Jenna volvió al estudio con una copa de vino para Molly.
—Eh, ¿qué estás haciendo? —preguntó.
Molly se había sentado en el sofá, donde había desplegado las fotografías que habían mirado antes.
—Más recuerdos —contestó, arrastrando un poco las palabras. Alzó el vaso a modo de saludo burlón—. Señor, míranos a los cuatro. —Arrojó una foto sobre la mesilla auxiliar—. Éramos tan felices… al menos eso creía yo.
Jenna sonrió.
—Éramos felices, Molly. Un cuarteto fantástico. Lástima que se acabara.
—Ya. —Molly tomó un sorbo de vino y bostezó—. Se me cierran los ojos. Lo siento…
—Lo mejor que podrías hacer es terminarte esa copa y dormir doce horas seguidas.
—Los cuatro —dijo Molly con voz somnolienta—. Me gusta estar contigo, Jenna, pero con Cal no.
—Cal no te cae bien, ¿verdad, Molly?
—A ti tampoco. De hecho, creo que le odias. Por eso tú y Gary…
Molly apenas fue consciente de que su amiga le quitaba la copa de la mano. Notó que Jenna le rodeaba los hombros y le acercaba la copa a los labios, al tiempo que susurraba con dulzura:
—Bebe, Molly, sigue bebiendo…