A las seis en punto, Alvirah y Willy estaban viendo las noticias de la CBS. Willy la observó mientras su semblante por lo general alegre se convertía en una mueca de preocupación. Después de hablar con Mariah hacía un rato, Alvirah le había dicho que el delincuente que robó las joyas podría haber visto a alguien salir de la casa de Jonathan después de que lo asesinaran.
—Cariño, creí que me habías dicho que era un secreto —comentó Willy—. ¿Cómo se explica que esté en las noticias?
—Es difícil silenciar estas cosas —respondió Alvirah con un suspiro—. Siempre hay alguien que da el chivatazo a la prensa. —Se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja—. Gracias a Dios, Dale of London vuelve ya la semana que viene. De otro modo, tendría que ponerme capucha para tapar las raíces blancas.
—Cuesta creer que el día del Trabajo sea ya este fin de semana —observó Willy mientras dirigía la mirada a Central Park, donde la capa de exuberantes hojas verdes aún cubría con abundancia las ramas—. No nos daremos cuenta y ya habrá llegado el invierno, y las hojas habrán desaparecido.
Alvirah se fijó en que miraba el parque. Pasando por alto su comentario sobre el cambio de estación, como él había pasado por alto el suyo sobre sus raíces blancas, preguntó:
—Willy, si fueras el hombre que huyó de la casa esa noche, ¿qué estarías pensando?
Willy se volvió de la ventana para prestar toda su atención a la pregunta de su mujer.
—Si tuviera que preocuparme por algo así, intentaría pensar cómo jugar mis cartas. Podría decir que el delincuente vio una fotografía de Jonathan conmigo y me escogió como culpable.
Se sentó en la cómoda butaca y decidió no comentar que empezaba a tener hambre puesto que habían tomado un almuerzo ligero.
—Cuando asesinaron a Jonathan, algunos periódicos publicaron una fotografía suya con el grupo que lo acompañó a su última excavación en Egipto —señaló—. El artículo decía que eran sus amigos más íntimos. Diría que era fácil que ese tipo me hubiera visto en la fotografía y hubiera decidido acusarme para obtener algún beneficio.
—Es una posibilidad —convino Alvirah—. Pero supón que en el retrato aparece el culpable y resulta que es uno de los amigos de Jonathan. Todos han dado su versión sobre dónde estuvieron esa noche. Cuando alguien reconozca a la persona del retrato, el fiscal exigirá interrogarlo nuevamente, y de inmediato. Pero yo me pregunto: si el tipo que mató a Jonathan está viendo las noticias en este momento, estará muerto de miedo pensando en el retrato que se dibujará mañana. ¿Se asustará lo bastante para huir? ¿O intentará embaucar a todo el mundo? ¿Tú qué harías?
Willy se puso en pie.
—Si fuera ese tipo, pensaría en ello mientras ceno. Vamos, cariño.
—De acuerdo, quiero que cenes y descanses bien esta noche —dijo Alvirah—. Porque te aviso ahora mismo de que mañana tendrás un día ajetreado.