Dannyboy Duke estaba sentado miserablemente encogido hacia adelante en una silla en la celda de la comisaría. Sudaba y tenía los nervios de punta. Le temblaban los brazos y casi no podía ver. Y pensar que con otros treinta segundos no le hubiesen cogido y que, en este instante, se encontraría en su apartamento con el bendito alivio del pinchazo corriéndole por todo el cuerpo… Sin embargo, ahora se hallaba en medio de aquel sudoroso y caliente infierno.
—Dadme una oportunidad —susurró.
Los policías ni se inmutaron.
—Danos tú una oportunidad, Danny. En este pisapapeles hay manchas de sangre. ¿A quién pegaste, Danny? Vamos, Danny, sabemos que no se trata de la viejecita a la que robaste la cartera anoche. Sólo la tiraste al suelo y se le ha roto la cadera. Y esto es bastante malo cuando se tienen setenta y cinco años de edad, Danny. Además, lleva todas las trazas de acabar con neumonía. Y quizá hasta se muera. Ese sería el crimen número dos, Dannyboy. Si tú nos ayudas, veríamos qué podemos hacer por ti.
—No sé de qué me habláis —susurró Danny.
—Claro que lo sabes. En tu coche, encontramos el maletín del médico y la carterita también. Y en tu bolsillo, la cartera que habías robado en Alexander's. Sabemos que anoche robaste el maletín. Tenemos el aviso aquí. El portero te vio haciéndolo frente al hotel Carlyle y puede identificarte. Ahora bien, queremos saber a quién pegaste con el pisapapeles, Danny. Cuéntanoslo. Y también lo de ese zapato, Danny. ¿Desde cuándo guardas zapatos medio rotos? Venga, dínoslo todo.
—Todo estaba en el maletín —susurró Danny.
Los dos detectives se miraron. Uno de ellos se encogió de hombros y se volvió a mirar el periódico que estaba en la mesa situada detrás de él. El otro dejó la carpeta que había estado examinando y que había sacado del maletín.
—Muy bien, Danny. Vamos a llamar al doctor Salem, para que nos diga qué tenía dentro del maletín. Eso lo arreglará todo. Pero todo marcharía mejor si tú colaboraras. Ya llevas bastante tiempo en la calle para saber esas cosas.
El otro detective levantó la vista del periódico y, con voz que dejaba traslucir el asombro, preguntó:
—¿El doctor Salem?
—Sí, ése es el nombre que figura en la carpeta. Pero espera un momento. Ahora veo que la placa del maletín dice doctor Edgar Highley. Es de suponer que tenía el historial médico de la paciente de otro médico.
El detective más joven se acercó a la mesa, llevaba en la mano la edición matutina del Daily News. Abrió la carpeta y examinó el montón de papeles que tenían el membrete del doctor Emmet Salem. Luego, señaló la página tres del News.
—Salem es el médico que anoche apareció muerto en el techo de la terraza del Essex House. El fiscal del condado de Valley está trabajando con nosotros en este caso.
Los oficiales de la policía miraron a Dannyboy con nuevo interés y con ojos agudos y suspicaces.