El domingo por la mañana, Jason Arnott se había despertado tarde y con síntomas de gripe, por lo que había decidido no subir a su casa de las Catskills tal como tenía pensado. En lugar de ello, se había quedado en la cama la mayor parte del día y se había levantado únicamente para prepararse algo ligero para comer. Sólo en ocasiones así lamentaba no tener una asistenta a tiempo completo.
Con todo, le había sacado el mayor partido posible al hecho de disponer de toda la casa para él solo y de que nadie le molestara. Había llevado varios libros y periódicos a la habitación y se había pasado el día leyendo, con interrupciones para beber zumo de naranja y dormitar.
Cada pocas horas, sin embargo, había sacado el comunicado del FBI para cerciorarse de que era imposible que alguien relacionara la granulada caricatura de la fotografía con su persona.
La noche del lunes ya se sentía mucho mejor y se había persuadido de que el comunicado no suponía amenaza alguna. Incluso si un agente del FBI llamara a su puerta para someterle al interrogatorio que se hacía de forma rutinaria a las personas que habían sido invitadas a la fiesta de los Hamilton, jamás conseguirían relacionarle con el robo.
Ni con la fotografía. No, no hallarían nada. Ni aun realizando la inspección fiscal más escrupulosa o investigando sus llamadas de teléfono o cualquiera de las antigüedades y pinturas que tenía en casa. Ni siquiera haciendo averiguaciones acerca de la reserva de hotel que había hecho en Washington el fin de semana en que se había perpetrado el robo en la casa de los Hamilton, ya que había utilizado una de sus identidades falsas.
No había lugar a dudas. Estaba a salvo. Se prometió que al día siguiente, o el miércoles sin falta, subiría a las Catskills y pasaría unos días disfrutando de sus tesoros.
Jason no podía saber que los agentes del FBI ya habían conseguido el permiso de los juzgados para pinchar su teléfono y en ese mismo instante estaban vigilando discretamente su casa. Tampoco podía saber que a partir de ese momento no haría movimiento alguno sin ser observado y seguido.