Geoff llamó a Kerry a casa. Al no obtener respuesta, marcó el número de su coche. ¿Dónde estaba?, se preguntó desesperadamente. En el momento en que el guarda se llevaba a Arnott, llamó al despacho de Frank Green.
«La fiscalía está cerrada. Si se trata de una urgencia, llame al…».
Geoff soltó un juramento mientras marcaba el número de urgencias. Robin estaba con los Hoover. ¿Dónde estaba Kerry? Por fin, alguien respondió a su llamada.
—Soy Geoff Dorso. Debo hablar con Frank Green ahora mismo. Una persona corre peligro de ser asesinada. Déme el número de teléfono de su casa.
—No está allí. Ha tenido que salir a causa de un asesinato en Oradell, señor.
—¿Puede ponerme en contacto con él?
—Sí. Espere un momento.
Geoff tuvo que esperar tres minutos a que Frank Green se pusiera al teléfono.
—Geoff, estoy muy ocupado. Espero que me llames por algo importante.
—Lo es. Muy importante. Tiene que ver con el caso Reardon. Frank, Robin Kinellen está en casa de Jonathan Hoover esta noche.
—Sí, me lo ha dicho Kerry.
—Frank, acabo de enterarme de que fue Jonathan Hoover quien le regaló a Suzanne Reardon las joyas antiguas. Se entendía con ella. Creo que es el asesino que estamos buscando, y Robin está con él.
Se produjo un largo silencio. Entonces, con tono inexpresivo, Frank Green dijo:
—Estoy en la casa de un anciano especialista en restauración de joyas antiguas. Ha sido asesinado a primera hora de la mañana. No hay indicios de robo, aunque su hijo me ha dicho que la lista con los nombres de sus clientes ha desaparecido. Voy a llamar a la policía local para que vaya a la casa de los Hoover inmediatamente.