Cuando se dice que escribir un libro es un largo viaje, es totalmente cierto. Sin embargo, decir que será un viaje de dos mil años es algo bastante distinto. Cuando Michael Korda, mi editor, insinuó que sería interesante que la historia tuviera un trasfondo bíblico y que debería tratar de una carta escrita por Cristo, negué con la cabeza.
Sin embargo, la posibilidad no me dejaba tranquila y las palabras «¿y si?» y «supón que» me asaltaban con frecuencia el pensamiento. Empecé a escribir y cuatro meses después me di cuenta de que no me gustaba el modo en que estaba contando la historia.
Por mucha experiencia que se tenga como escritor, eso no garantiza que la narración siempre se desarrolle como se había imaginado. Así pues, deseché esas páginas y empecé de nuevo.
Mi más feliz agradecimiento a Michael, mi editor, mentor y querido amigo durante todos estos años. Ya hemos reservado un día para el almuerzo de celebración. Durante el mismo, sé lo que sucederá. Delante de una copa de vino, adoptará un gesto pensativo y dirá: «Se me ha ocurrido que…», con lo que querrá decir que volvemos a la carga.
Kathy Sagan, jefa de redacción, es maravillosa. Aunque sabía que estaba ocupada con su propia lista de autores, después de descubrir lo bueno que era colaborar con ella en nuestra revista de misterio, quise trabajar con ella. Esta es la segunda novela que hacemos juntas. Gracias, Kathy.
Gracias al equipo de Simon & Schuster, que convirtió el manuscrito en libro: al jefe de producción John Wahler, la directora adjunta de edición, Gypsy da Silva, la diseñadora Jill Putorti y la directora artística Jackie Seow, por su maravilloso diseño de cubierta.
Mi equipo de hinchas locales, Nadine Petry, Agnes Newton e Irene Clark, están siempre a mi lado. Saludos y gracias.
Mi amor eterno a John Conheeney, marido extraordinario. Aún no me creo que acabemos de celebrar nuestro decimoquinto aniversario de boda. Parece que fuera ayer. Por todos nuestros mañanas compartiendo amor y risas con nuestros hijos, nietos y amigos.
Y a todos vosotros, lectores, espero que disfrutéis de esta nueva historia. Como ya he citado otras veces de ese espléndido pergamino antiguo: «El libro está terminado. ¡Dejad disfrutar al autor!».
Saludos y bendiciones,
MARY HIGGINS CLARK