Capítulo 14

Encontraron a Dom fuera de la casa. Estaba contemplando los árboles con los ojos vidriosos, arrodillado sobre la hierba alta y húmeda y vestido únicamente con unos calzoncillos y una camiseta. Amanecía y hacía un frío horroroso, y le temblaba todo el cuerpo.

Ninguno de los dos fue capaz de tocarlo. Ni Hutch ni Luke lo habían visto así jamás. Tenía los labios negros y el rostro surcado de tierra. Bajo la mugre, su tez estaba pálida por el frío y por lo que había visto, o soñado. La piel alrededor de sus ojos tenía un extraño tono rosado causado por las lágrimas que se habían deslizado en unos regueros calientes y salados por las mejillas sin afeitar. Dom no se había percatado de la presencia de sus amigos, y permanecía inmóvil y mascullando para sí mientras Hutch y Luke tiritaban a su lado, tratando de impedir que el horror se apoderara definitivamente de ellos.

Ni Hutch ni Luke pudieron evitar dirigir la mirada hacia el lugar que los ojos extraviados en el rostro desaliñado de Dom miraban fijamente, como si hubieran realizado un hallazgo extraordinario en el penumbroso bosque. Pero no vieron nada, excepto la masa negra de árboles, el agua goteando de sus frondas y el resplandor blancuzco de la corteza de los abedules, todo ello sobre el suelo anegado del bosque.

—Domja. Domja —dijo Hutch.

Dom debió de oírlo, pues, sin volverse, afirmó:

—Va a colgarnos de los árboles.

Tal vez solo eran un puñado de palabras incoherentes que Dom trasladaba a la realidad desde su sueño, pero nadie volvió a hablar durante un rato, hasta que Luke se volvió hacia la casa y dijo:

—Tenemos que encontrar a Phil.