A las ocho en punto de la mañana del sábado, Kerry recibió una llamada telefónica de Geoff Dorso.
—He llamado al despacho y he oído tu mensaje —dijo el abogado—. Voy a Trenton esta tarde a ver a Skip. ¿Te viene bien? —Entonces le explicó que para conseguir un pase para la visita de las tres tendrían que estar allí antes de las dos menos cuarto.
Casi de forma automática, Kerry se oyó decir a sí misma:
—Voy a tener que cambiar los planes que tenía con Robin, pero no creo que haya ningún problema. Espérame allí.
Dos horas más tarde, Kerry y una impaciente Robin se encontraban en Livingston, Nueva Jersey, en la consulta del doctor Ben Roth, un célebre cirujano plástico.
—Voy a perderme el partido de fútbol —dijo Robin con tono de irritación.
—Vas llegar un poco tarde, eso es todo —contestó Kerry tratando de calmarla—. No te preocupes.
—Muy tarde —se quejó Robin—. ¿No podía verme esta tarde después del partido?
—Si le hubieras mandado tu horario, tal vez el doctor habría encontrado un hueco en él para atenderte —contestó Kerry bromeando.
—Mamá…
—Ya pueden pasar, señora McGrath —dijo la enfermera de recepción.
El doctor Roth tenía treinta y tantos años y, con su calidez y amabilidad, resultó ser un cambio agradable con respecto al doctor Smith. Tras examinar a Robin cuidadosamente, dijo:
—Aunque seguramente tuvieran muy mal aspecto justo después del accidente, los cortes no han penetrado profundamente en la dermis. Son lo que denominamos heridas superficiales. No tienes por qué preocuparte.
La niña puso cara de alivio.
—Qué bien. Gracias, doctor. Vamos, mamá.
—Espérame afuera, Robin. Salgo ahora mismo. Quiero hablar con el doctor. —La voz de Kerry tenía lo que Robin llamaba «el tono», lo cual quería decir «Y no se hable más».
—Vale —dijo Robin al salir dejando escapar un exagerado suspiro.
—Sé que hay pacientes esperando, así que no le entretendré mucho, doctor. Hay algo que debo preguntarle —dijo Kerry.
—Tengo tiempo, señora McGrath. ¿De qué se trata?
Kerry resumió en pocas frases lo que había visto en la consulta del doctor Smith.
—Así que son dos las preguntas que quiero hacerle —concluyó—: ¿se puede rehacer cualquier cara de tal forma que se parezca a la de otra persona o es necesario que se dé un factor fundamental, como por ejemplo una estructura ósea similar? Si aceptamos que se pueden rehacer ciertas caras de modo que se parezcan entre sí, ¿se trata de algo que en cirugía estética se hace normalmente? Es decir, ¿se rehace deliberadamente la cara de alguien para que se parezca a la de otra persona?
Veinte minutos más tarde, Kerry se reunió con Robin y salieron apresuradamente en dirección al campo de fútbol. A diferencia de su madre, Robin no era una atleta por naturaleza, por lo que Kerry había pasado largas horas haciendo ejercicio con ella. La niña había puesto el corazón en ser una buena futbolista. Mientras veía a Robin metiendo un gol en la puerta contraria, Kerry seguía pensando en la tajante afirmación del doctor Roth: «Está demostrado que algunos cirujanos operan a sus pacientes con idea de darles a todos la misma nariz, el mismo mentón o los mismos ojos. Sin embargo, me parece algo verdaderamente insólito que un cirujano se dedique, en esencia, a convertir las caras de sus pacientes en imágenes parecidas».
A las once y media, llamó la atención de su hija y le hizo un gesto en señal de despedida. Cuando acabara el partido, Robin se iría con su mejor amiga, Cassie, a pasar la tarde en casa de ésta.
Pocos minutos más tarde, Kerry salía en dirección a Trenton.
En las diferentes ocasiones en que había visitado la prisión estatal, el sombrío aspecto que ofrecían el alambre de espino y las torres de vigilancia siempre le había dado que pensar. No era la clase de lugar que se alegrara de volver a ver.