener el equilibrio mientras se movía con los tobillos ligados.
No lo era. Cuando intentó dar un brinco, se estrelló contra el suelo con el hombro por delante. Escupió y maldijo con la cara pegada al entarimado. Luego esperó a que cesaran los sudores, y a que unos pasos retumbaran subiendo aquella vieja escalera y alguien entrara como un torbellino en la habitación.
Sin embargo, no apareció nadie. Retorció entonces los dedos de los pies. Todavía le respondían. Dirigió una sonrisa al suelo polvoriento.
Tendido de costado, completamente desnudo, reptó hasta la ventana. Una vez allí se levantó apoyando la espalda contra la pared y deslizándose por ella. Por fin de pie, y otra vez sucio, se dio la vuelta y se asomó a la ventana.
Los Frenesí Sangriento habían estado ocupados. Habían compuesto otra pira enorme a media docena de metros de la línea de los árboles, mucho más alejada de la casa que la anterior. Surtr seguía arrojando ramitas secas a la base de la estructura. Luke vio junto a sus pies la garrafa de plástico roja de la gasolina. A escasa distancia de la pira habían cavado un hoyo donde levantarían una cruz descomunal que habían construido burdamente atando un par de tablas de madera viejas y gruesas.
Fenris y Loki empezaron a colocar la parte superior de la cruz dentro del hoyo. Estaban instalándola invertida.
Fenris llamó a Surtr, que le respondió con una sonrisa en su cara horrorosamente pintada. Había añadido más sangre de la habitual alrededor de la nariz y de la boca. También esta vez estaba desnuda, y la larga cabellera negra le caía sobre los hombros lechosos. La chica recogió una pequeña cámara digital plateada de la hierba y se acercó a Loki y a Fenris para tomarles fotos posando junto al crucifijo invertido. Para ellos todo aquello seguía siendo un poco como un juego, y Luke sintió de repente una efímera y absurda rabia por la falta de solemnidad que rodeaba su muerte.
Entonces se sintió tan débil ante la visión de aquella triste cruz negra, que se alzaba ligeramente inclinada bajo el cielo bajo y oscuro, que se dejó caer al suelo y empezó a temblar con convulsiones.