Frank Green se encontraba en un juicio, por lo que Kerry tuvo que esperar hasta el mediodía para informarle sobre el asesinato del doctor Smith y el paquete que le había enviado esa misma mañana por correo urgente. Ya se había serenado del todo y se preguntaba cómo había podido perder los nervios cuando había hablado con Geoff. El análisis de sus sentimientos era algo que tendría que dejar para más tarde. Por el momento saber que Joe Palumbo se encontraba apostado con su coche delante del colegio de Robin, esperando a que saliera para llevarla a casa, y que se quedaría vigilando hasta que ella regresara de la fiscalía, le bastaba para ahuyentar los temores que más le angustiaban.
Green examinó con detenimiento el contenido del joyero y comparó cada pieza con las que el doctor Smith mencionaba en la carta que había adjuntado en el paquete.
«Una pulsera con los signos del Zodíaco» —leyó—. Aquí está. «Un reloj con los números de oro, la esfera de marfil y la correa de oro y diamantes». Muy bien. Aquí está. «Una sortija de oro rojizo con diamantes y esmeraldas». Ésta es. «Una antigua pulsera de diamantes. Tres brazaletes de diamantes unidos por broches, también de diamantes». —Se lo mostró—. Una preciosidad.
—Sí. Seguramente recuerdes que Suzanne llevaba esa pulsera cuando fue asesinada. Skip también describió otra pieza, un alfiler o juego de alfileres con un diamante en la cabeza. El doctor Smith no lo menciona; por lo visto no lo tenía. Geoff me acaba de mandar por fax el recorte de un periódico local en el que aparece Suzanne con el alfiler. La fotografía fue sacada pocas semanas antes de que muriera. Como verás, se parece mucho a la pulsera y es también una pieza de anticuario. Las otras joyas son igualmente hermosas, pero tienen un diseño muy moderno.
Kerry miró con detenimiento la borrosa reproducción y comprendió por qué Deidre Reardon había descrito el alfiler como una imagen de la relación entre la madre y el hijo. Tal como le había explicado, la pieza tenía dos partes: la más grande era una flor y la más pequeña un capullo. Ambas estaban unidas por una cadena. Lo observó durante unos segundos con gesto de perplejidad, pues le resultaba extrañamente familiar.
—Estaremos atentos por si aparece alguna referencia a este alfiler en los documentos de Haskell —prometió Green—. Ahora a ver si nos aclaramos. Según dices, las joyas que el doctor menciona, excluyendo este broche, son todas las que el doctor Smith, a petición de Suzanne, dijo a Skip que él le había regalado a su hija.
—Es lo que indica el doctor en la carta. Además coincide con lo que Skip Reardon me dijo el sábado.
El fiscal dejó la carta del doctor sobre el escritorio.
—Kerry, ¿crees que alguien te pudo seguir ayer cuando fuiste a visitar al doctor Smith?
—Ahora creo que sí. Por eso estoy tan preocupada por la seguridad de Robin.
—Voy a ordenar que una patrulla vigile tu casa toda la noche, aunque, ahora que se acerca el momento de la verdad, estaría más tranquilo si tú y Robin os trasladaseis a un lugar más seguro. Jimmy Weeks es un animal acorralado. Es posible que Royce consiga que le condenen por fraude fiscal, pero con lo que tú has descubierto, tal vez podamos acusarle de asesinato.
—¿Te refieres a la tarjeta que Jimmy Weeks envió con las flores?
—Un equipo de grafólogos ya estaba analizando la tarjeta y Kerry había mencionado a Green el papel que habían encontrado en el bolsillo del abogado de Haskell después de que ambos hombres fueran asesinados.
—En efecto. Esas notas no son obra de ningún dependiente de floristería. Imagínate dictando una tarjeta de esas características por teléfono. Según tengo entendido, Weeks es un músico aficionado bastante bueno. Ya sabes, la clase de persona que se convierte en el alma de la fiesta cuando se pone a tocar el piano. Con esa tarjeta, y si los recibos que han encontrado son los de las joyas, el caso Reardon cambia por completo.
—Y si se acepta el recurso y se celebra otro juicio, Skip tendrá derecho a quedar en libertad bajo fianza hasta el día del juicio o incluso podría ser absuelto —dijo Kerry con calma.
—Si se confirma nuestra hipótesis, eso será lo que recomiende —asintió Green.
—Frank, hay otro asunto que te quería comentar —dijo Kerry—. Sabemos que Jimmy Weeks está intentando asustarnos para que dejemos la investigación, pero tal vez sea por una razón distinta a la que nos imaginamos. Me he enterado de que Weeks compró unos valiosos terrenos en Pensilvania que Skip Reardon tenía pendientes de pago. Por lo visto, disponía de información privilegiada, así que cabe la posibilidad de que la transacción fuera ilegal. Desde luego, no es un delito tan grave como un asesinato y, claro, aún no sabemos nada seguro; es posible que sea el asesino de Suzanne, pero si Hacienda cuenta con esa información y a ésta se le añaden los cargos por evasión fiscal y demás, Weeks podría pasarse una buena temporada a la sombra.
—¿Y tú crees que está preocupado porque la investigación del caso Reardon puede poner al descubierto esos otros delitos? —preguntó Green.
—Sí, es muy posible.
