Geoff Dorso era un gran aficionado al fútbol americano y un fervoroso seguidor de los Giants. Aunque ésta no era la razón por la que se había comprado un apartamento en Meadowlands, el abogado reconocía que, desde luego, resultaba de lo más práctico. Esa tarde de domingo se encontraba en el estadio, sin embargo, en lugar de prestar atención al interesante partido de los Giants contra los Dallas Cowboys, pensaba en la visita a Skip Reardon del sábado anterior y en la reacción de Kerry McGrath al oír a Skip y leer la transcripción del juicio.
Se la había llevado el jueves. ¿Había acabado de leerla?, se preguntó. Él pensó que le comentaría algo mientras esperaban a Skip en la sala de visitas, pero Kerry ni siquiera había mencionado el tema. Geoff trató de convencerse de que el escepticismo era algo propio de la profesión de abogado y que la actitud aparentemente negativa que Kerry había mostrado no significaba que se estuviera lavando las manos.
Los Giants lograron marcar justo cuando acababa la cuarta parte del encuentro, ganando el partido en el último momento. Geoff participó de la alegría generalizada, pero en lugar de aceptar la invitación de sus amigos para ir con ellos a beber un par de cervezas, regresó a casa y llamó a Kerry.
Cuando le oyó decir que había terminado de leer la transcripción y que tenía una serie de preguntas que hacerle, Geoff estuvo a punto de saltar de alegría.
—Creo que deberíamos volver a vernos —dijo. Entonces se le ocurrió una idea. «El no ya lo tengo», pensó.
—¿Estás libre para cenar?