El martes, a las once de la mañana, Wally Gruber compareció ante la juez de Nueva York Rosemary Gaughan acusado de un delito de allanamiento de morada e intento de robo. Su rostro redondeado no mostraba su sonrisa habitual. Su robusto cuerpo estaba cubierto por un mono naranja de presidiario. Llevaba las manos esposadas y grilletes en los pies.
El ayudante del fiscal del distrito empezó:
—Señoría, el señor Gruber está acusado de allanamiento de morada e intento de robo en la dirección que se especifica en la denuncia. Tiene una condena previa por robo, que le valió una pena de cárcel. Las pruebas que presentamos son concluyentes. El señor Gruber fue detenido por la policía en el momento del allanamiento. Que conste también que la policía está investigando otro robo en New Jersey, del que también podría ser responsable. Trabaja como guarda en un aparcamiento de la ciudad y tenemos pruebas de que ha estado colocando localizadores de GPS en coches para saber en qué momento los propietarios no estaban en casa. En un reciente allanamiento de morada en New Jersey se robaron más de tres millones de dólares en joyas, mientras la familia estaba de vacaciones. Se nos ha informado de que un localizador similar al que se colocó subrepticiamente en el vehículo del propietario de la casa de Nueva York se ha descubierto también en el vehículo del propietario de la casa de New Jersey. Anticipamos que la denuncia penal de New Jersey se presentará en los próximos días. Cabe señalar también que el acusado es soltero y vive solo en un apartamento alquilado. Teniendo en cuenta todas estas circunstancias, creemos que hay un riesgo alto de fuga y solicitamos una fianza de doscientos mil dólares en efectivo.
El abogado defensor, Joshua Schultz, de pie junto a Wally, habló a continuación:
—En primer lugar, su señoría, el señor Gruber se declara inocente. Con respecto a la fianza solicitada por el ayudante del fiscal, la consideramos excesiva. Hasta el momento no se ha presentado denuncia penal alguna por el caso de New Jersey. El señor Gruber lleva años viviendo en la ciudad de Nueva York y tiene intención de comparecer a todas las vistas judiciales. Es un hombre de recursos muy limitados. El señor Gruber me ha hecho saber que si le permite utilizar los servicios de un agente de fianzas, puede depositar quince mil dólares.
La juez Gaughan los miró desde el estrado.
—Si bien al acusado se le presume inocente, el fiscal del distrito ha presentado lo que parecen pruebas consistentes en el caso. Teniendo en cuenta que si acaba siendo condenado se expone a una pena larga de prisión, concluyo que existe un riesgo de fuga considerable. No permitiré la intervención de un fiador. La fianza queda fijada en doscientos mil dólares, solo en efectivo. Por supuesto, si se presenta una denuncia en New Jersey, el juez de esa jurisdicción decidirá una cantidad adicional.
Tres horas después, incapaz de depositar la fianza, Wally se encontraba de camino a la prisión de Rikers Island. Mientras lo empujaban para que entrara en la furgoneta, intuyó el despuntar del otoño en la brisa fresca y la comparó con el ambiente viciado de la celda del juzgado. Tengo un as en la manga, recordó. Intentarán negociar conmigo. Cuando oigan lo que sé, tendrán que concederme la condicional.
Esbozó una sonrisa irónica. Puedo sentarme con el tipo que hace los retratos robot y darle todos los detalles de la cara de la persona que le voló la cabeza al profesor, pensó. Pero si no quieren seguirme el juego, llamaré al elegante abogado de la anciana y le diré que soy su billete para volver a casa.