—Pero ¿piensas realmente que sólo por eso es capaz de llegar al extremo de amenazar a Robin? Me parece un tanto excesivo. —El fiscal movió la cabeza en un gesto de negación.
—Frank, según lo que me ha dicho mi ex marido, Jimmy Weeks es lo suficientemente imprudente y arrogante como para hacer lo que sea por protegerse. Le da igual de qué cargo se trate; puede ser asesinato o el robo de un periódico. Aparte de esto, hay otra razón que podría desbaratar nuestra hipótesis, incluso en el caso de que pudiéramos acusar a Weeks del asesinato de Suzanne. —Entonces le habló acerca de la relación de Jason Arnott con Suzanne y le dijo que Grace Hoover tenía la teoría de que Arnott era un ladrón profesional.
—Incluso si lo es, ¿crees que puede estar relacionado con el asesinato de Suzanne? —preguntó Green.
—No estoy segura —dijo Kerry lentamente—. Depende de si está involucrado en los robos o no.
—No te vayas. Podemos pedir al FBI que nos envíe ese comunicado por fax inmediatamente —dijo Green mientras apretaba el botón del intercomunicador—. Nos enteraremos de quién está encargado de la investigación.
Al cabo de menos de cinco minutos, su secretaria apareció con el comunicado. Green le señaló el número confidencial.
—Diles que me pongan con la persona que está encargada de este asunto.
Un minuto más tarde, el fiscal estaba hablando con Si Morgan. Conectó el altavoz del teléfono para que Kerry también pudiera oír la conversación.
—Estamos a punto de pillarle —dijo Morgan—. Arnott tiene otra casa en las Catskills. Vamos a llamar al timbre para intentar hablar con la asistenta. Te mantendremos informado.
Kerry se apoyó en los brazos de la silla y se arrimó al aparato del que salía la distante voz del investigador.
—Señor Morgan, este asunto es de suma importancia. Si todavía puede ponerse en contacto con su agente, pídale que pregunte por un marco miniatura de forma ovalada. Es de esmalte azul y tiene aljófares incrustados. Es posible que lleve la fotografía de una hermosa mujer de pelo oscuro. Si el marco está en la casa, podremos relacionar a Arnott con un caso de asesinato.
—Todavía puedo hablar con él. Le diré que haga esas averiguaciones y luego les volveré a llamar.
—¿Qué importancia tiene ese marco? —preguntó Green al tiempo que desconectaba el altavoz.
Skip Reardon siempre ha jurado que el día en que murió Suzanne desapareció de su dormitorio una copia de un marco Fabergé. El marco y el alfiler son los dos únicos objetos que no hemos localizado todavía. —Kerry se inclinó y cogió la pulsera de diamantes—. Mira esto. No tiene nada que ver con las otras joyas. —Entonces volvió a mirar la fotografía en la que aparecía Suzanne con el alfiler—. Qué raro. Tengo la impresión de haber visto ese broche antes… Me refiero a los alfileres unidos por la cadena. Supongo que es porque Skip y su madre lo mencionaron repetidas veces en las declaraciones que hicieron durante la investigación. He leído ese expediente tantas veces que la cabeza ya me da vueltas. —Dejó la pulsera en su estuche y añadió—: Jason Arnott pasaba mucho tiempo con Suzanne. Tal vez no fuera tan asexuado como pretendía. Veamos, Frank. Imaginemos que Arnott también se entendía con Suzanne y que le regaló el alfiler y la pulsera. Son la clase de joyas que él elegiría. Entonces descubrió que ella estaba tonteando con Jimmy Weeks. Cabe la posibilidad de que aquella noche fuera a su casa y viera las flores y la tarjeta que creemos que le envió Jimmy.
—¿Quieres decir que la mató y se llevó el alfiler?
—Y la fotografía. Según lo que me ha dicho la señora Reardon, se trata de un marco precioso.
—¿Y por qué no se llevó la pulsera?
—Mientras esperaba a que llegaras esta mañana, he estado viendo las fotografías que sacaron del cadáver antes de que se lo llevaran. Suzanne lleva una pulsera de oro en la muñeca izquierda. La pulsera de diamantes, que llevaba en la otra muñeca, no aparece en las fotos. He consultado el informe: la pulsera estaba oculta bajo la manga de la blusa. Según el informe del médico que la examinó, tenía un cierre nuevo y muy duro. Tal vez Suzanne ocultó la pulsera debajo de la manga porque no quería llevarla y no conseguía quitársela, o porque sabía que el atacante había venido a recuperarla, probablemente debido a que se la había regalado él, y quería esconderla. El hecho es que funcionó, porque el asesino no se la llevó.
Mientras esperaban a que Morgan llamara, Green y Kerry prepararon un comunicado con las fotografías de las joyas desaparecidas para distribuirlo entre los joyeros de Nueva Jersey.
—Kerry —comentó el fiscal—, ¿te das cuenta de que si la señora Hoover tiene razón, el asesinato de la madre del diputado Peale quedará resuelto gracias a una pista proporcionada por la mujer de nuestro senador? Entonces, si Arnott está relacionado con el caso Reardon…
«Frank Green, candidato a gobernador, —pensó Kerry—. Ya está pensando en la manera de restar importancia al hecho de haber condenado a un hombre inocente. Bueno, supongo que es cosa de políticos…», se dijo.