Ningún hombre es una isla y ningún escritor escribe a solas. Mi más afectuoso agradecimiento a mis ediotres, Michale V Korda y Chuck Admans, que constituyen siempre las condiciones indispensables para que mis libros pasen del momento de la concepción al de la publicación. En esta ocasión y con este libro en concreto se han portado maravillosamente.
También quiero expresar mi agradecimiento a Eugene H. Winick, mi agente literariio y a Lisl Cade, mi publicista. Su ayuda ha sido inconmensurable.
Un escritor necesita el asesoramiento de los expertos. Este libro trata de la cirugía plástica. Mi agradecimiento al doctor Bennett C. Rothenberg del hosital de Saint Barnabas, Livingston, Nueva Jersey, por sus sabios consejos sobre medicina. Estoy en deuda de gratitud por su ayuda con Kim White, del Departamento de Rehabilitación de Nueva Jersey. Una vez más Ina Winnick ha examinado los aspectos psicológicos del argumento. Gracias Ina.
Todos mis hijos han leído el libro conforme lo he ido escribiendo. Me han dado consejos muy acertados (relacionados con los aspectos legales: «No olvides aislar al jurado»; y con los diálogos: «Nadie de nuestra edad diría eso. Ponlo de otra manera») y mucho ánimo. Gracias, chicos.
Finalmente, mi hija de diex años, Liz, que ha sido en muchos casos la persona en quien me he basado ara construir el personaje de Robin. Cada vez que le he preguntado: «Liz, ¿qué dirías si ocurriera esto?», las respuestas que me ha dado han sido «alucinantes».
Os quiero a todos y cada uno de vosotros.