—Ya tendría que haberme ido, pero cuando volví de la comida me encontré un montón de mensajes esperándome —explicó Gordon Amory a Jean—. Vamos a rodar un episodio de nuestra nueva serie en Canadá y han surgido algunos problemas. Me he pasado las dos últimas horas al teléfono.
Se había acercado al mostrador y dejado las maletas en el suelo cuando el recepcionista enseñaba a Sam las fichas de trabajo de los empleados del hotel. Entonces escrutó el rostro de Jean.
—Jean, ¿pasa algo?
—Laura ha desaparecido —dijo ella, consciente del temblor de su voz—. No estaba aquí cuando a las dos y cuarto pasó el chófer que había pedido para que la llevara al aeropuerto. No ha dormido en su cama y la doncella dice que se ha llevado algunas cosas de su tocador. Quizá decidió pasar la noche con alguien, eso no tiene nada de raro, pero sé que quería estar con nosotros esta mañana y estoy muy preocupada.
—Sí, anoche estuvo hablando con Jack Emerson y dijo que pensaba venir a la comida —explicó Gordon—. Como te conté, se mostró muy fría conmigo cuando le dije que no tenía ni la más mínima posibilidad de conseguir un papel en la nueva serie, pero después de la cena estuve oyendo lo que hablaba con Jack.
Sam, que había estado escuchándolos, se volvió hacia Gordon y se presentó.
—Laura Wilcox es una persona adulta. Tiene todo el derecho del mundo a escaparse con un amigo y cambiar de opinión. De todos modos, creo que sería conveniente investigar y ver si alguien, algún empleado del hotel o algún amigo, conocía sus planes.
—Siento haberle hecho esperar, señor Amory —dijo el recepcionista—. Ya tengo su cuenta preparada.
Gordon Amory vaciló y miró a Jean.
—Crees que puede haberle pasado algo, ¿verdad?
—Sí. Laura estaba muy unida a Alison. Al margen de los planes que tuviera para ayer por la noche, sé que de ninguna manera se hubiera perdido la ceremonia.
—¿Mi habitación sigue libre? —preguntó Amory al recepcionista.
—Por supuesto, señor.
—Entonces me quedaré, al menos hasta que sepamos alguna cosa de la señorita Wilcox. —Se volvió hacia Jean, que, por un momento, a pesar de su preocupación por Laura, se sorprendió pensando que Gordon Amory se había convertido en un hombre muy atractivo. Antes me daba pena, se dijo. Era un personaje patético, y mira en qué se ha convertido—. Jean, sé que anoche ofendí a Laura y me mostré muy grosero… Supongo que fue una especie de venganza por la forma en que me despreciaba cuando éramos pequeños. Podía haberle prometido algún papel en la serie, aunque no fuera el de protagonista. Tengo la sensación de que está desesperada. Puede que por eso no se haya presentado esta mañana. Estoy seguro de que volverá, y cuando lo haga le ofreceré un trabajo. Y pienso quedarme aquí para ofrecérselo personalmente.